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Publicado el Vicente Pérez

Una peligrosa ligereza

 

Foto: Presidencia

Las declaraciones del ministro de Defensa colombiano, Diego Molano, según las cuales este país es enemigo de Hezbolá y de Irán, evidencian la ligereza con que un político sin experiencia internacional habla en escenarios extranjeros como si hablara ante el desatento Congreso colombiano, además de mostrar una falta de preparación en el discurso de los representantes del Estado colombiano cuando salen a ultramar.

¿Por qué lo hizo? Tal vez todo sea el contexto: tenía los micrófonos abiertos ante el presidente de Israel, Isaac Herzog, y quizás eso fue toda su motivación: el afán de agradarlo, mostrándole, de paso, que en Colombia también se maneja el discurso beligerante que impera en la tensión de Arabia.

Pero no hay que quedarse en la crítica a la lambonería o a la complacencia. Molano estaba señalando algo muy grave para la seguridad en Colombia, y es la incursión de grupos terroristas islámicos en Venezuela que —se sabe— están creando una ruta transnacional de minerales, drogas y armamento.

Sin embargo, bien se dice que la política también son formas; y no hay que olvidar que, aunque quien haya hablado sea el ministro de Defensa y no el de Relaciones Exteriores, Molano estaba parado sobre el espinoso terreno de la diplomacia de Medio Oriente, y una ligereza como afirmar que Irán es enemiga de Colombia (o viceversa) es una declaración de suma gravedad, que además no le corresponde hacer a él.

Inmediatamente el presidente Iván Duque vino como bombero a apagar el fuego, consciente, por supuesto, de que Irán es una potencia que no se debe subestimar, ni cultural —es el antiguo imperio Persa— ni políticamente. Incluso Estados Unidos llegó hace poco a un acuerdo con ese país para controlar su programa nuclear, y le ha bajado a la tensión luego de que asesinaran hace un año a un importante general iraní, Soleimani. Una declaración de enemistad contra cualquier potencia militar es simplemente desafortunada, y la bravuconada de Molano solo demuestra su falta de preparación como estadista.

En todo caso, de las palabras de Molano se extrae con claridad que lo que le importa no es Irán propiamente, sino que Irán apoye a Venezuela. Pero sabemos que, en esa senda, están alineados también Rusia y China.

¿Se atreverá a sugerir algo similar en relación con Rusia? Ya no mencionemos a China, que sostiene importantes inversiones en Colombia, donde, con la complacencia de gobiernos muy pronorteamericanos, han ingresado las tecnológicas de Xiaomi y Huawei.
Llama la atención que nunca antes se hubiera usado la palabra «enemigo» para referirse a otro Estado por parte de Colombia, e incluso desentona completamente con la tradición cautelosa de este país en materia diplomática.

Aunque hubiera querido apagar el incendio, el presidente quedó muy mal parado, y solo recuerda lo que ya ha pasado con Estados Unidos, con Haití, y ahora con Irán: que la política exterior del gobierno Duque es un desastre.

Ojalá no nos traiga consecuencias.

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