PRIMER DOCTORADO PARA LA PAZ EN COLOMBIA
Hernando Llano Ángel.
Suena exagerado, casi inverosímil, que apenas el pasado miércoles 16 de agosto de 2023, en el Centro Cultural de Cali, se haya presentado en sociedad el primer Doctorado en Estudios para la Paz en nuestro país. Ha sido posible gracias a la intensa colaboración académica de las universidades Javeriana de Cali, entonces bajo el rectorado del padre Luis Felipe Gómez, S.J y la Universidad del Valle, dirigida por Edgar Varela, con los valiosos aportes de un colectivo de docentes de ambas universidades coordinados por Manuel Ramiro Muñoz, del Instituto de Estudios Interculturales de la Javeriana y Adolfo Álvarez, del Instituto de Investigación e Intervención para la Paz de la del Valle. La presentación del mismo estuvo a cargo de quien ha consagrado su vida y pasión al servicio de la paz y la dignidad de todas las víctimas del conflicto armado interno, el padre Francisco De Roux, S.J, hoy empeñado en la tarea más urgente y necesaria para evitar la repetición incesante de las víctimas y la impunidad de sus victimarios, como es la reconciliación política nacional. Como coloquialmente lo pregona, salir del “modo guerra” y entrar en el “modo paz”. Por ello, cabe decir, sin exageración alguna, que el padre Pacho –tal como es conocido y llamado popular y cariñosamente—es un hombre de Verdad, Paz y Reconciliación.
Un hombre de Verdad, Paz y Reconciliación.
Por serlo, el padre Pacho, ha sido injustamente estigmatizado e incluso perseguido desde las orillas extremas de la derecha y la izquierda. Fue secuestrado por el ELN en el Magdalena medio, cuando estaba al frente del Programa de Desarrollo y Paz en esa violenta y convulsa región. Incluso estuvo a punto de ser ejecutado por recibir ayudas de USAID, la agencia de cooperación norteamericana, pero fue milagrosamente dejado en libertad por una llamada providencial de mandos superiores del ELN. También tuvo que abandonar el país cuando fue director del CINEP, pues su vida corría riesgo por graves amenazas, procedentes de ese turbio e indescifrable mundo de la inteligencia del establecimiento, que gradúa de enemigo de la “democracia” a quienes investigan y denuncian con rigor los agujeros negros de la misma, que devoran impunemente a quienes promueven y defienden los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Es más, todavía recae sobre él la sombra de ser un simpatizante de la guerrilla, que se extiende incluso a la Compañía de Jesús y la Universidad Javeriana en Bogotá y Cali, por haber promovido el Acuerdo de Paz del 2016 y haber sido presidente de la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición (CEV). Especialmente por su trabajo denodado a favor de la dignificación de todas las víctimas, sin importar la identidad de los victimarios, teniendo siempre como horizonte la reconciliación política nacional, precedida del reconocimiento de la responsabilidad, la plena verdad y la no repetición de dichos actos atroces por parte de sus ejecutores. Irónicamente, hoy en Nicaragua, Daniel Ortega, “dictador sandinista”, cierra la Universidad de Centro América, la UCA, regentada por los jesuitas, tildándola de promover el terrorismo. Seguramente por todo ello, el padre Pacho, dejó la siguiente constancia y aclaración personal en el anexo del Informe Final de la CEV: HAY FUTURO SI HAY VERDAD, titulado “Constancias y Aclaraciones de los Comisionados”: “Personalmente nunca estuve de acuerdo con la lucha armada. Colombia tenía que hacer, tiene que hacer, cambios estructurales profundos pero la guerra que los alzados en armas consideraron que era el único camino posible, lejos de conseguir los cambios los hizo casi imposible. Solo los intervalos de paz trajeron esperanza. Hago esta aclaración para reconocer mi responsabilidad personal de no haber tomado una posición crítica clara, en los primeros años del conflicto contra los crímenes de la guerrilla, mientras criticábamos con toda razón los crímenes por las violaciones de derechos humanos por el Estado. Hoy, después de millones de víctimas de todos los lados, quiero resaltar la reflexión de la Comisión que pone en evidencia los errores y los crímenes de todos los lados en el conflicto armado interno y deja claro que estamos ante la guerra inútil y llama a pararla desde todos los lados. Y personalmente quiero reiterarles a los insurgentes que continúan con armas lo que ellos bien saben: que cada día de conflicto armado en el que ellos se mantienen acrecienta el