Blog de notas

Publicado el Vicente Pérez

Reflexión de un bar

Se cuenta que una noche cualquiera, en un bar cualquiera, se tenía una de esas profundas y coherentes charlas de tragos. Eran tres o cuatro muchachos hablando de distintos temas: tecnología, relaciones internacionales, educación, la vida… Y un silencioso espectador oía sigilosamente lo que se platicaba en la única mesa del escueto bar que atendía.

El narrador no sabe lo que pasaba por la mente de aquel observador, y difícilmente desenrede el pensamiento intrincado por lo tragos. Pero por esas situaciones que algunos llaman coincidencias, otros imprudencias, en un comentario el espectador que era unos cuarenta años mayor que los charladores pasó a protagonizar una conclusión de todo lo que allí se haya dicho:

Discúlpenme, pero tocando ese tema (pudo ser aborto, matrimonio homosexual, o cualquier cosa que genere polémica) quiero decirles una cosa dijo con aire conclusivo es que en mi época alguien que fumara marihuana era como un delincuente. En el campo robarse una vaca, unas gallinas era algo muy grave y por eso había un problema grande; hoy resulta que los ladrones más grandes se roban miles de millones y son gente de Estado, gente estudiada, entiéndase. Yo sí he notado la degradación social de la juventud de estos días, y uno se da cuenta que hay cosas que son muy normales. (…) La iglesia era muy importante y la gente hacía lo que decía.

Luego contó otra historia (que no se incluirá en esta) de sus años de taxista, y la suerte de una clienta que seducida por la lujuria y las drogas años después se la encontraría en una calle en la indigencia…

El lector sabrá lo refutable de la sentencia del ya interlocutor condenatorio de esta sociedad. No es el punto discutir si un fumador sea un delincuente (pues naturalmente no lo es, y tampoco sabemos si sea la idea de nuestro personaje o la de la sociedad de su tiempo). Sin embargo los contrastes son evidentes (y las ironías también), hay quienes añoran la sociedad antigua y quieren devolver esta a su estado anterior, habemos quienes queremos mejorarla y aprovechar los avances subsanando sus desatinos. Pero si algo ha de considerarse es la idea del ladrón de gallinas, de vacas, que bien o mal ajusticiaban con la ley del campo y el contraste con el doctor que desde la capital impunemente saquea lo que es de todos.

No se sabrá el porqué del origen ni de esa extraña conclusión de esa conversación. Pero qué más, son las reflexiones de bar.

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