Burlaburlando

Publicado el donhumor

¡Las panzas caucanas sí que entienden de desarmes!

Caricatura de Margarita MolanoCaricatura de Margarita Molano

Vaya, vaya. Con que en esas andan los más inteligentes de nuestros políticos y alcaldes: tratando de inducirnos al desarme.

Lo cual no quiere decir que debamos entregar los arsenales caseros que tenemos para defensa de propia vida ante el ataque ajeno.

No. Sino que tenemos que combatir la violencia con la estrategia única que ellos mismos emplean: echando la mar de carreta sobre el tema del desarme.

Que fue precisamente lo que evitó hacer cierta barriga, tan “sobresaliente” como caucana. Ésta, en lugar de entregarse a bla, bla, bla…, lo que hizo fue desactivar de por vida a un arma que, aunque en Colombia no se le conoce como suficientemente nuclear, sí se le considera bastante peligrosa: el cuchillo.

Los hechos ocurrieron en Popayán, y con ellos se perpetró una obra de teatro breve, que ustedes, generosos lectores, si no tienen algo mejor que hacer, deberían presenciar en seguida, y se lleva a cabo no por actos, como en los dramas chaquesperianos, sino en trozos pequeños.

Comienzo por presentarles a los cuatro protagonistas: la panza caucana de una potencia en volumen de treinta litros de “pola” al día; dos ciencias médicas locales y el cuchillo.

TROZO I

Dos buenos vecinos deciden poner en práctica aquello que hoy llaman “solución pacífica de conflictos”. Disponen para ello, claro está, de un pleito larguísimo.

Empiezan creando la “mesa de negociaciones”, y ahí mismo ocupándola.

Pero da la casualidad que la “mesa de negociaciones” no pertenece a alguna comisión de paz sino a una tienda de barrio. Y así, entre “pola y pola”, los dos vecinos dan por terminada la “solución pacífica”, y deciden someter su pleito a un método mejor y más ameno: “la solución alcohólica”

Pero la cuenta crece y la solución tarda. Viendo esto, a uno de ellos se le ocurre que es tiempo de ensayar una “solución rápida”. Recuerda entonces que el uso de puñalada, no solo no está prohibido expresamente en los manuales, sino que ayuda bastante. Y así, aquel hombre saca su veloz método a relucir, y…

Cae el telón.

TROZO II

La panza, junto con su propietario, alcanza a llegar con aire al hospital Toribio Maya. Sin embargo, un pequeño agujero hace esfuerzos desesperados por desinflarla y sacarla de servicio.

La ciencia médica local despliega entonces a todos sus efectivos. Le hacen todo lo que en un caso así deben hacerle. Hasta le tapan el agujero. De modo que, de nuevo con su propietario a cuestas, la panza vuelve sana a casa.

Pero lo de sana le dura poco. A los tres meses vuelve por indigestión permanente a otro hospital. Allí otra ciencia médica la abre, y lo que encuentra pone a esta ciencia patas arriba, como señal inequívoca de sorpresa y desmayo.

¿Patas arriba? Sí, porque lo que halla, y que la barriga no podrá digerir jamás, es ni más ni menos que la hoja de un cuchillo.

¿Qué ha ocurrido? Que durante la aplicación de la “solución rápida”, la panza reacciona y actúa como la haría una auténtica heroína del desarme: no devuelve el cuchillo completo, sino solo el mango.

Cae el telón.

TROZO III

Y el último, para alivio de los lectores que hasta aquí han soportado silla y obra.

En este momento comienza, más que la “solución jurídica”, la batalla legal.

Porque la panza, viéndose de tal modo agujereada, va a la Justicia y acusa al dueño del cuchillo de porte ilegal de armas de muy mala calidad y altísimo poder infeccioso.

El otro vecino, que ve su cuchillo inservible, hace a su vez lo propio: acusa a la panza de detrimento en su patrimonio armamentístico.

Y las autoridades caucanas, conscientes de sus deberes, promueven a su turno la desinfección y control de calidad de las herramientas propias de la “solución rápida de conflictos”.

Y este es el punto en que cae por última vez el telón y ustedes abandonan la sala y se dispersan…

Y yo les digo: gracias, y los invito a que no se pierdan el próximo escrito, que ofrecerá también su buena dosis de sabrosura.

Comentarios