sufrimiento del pueblo y destruye los ideales que se propusieron conseguir con fusiles; y celebro la decisión del nuevo gobierno de tomar la iniciativa para poner en marcha y liderar el proceso de paz grande, sin exclusiones”. Pero dicha aclaración personal, está precedida también por su juicio sobre los llamados “falsos positivos”: “Por otra parte, no estoy de acuerdo en afirmar que se trató de una política de Estado para matar a inocentes. Las normas premiaban las muertes en combate y daban incentivos para ello. Dentro de esas normas y aprovechando los incentivos se montaron las mentiras de los falsos combates y de los “falsos terroristas dados de baja” con la ayuda de paramilitares y civiles pagados…El punto de esta aclaración es mi convicción de que no estamos ante una política de Estado, como no son política de Estado la corrupción y la impunidad analizadas también por el Informe Final como crímenes gravísimos que contribuyen a perpetuar el conflicto. Estamos ante una ruptura ética devastadora sobre la cual no pueden construirse leyes ni normas y ante la cual, de no producirse un cambio de conciencia personal e institucional, de poco sirve la Constitución”. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con las anteriores aclaraciones del padre Pacho, pero lo que no se puede desconocer es su integridad ética y coherencia personal, que en forma maniquea sus críticos continúan empeñados en ignorar y por lo tanto están en mora de rectificar públicamente y deberían cesar ya su campaña calumniosa de estigmatización y desprestigio. Es probable que no se den por aludidos, pero si continúan empeñados en esa campaña, deben saber que así jamás contribuirán a la paz y la reconciliación política en nuestro país. Pues ambas requieren lo que el padre Pacho nos ha demostrado con creces: ser hombres y mujeres de verdad, paz y reconciliación.
Doctorado en Estudios para la Paz
Dimensiones que inspiran el Doctorado en Estudios para la Paz, que parte de reconocer un principio fundante de la paz en todas las sociedades, y es que ella precisa el reconocimiento de una verdad ontológica. La verdad de que solo el poder político hace posible la existencia de una paz perdurable y sostenible. La esencia de ese poder político, como lo definió claramente Hannah Arendt, es que “solo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades”. Un poder que confunden con frecuencia ciertas políticas estatales, como la “seguridad democrática”, con la violencia de la Fuerza Pública y que los grupos armados ilegales todavía creen equivocadamente que nace de la punta del fusil y no de la palabra empeñada, cumplida y honrada con hechos. En tanto ambas partes persistan en semejante error, que se convierte en el horror de la guerra, no avanzaremos en el logro de una paz estable y duradera, si acaso alcanzaremos una efímera paz que nace de la imposición de la victoria y la humillación de los vencidos, que más adelante buscarán la revancha en nombre de la justicia. Con razón el Dhammapada budista nos dice en 15, 201: “El que vence engendra odio. El que es vencido sufre; con serenidad y alegría se vive más allá de la victoria y la derrota”. Por eso la reconciliación política es imprescindible, pues ella, como lo señala Raimon Panikkar, “viene de conciliación y guarda relación con ekklesía: convocar a los otros y a todos hablar con los otros”, pues en “la verdadera reconciliación no hay vencedores ni vencidos. Todos salen ganando, porque el todo, del cual todos formamos parte, se ve respetado”. Son, precisamente, esas concepciones y prácticas del poder y la reconciliación política las que ha impartido con su ejemplo el padre Pacho durante toda su vida y las que constituyen el legado más valioso que nos deja la Comisión de la Verdad. Un legado que el Doctorado en Estudios para la Paz espera profundizar y hacer realidad, a partir de enero del 2024. Los y las interesadas pueden consultarlo en https://www.javerianacali.edu.co/programas/doctorados/doctorado-en-estudios-para-la-paz#:~:text=El%20Doctorado%20en%20Estudios%20para,reconciliaci%C3%B3n%20y%20la%20b%C3%BAsqueda%20de
PD: Para mayor información y comprensión, consultar y leer los enlaces en rojo.
Hernando Llano Ángel
Abogado, Universidad Santiago de Cali. Magister en Estudios Políticos, Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. PhD Ciencia Política, Universidad Complutense Madrid. Socio Fundación Foro Nacional por Colombia, Capítulo Suroccidente. Miembro de LA PAZ QUERIDA, capítulo Cali.