Antes de empezar quiero admitir con usted, querido lector, que esto del paro ha tornado muy difícil la tarea de escribir opinando sobre un tema. No porque haya controvertido mis posturas u opiniones, sino porque cada semana hay más propuestas, No he podido salir del asombro de la anterior cuando ya hay una nueva. La de esta semana es hacer una constitución nueva. Pero, valdría la pena ir por partes.
La constitución de 1991 es el reemplazo de la constitución de 1886. Con esta renovación el país buscó avanzar y actualizar los ideales que se tenían como nación. La nueva carta magna le entrega derechos fundamentales a la ciudadanía y busca garantizarlos, formaliza el Estado social de derecho y promueve la apertura económica. Hasta aquí, todo claro. Es la historia romántica que han contado toda la vida
Sin embargo, junto con esta constitución llegaron una serie de situaciones que no han sido tan positivas. Por ejemplo, el país se convirtió en ultra-presidencialista, donde el jefe del ejecutivo reúne mucho más poder que sus iguales en el legislativo y en el judicial; Colombia cuenta con órganos de control cuya función de inspección y vigilancia se cumple a medias porque les faltan mecanismos para actuar; las cortes ven entorpecida su labor al tener que legislar ya que el Congreso de la República evade esa responsabilidad repetidamente (De este tema ya hablé en Pereza https://blogs.elespectador.com/actualidad/castroopina/pereza) … en fin!
A lo anterior habría que sumarle la catastrófica cifra de 51 reformas que ha sufrido la carta magna desde su promulgación hasta la fecha, es decir 1.7 reformas por año. Una cifra preocupante cuando en comparación con Estados Unidos, se han realizado 27 modificaciones en 244 años, es decir 0.11 reformas por año.
Viendo las fallas que tiene la constitución, y además entendiendo que su intención inicial ha sido modificada tantas veces, cabe hacer la pausa y preguntarse, ¿Es el momento de una nueva constitución?
Es una pregunta que cada uno debería hacerse y, obligatoriamente, responderse. En adelante explicaré mi punto de vista.
Las constituciones deben tomarse como la hoja de ruta, el marco y camino por el cual se quiere que el país recorra. Así pues, esta debe reunir los puntos de vista de todos en el país, sin falta alguna. Los constituyentes deben ser muestra de la pluralidad que cuenta el país.
Basado en lo que acaba usted de leer, expreso mi preocupación porque Colombia en este momento no cuenta con líderes que permitan expresar la voz y el sentir de toda la población. Atravesamos por una crisis de representatividad en la que la voz de los ciudadanos retumba en las calles ya que en el Gobierno ni Estado es escuchada. Razón por la cual no veo viable la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente en este momento.
Además, cuestiono la capacidad de aceptación de los resultados en las elecciones de los constituyentes. No veo viable que la derecha acepte una constituyente que tenga mayoría de la izquierda, así como no veo viable que la izquierda acepte una constituyente con mayorías de derecha.
Pienso que Colombia si requiere una constitución nueva, la del 91 se quedó corta y ha sido permeada por la corrupción y mala costumbre política del país, Pero estoy absolutamente seguro de que este NO es el momento para renovarla. Colombia por lo pronto tiene necesidades más importantes. Es imperativo sacar a flote el país, principalmente su economía, y una vez en flote si buscar el rumbo nuevo, la constitución nueva.
Mientras tanto, si hay alguien que crea que alguna parte de la constitución debe ser modificada, lo mejor es que se ataña a las opciones que hoy por hoy son vigentes y proceda así al cambio.