El Catatumbo es tal vez una de las regiones más famosas de Colombia, pudiendo ser por su compleja geografía, por la riqueza de sus recursos o por la grandeza de sus ríos lo es por ser un lugar estratégico en el que el conflicto armado ha tenido por años una cabida que, como este año,…
El Catatumbo es tal vez una de las regiones más famosas de Colombia, pudiendo ser por su compleja geografía, por la riqueza de sus recursos o por la grandeza de sus ríos lo es por ser un lugar estratégico en el que el conflicto armado ha tenido por años una cabida que, como este año, de cuando en cuando se recrudece afectando seriamente la posibilidad de vivir en cualquier de los once municipios que componen esta región.
Ciertamente, para cualquier citadino como yo, es difícil imaginarse las dimensiones de una región como esta. Hace unos días me preguntaron los nombres que la componían y a penas pude recordar los que son repetidos frecuentemente en los noticieros, aclarando que la recordación no fuera por algo bueno sino por ser epicentro de las conflictividades del conflicto armado. Asimismo, me gustaría que pensara ahora que usted lee estas líneas sobre qué tanto ha oído del Catatumbo y qué tanto sabe de él. Una diferencia magna, que puede ser la entrada para entender desde la comodidad de las ciudades un parte infinitesimal de lo que ocurre en esos lugares del Norte de Santander.
Hace unos días estuve en algún sector de Catatumbo, y fue una experiencia de esas que a uno le marcan la vida. Durante el recorrido, que fue en carro, se veía a simple vista un abandono estatal que va más allá de la presencia militar (que es muy necesaria). Cada fachada de cada casa estaba marcada con algún mensaje alusivo a alguno de los grupos armados que operan en estos municipios.
El paisaje estaba acompañado entre otras cosas, por una innumerable cantidad de cultivos ilícitos, niños al ver los carros pasar dejaban sus rudimentarios juegos para salir corriendo descalzos a ver qué o quién pasaba por caminos de trocha, los caseríos con tiendas abiertas – pero que seguramente sufren la inclemencia de las vacunas – y la constante presencia de letreros, afiches y mensajes demagógicos sobre el conflicto armado.
La particularidad de los grupos armados que operan en la región es que atacan como banda criminal, mientras defienden su accionar con un discurso que ya no tiene cabida dentro de la realidad política, económica y social de Colombia.
Una de las particularidades de esta región es que dada su geografía tiene dos accesos (o salidas), lo que hace que sea un corredor difícil de atravesar. Sin embargo, en los 190 Km que recorrí la constante era ver banderas, mensajes y afiches del Ejército de Liberación Nacional- ELN. Conté unas 30 banderas rojinegras, contra cero de la tricolor nacional. Una buena muestra de lo que puede vivirse en la ribera del río Catatumbo.
La ausencia de banderas nacionales se une a la falta de presencia militar y policial, que permite que en la región no haya “ni Dios ni ley”; así como también es evidente la ausencia de programas para la atención de los niños ya mencionados varios renglones arriba, o la presencia definitiva de las alcaldías municipales y la gobernación departamental. Empero, creo que al ver las personas lo más preocupante es que en la región hay ausencia de esperanza, ausencia de sueños cumplidos.
Casos como el Catatumbo hay más en Colombia. Los discursos de paz no pueden centrarse en la finalización del conflicto armado (sea por la vía armada o negociada), sino por el resurgimiento de los sueños de los colombianos. Una vez que cada colombiano vuelva a tener en su mirada una razón para vivir, para trabajar, para esforzarse, el país podrá hablar de construcción de paz.
Muy a pesar de la reflexiva actitud que me embarga en el momento que escribo estas líneas, retomo las preguntas que escribí anteriormente, pero ampliándolas a una índole nacional: ¿Qué tanto conocemos nuestro país?, ¿Qué tanto aportamos a él?, ¿Qué queremos hacer – entre todos- con Colombia?
Acá termina este texto, pero no los problemas de la región, ni del país. Ojalá que estas líneas puedan ser un recordatorio para todos que la idea de construcción de nación pasa con el aporte de todos, en la ciudad, en los campos, en los municipios, en sus justas proporciones; no con la indiferencia a los problemas que no vivimos en carne propia.
@castroopina
Un bogotano tratando de entender este maravilloso y macondiano país.
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