Calicanto

Publicado el Hernando Llano Ángel

De la cacofonía de la violencia al mutismo atroz de la muerte

De la cacofonía de la violencia al mutismo atroz de la muerte

Hernando Llano Ángel.

Todo parece indicar que estamos pasando en forma vertiginosa de la cacofonía de la violencia al mutismo atroz de la muerte.  Así sucedió en Cali, en la autopista suroriental a la altura del hotel la Luna, en los confusos y dolorosos hechos donde perdieron la vida tres colombianos. Dos de ellos, jóvenes que realizaban un bloqueo y fueron tiroteados por Fredy Bermúdez Ortiz, funcionario del CTI, quien fue brutalmente linchado. Como suele suceder donde la violencia predomina y define la suerte de la vida, los hechos son demasiados confusos, pero su desenlace es deplorable para todos. Es una pérdida de vidas que se puede profundizar hasta llegar a límites inimaginables y alcanzar los contornos de matanzas incontenibles. Estamos a punto de caer en esa pendiente sangrienta e irreversible si nos dejamos arrastrar por el miedo y el odio, consubstanciales al autoritarismo y el neofascismo elitista que dispara contra los jóvenes de primera línea. Miedo y odio que las redes sociales continúan estimulando de manera irresponsable y demencial. Ya quedó inscrito en la memoria y la historia de Cali este fatídico viernes 28 de mayo como uno de los más sangrientos y oscuros con un balance preliminar de 13 víctimas mortales y 36 heridos. Aunque es difícil establecer con exactitud cuántas de estas víctimas cayeron en desarrollo de la jornada de protesta, lo que sí se puede concluir es que son vidas robadas en un contexto de violencia degradada que, incluso en algunos bloqueos, han impedido el paso de ambulancias y la asistencia de misiones médicas. Bloqueos que han sido hostigados y atacados en forma criminal por grupos de civiles armados –que el Alcalde Ospina denomina “Halcones de la muerte– y actúan con la complicidad de miembros de la Fuerza Pública. En realidad, se trata de un paramilitarismo citadino y elitista, que tuvo su irrupción desembozada en el ataque a la Minga indígena el domingo 9 de mayo en la avenida Cañasgordas como se observa en varios vídeos.

Asistencia militar para deslegitimar la protesta social

De esta forma se ha configurado un escenario de criminalidad organizada en el contexto de una protesta ciudadana legítima, que ha tenido expresiones multitudinarias y pacíficas en varias ciudades del país, logrando que este gobierno autista y prepotente reverse políticas tan regresivas como sus proyectos de reformas tributaria y a la salud. Una criminalidad organizada marginal, que algunos denominan lumpen proletariado, confrontada militarmente por una alianza tanática del paramilitarismo elitista con la complicidad de miembros de la Fuerza Pública, expresión de un elitismo lumpen y mafioso, que arroja como resultado una violencia híbrida de carácter social, política y delincuencial. Un escenario verdaderamente tenebroso, que se está convirtiendo en una lucha de clases degradada, donde ya parece imposible discernir los límites entre la criminalidad del narcotráfico, la violencia depredadora de bandas organizadas, la insurgente infiltrada y la civil con motivaciones políticas, que son combatidas irregularmente por esa alianza fatídica entre paramilitarismo elitista y Fuerza Pública, con el respaldo tácito o explícito de cientos de miles de “buenos ciudadanos”, temerosos y pusilánimes. Ciudadanos en busca de un salvador providencial y de héroes de la patria que mueran en defensa de un Statu Quo desbordado por el hambre, la miseria y la pandemia, que precisa reformas sociales de fondo para superar estos estallidos sociales. Para ello, el presidente Duque decreta la Asistencia Militar y recurre “al máximo despliegue de la Fuerza Militar”, que extiende a ocho departamentos.Todo lo anterior, acompañado de una parafernalia de símbolos, vídeos y mensajes apocalípticos que están circulando por las redes sociales, exacerbando prejuicios raciales, clasistas y fanatismos políticos, que ya marcan e inscriben la campaña electoral del 2022 en un campo de batalla donde está en juego y en fuego el eclipse o la salvación, una vez más, de esta tanática y espuria “democracia”. De tal suerte, que hoy los ciudadanos nos encontramos frente a dos escenarios que son excluyentes. El primero, es la continuación de esta horrible noche autoritaria, profundizada con matanzas sistemáticas de civiles opositores, líderes políticos, sociales, jóvenes y defensores de derechos humanos, todo en nombre de la “democracia” y la falacia de la derrota de una supuesta “revolución molecular” en las elecciones del próximo año. El segundo, es la continuidad de esta movilización social, donde emergen nuevas y jóvenes expresiones de una ciudadanía rebelde que ya no “come más cuento”, cuyo mayor desafío será traducir esta justa indignación en una victoria en las urnas del País Nacional sobre el País Político. Así se consolidaría la ruptura histórica de la política con las armas, consagrada en el Acuerdo de Paz de 2016, y podríamos continuar forjando una democracia de ciudadanos y ciudadanas, expulsando al ostracismo de la historia esta corrupta y tanática “democracia”. Pero por ahora lo más urgente es contener esta vorágine de violencia híbrida y degradada, que amenaza con deslegitimar la justa y pacífica protesta ciudadana, para lo cual se requiere la presencia ya de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su respaldo a las negociaciones entre el gobierno nacional, el Comité Nacional del Paro y el desmonte progresivo de los bloqueos sin la amenaza letal  de la violencia elitista paramilitar y la de la “asistencia militar” arbitraria e ilegal que hasta la fecha arroja más de 60 víctimas mortales.

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