“Una vez hecho, al mal ya no se le conoce, porque el mal rehúye la luz”, Simone Weil.
“Una vez hecho, al mal ya no se le conoce, porque el mal rehúye la luz”, Simone Weil.
Ahora resulta que la “Operación Orión”, según el expresidente Uribe, fue todo un éxito de la “seguridad democrática” y restableció el orden y el Estado de derecho en la comuna 13 de Medellín, lo que sin duda constituye la inocentada más cínica y cruel que se le pueda contar a los familiares de las víctimas y a Colombia entera.
El Terrorismo Estatal
Es inadmisible que ahora Uribe pretenda justificar y legitimar de esa manera lo que, sin duda, fue una operación típica de terrorismo estatal, según su propia definición en el punto 33 del “Manifiesto Democrático”[i], su programa de gobierno del 2002-2006: “A diferencia de mis años de estudiante, hoy violencia política y terrorismo son idénticos. Cualquier acto de violencia por razones políticaso ideológicas es terrorismo. También es terrorismo la defensa violenta del orden estatal”.Exactamente es lo que acaba de reconocer y corroborar en su comunicado, al defender el éxito de la criminal “Operación Orión”[ii]: “El objetivo era retomar por completo el control de una zona de Medellín que se encontraba bajo el control de grupos ilegales. Las autoridades decomisaron armas, municiones, equipos de comunicación. Capturaron a 23 cabecillas y a 243 integrantes de las organizaciones criminales”. Pero omite reconocer que dicha operación la realizó la Fuerza Pública de la mano con integrantes de los grupos paramilitares, según testimonio del propio “Don Berna”[iii] y que la Fuerza Pública disparó desde helicópteros contra la población civil, causando aproximadamente 17 bajas[iv] y un número aproximado de 92 desaparecidos, cuyo destino final parece haber sido la Escombrera.
“Orión” fue, pues, una operación propia de terrorismo estatal, que desconoció brutal y deliberadamente las normas del Derecho Internacional Humanitario, empezando por el principio de distinción entre población civil y combatientes. Convirtió una comunidad popular de Medellín en un infernal Palacio de Justicia, supuestamente para retomar el “control total” por parte del Estado. Y ahora no solo se ufana de semejante “operación”, sino que pretende sepultarla en la escombrera de la politiquería de las campañas electorales en curso, afirmando que: “Nunca apoyamos la impunidad. Pero la JEP y el Gobierno Petro-Santista lo que hacen es política con las víctimas de la Escombrera”.
La Escombrera de la Politiquería
Y, sin duda, como en el punto 33, el expresidente vuelve a acertar, pues en eso ha convertido la política: en una prodigiosa y espantosa tramoya para la producción de víctimas y de impunidad en aras de garantizar seguridad inversionista y derrotar el terrorismo. Por eso el expresidente Uribe ahora lanza pullas que son proyectiles reveladores de cómo, en aras de ganar su coalición las elecciones en 2026, garantizar su impunidad política y conservar esa aura espectral de “demócrata integral”, reduce todo a una campaña de desprestigio en su contra: “Hay relatos dramáticos sobre las acciones de los terroristas que torturaban, asesinaban y tiraban los cadáveres a la Escombrera. Como todo lo de los Gobiernos Petro-Santistas, en la JEP prima la indulgencia con los terroristas y el sesgo contra los militares y el Gobierno que presidí”. En otras palabras, busca que tanta atrocidad quede sepultada en la Escombrera de la politiquería, pues según Uribe es imposible saber quiénes fueron los responsables de las víctimas arrojadas a la Escombrera.
La Criminal Politiquería Maniqueísta
Vuelve así el expresidente Uribe a cabalgar sobre su jumento preferido, el maniqueísmo de la violencia buena y legítima, la oficial, contra la mala y la ilegítima, la terrorista, supuestamente protegida por la JEP en donde “prima la indulgencia con los terroristas”. Supuesta indulgencia que hoy los exintegrantes del entonces Secretariado de las Farc-Ep[v] también desconocen y critican porque consideran que la JEP está yendo demasiado lejos, viola el Acuerdo de Paz y pone en riesgos sus vidas. Así las cosas, desde la extrema derecha y la extrema izquierda, coinciden en defender y tratar de justificar la legitimidad de sus correspondientes violencias, que han convertido a Colombia en una Escombrera más atroz que la Franja de Gaza, pues tenemos un universo de personas dadas por desaparecidas de 124.734, según informa la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas[vi]. Considerando semejante catástrofe humanitaria es inadmisible e indignante que millones de colombianos se presten a la manipulación emocional y en el 2026 vuelvan a las urnas a votar movidas por el odio, los prejuicios de clase y una supuesta superioridad moral y étnica, que ha convertido la política en un campo de batalla de “gente de bien” contra “terroristas” y “mamertos”, que deben ser vencidos o en su defecto aniquilados.
¡“Cómplices Inocentes”!
Dejemos de ser inocentes y rechacemos, de una vez por todas, ser cómplices de esa fatal creencia según la cual existe una violencia buena y legítima, que justifica como necesarios e inevitables todos los crímenes en defensa de la seguridad personal y las “instituciones democráticas”. Esa violencia eleva a sus ordenadores o ejecutores al pedestal de héroes y salvadores de la Patria, con consignas triunfantes como la “seguridad democrática” y las de Trump: America First y MAGA (Make America Great Again), que pueden llevarnos en el 2025 a una hecatombe mundial. Esa violencia suele convertir a sus víctimas, más temprano que tarde, en implacables vengadores que apelan a su legítima defensa personal y hasta enarbolan las banderas de la rebelión y la justicia para desplegar una violencia tanto más indiscriminada y terrorífica cuanto menor es su poder político.
Tal ha sido la dinámica de nuestro degradado conflicto armado interno. Entonces acontece lo que Simone Weil en sus reflexiones sobre “La gravedad y la Gracia”, advirtió: “La ilusión constante de la revolución consiste en creer que las víctimas de la fuerza, por ser inocentes de las violencias que se producen, si se pone en sus manos la fuerza la manejarán con justicia…Pero el mal que está en la empuñadora de la espada se transmite por la punta. Y las víctimas, así colocadas en la cumbre y embriagadas por el cambio, hacen tanto mal o aún más y luego vuelven a caer rápidamente”.
[i] https://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-85269_archivo_pdf.pdf
[ii] https://colombiacheck.com/investigaciones/que-dijo-la-comision-de-la-verdad-sobre-la-operacion-orion
[iii] https://verdadabierta.com/perfil-diego-fernando-murillo-bejarano-alias-don-berna/
[iv] https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Ori%C3%B3n
[v] https://www.wradio.com.co/2024/12/27/exjefes-de-farc-piden-tumbar-borrador-que-les-impondria-restriccion-a-la-libertad/
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