Cara o Sello

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Se siente el centralismo

En el país se siente un ambiente de descontento. En el aire se respira algo de conturbación e inconformidad en distintos sectores de la población colombiana. Por un lado, una agitada manifestación social que se ha visto en el agro, con las protestas en la zona del Catatumbo y la amenaza de paro de varios gremios de agricultores. En el sector de la pequeña minería, que ha iniciado el cese de sus actividades. En el sector industrial que ha venido decreciendo y que no puede competir con la importación de productos chinos y tratados de libre comercio. En diversas regiones alejadas del país, que deben vivir a diario sin servicios públicos básicos. Etcétera. Por otro lado, una protesta política, más silenciosa, pero en franco aumento, que expone cierta disidencia en la forma en cómo se está administrando al país desde el gobierno central. Esto se evidencia, por ejemplo, en las declaraciones de muchos gobernantes locales y otros políticos que critican el nuevo manejo que se le está dando a las regalías.

¿Existe algún factor común entre todos estos reclamos? Yo creo que sí: en parte, esto es producto de nuestro modelo de organización territorial. Durante décadas éste país ha desconocido la complejidad de su cultura y territorio, y con una visión centralista ha pretendido gobernarse. Debido a esa forma de concebir nuestra organización, el Estado colombiano ha empollado unas débiles instituciones políticas territoriales, que se han traducido en frágiles instituciones económicas.

Gran parte de nuestros municipios y departamentos no poseen las herramientas y recursos suficientes para atender las problemáticas de sus habitantes, ni para generar políticas que contribuyan al desarrollo local y regional. Además, el debilitamiento institucional en la periferia, permitió que la corrupción e ilegalidad pulularan en algunas zonas del país. Todo lo anterior puede explicar varios de los problemas que ahora aquejan a las regiones y que las mantienen en atraso y rezago. Y también puede explicar, en parte, el origen de algunas de las demandas sociales y políticas que afloran hoy.

Lo que ahora estamos experimentando es la reacción de esa otra Colombia, que durante siglos ha sido relegada y olvidada. Las manifestaciones sociales y políticas de inconformismo serán el pan de cada día si no se toman medias para reformar nuestra organización territorial. Hay que Avanzar en alternativas que busquen fortalecer las instituciones políticas en las zonas apartadas del país. Este es un debate que debe tomarse en serio y más cuando estamos en el marco de un proceso de paz. Por ejemplo, las regiones deben empezar a jugar un rol protagónico en un escenario de post conflicto.

La estructura del Estado debe transformarse para garantizar que nuestras entidades territoriales tengan la autonomía suficiente para solucionar sus problemas estructurales. A su vez, esto permitirá que los procesos económicos, sean más eficientes y que contribuyan al desarrollo local y regional y por ende, del país en su conjunto. Así será más fácil adaptarse a las lógicas que exige nuestro contexto global actual.

 

Miller Choles

Twitter: @MCholesP

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