Calicanto

Publicado el Hernando Llano Ángel

Desbloquear vidas y vías ya!

¡DESBLOQUEAR VIDAS Y VÍAS YA!

Hernando Llano Ángel

“Hacer la apología a la violencia es criminal, pero condenar todas las violencias es hipocresía”. Jean- Marie Domenach.

Desde luego que es mucho más fácil y urgente desbloquear las vías, que empezar a desbloquear las vidas de quienes persisten y resisten obstinadamente en el bloqueo de las primeras. Pero si éstos continúan en esa acción temeraria y desesperada, no solo van a profundizar la actual debacle económica y social, sino que pueden suicidarse políticamente. Y con ello, además de propiciar las arremetidas violentas y criminales de algunos miembros de la Fuerza Pública y los autodenominados “ciudadanos de bien”, como ha venido sucediendo en Cali y Pereira, van a terminar bloqueando en forma más aguda y profunda sus precarias condiciones de vida. Ello, como consecuencia de los daños a la infraestructura pública y el aparato productivo, que se descargará con más fuerza y contundencia sobre quienes menos posibilidades de empleo y recursos económicos tienen. Justamente la mayoría de quienes están en “primera línea”. Sin duda, si se persiste en la apología de los bloqueos indiscriminados y arbitrarios, se está haciendo una apología al crimen. Bien lo señalaba Jean-Marie Domenach: “Hacer la apología a la violencia es criminal, pero condenar todas las violencias es hipocresía”. Y no son precisamente las fuerzas sociales progresistas y democráticas las que se fortalecen con la violencia, el crimen y la ilegalidad. También lo había advertido Bertolt Brecht “solo la violencia ayuda donde prevalece la violencia”, pues son las fuerzas más retardatarias, aquellas que reducen la política a la imposición de sus intereses y objetivos por la violencia las que salen ganando en estos pulsos mortales. Aquellas que están prestas a declarar el estado de conmoción interior y para ello invocan razones como la defensa de la vida, la libertad de locomoción, el derecho al trabajo, la seguridad y la propiedad para justificar la represión y descargar todo el peso de la fuerza policiva y militar, con el respaldo de mayorías hastiadas de los bloqueos y temerosas de que se profundice este caos. Un caos donde ya escasean los víveres, la gasolina y las medicinas, cuya falta ha cobrado varias víctimas mortales entre la población civil. Para que no aumenten las víctimas civiles, es urgente que los corredores humanitarios continúen dando vía libre a las medicinas, los víveres y la gasolina, sin los cuales no hay vida social posible. Porque la vida civil se está convirtiendo literalmente en un objetivo militar, tanto por la violenta represión de agentes de la Fuerza Pública, como por los bloqueos arbitrarios e indiscriminados que cierran carreteras estratégicas y calles vitales de nuestras principales ciudades. Y la manera de desbloquear esta situación es emulando el Acuerdo alcanzado entre los indígenas de Antioquia y la gobernación de ese Departamento, comprometida en promover: “salud, educación, vivienda, medio ambiente, derechos humanos, vida digna, entre otros”, como los temas que desarrollarán conjuntamente. Exactamente todo lo contrario de lo sucedido en Cali, en donde algunos “ciudadanos de bien” salieron con armas a “cazar indios”, según los mensajes en sus redes sociales, invitando a sus vecinos a sumarse para demostrar supuestamente que “los buenos somos más”. Tan buenos que dejaron heridos a más de 10 indígenas y muchos de esos “buenos ciudadanos” todavía se sienten orgullosos de semejante proeza, más propia de criminales y narcotraficantes.

!Vías y vida para todos y todas ya!

De continuar este escenario de bloqueos, su desenlace no solo será mortal para quienes están en primera línea, sino para toda la sociedad. Porque los bloqueos ahora profundizan la brecha entre los colombianos que han tenido durante toda su vida bloqueadas las vías para el ejercicio de sus derechos fundamentales y aquellos colombianos cuyas vidas siempre han transitado holgadamente por las vías del pleno ejercicio de derechos, como si fueran autopistas privadas, bloqueando con sus privilegios, indolencia y codicia las vidas de quienes hoy bloquean con rabia y radicalidad las vías de todos. Por eso urge desbloquear las vías para que por ellas transiten los derechos económicos, sociales y culturales que hacen posible las vidas de todos y todas. Y, hay que reconocerlo, la violencia de los bloqueos, pero sobre todo el poder de las mayorías que se han movilizado pacíficamente, ya han empezado a despejar vías para el ejercicio de derechos tan fundamentales como el de la educación superior gratuita y la búsqueda de una renta básica de emergencia, para evitar que la endemia del hambre sea más mortal que la pandemia del coronavirus. Ya se logró el retiro de una reforma tributaria injusta y se ganó el reconocimiento del principio consubstancial a la justicia tributaria: que quienes más ganan y tienen más patrimonio deben tributar más, para así cumplir como ciudadanos con el numeral 9 del artículo 95 de la Constitución: “Contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de conceptos de justicia y equidad”. Ya se retiró una reforma a la salud que continuaba contemporizando y protegiendo a las IPS y EPS, en desmedro de la salud de todos los colombianos. Por eso hay que continuar fortaleciendo la actual vía política de concertación y negociación entre el gobierno nacional y el Comité de Paro Nacional, en la perspectiva de ir avanzando poco a poco por el difícil y retrechero camino de las reformas económicas y sociales, en lugar de profundizar el abismo maximalista de exigencias imposibles de cumplir que solo profundizarían la polarización, la violencia autoritaria y fascista y, con ello, el suicidio político de la cuestión social. Tal desenlace sería el más catastrófico, pues solo beneficiaría a quienes hacen la apología de la violencia, tanto desde la extrema izquierda como desde la extrema derecha. Ya va siendo hora de reconocer que la violencia de los bloqueos se agotó, pues cumplió su cometido: La violencia es el único camino para lograr una audiencia a la moderación”, según William O´Brien, un líder agrario irlandés, citado por Hannah Arendt en su célebre ensayo “Sobre la violencia”. Ensayo donde la pensadora alemana concluye que “la violencia renta”, pero lo malo es que renta indiscriminadamente”. Es hora de reconocer que hasta el momento la violencia de los bloqueos y el poder de la ciudadanía, pacíficamente movilizada, ha rentado a favor de la cuestión social, pero si continúan los bloqueos indiscriminados y arbitrarios rentará negativamente para todos y a favor de unos pocos. Para aquellos pocos, “los mismos con las mismas”, que siempre han bloqueado las vidas de las mayorías con un costo de sangre y sufrimiento inadmisible, que puede terminar consolidándolos una vez más en el ejercicio violento y criminal de su poder político corrupto y deslegitimado. Un poder que hoy se encuentra en jaque, pero que para conservarlo en el 2022 apelarán de nuevo al miedo, el odio, los prejuicios, la ignorancia e incluso hasta a la violencia selectiva de los magnicidios, si la consideran necesaria y rentable para su ignominiosa causa. La causa de quienes se consideran «buenos ciudadanos» y son incapaces de reconocer sus responsabilidades como los mayores bloqueadores de la justicia social y la democracia en Colombia.

 

 

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