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¡Ojo Medellín!

Por: ALEXÁNDER BOLÍVAR (@alexbolivarf)

La inseguridad en Medellín será un tema de nunca acabar. Cada vez más los delincuentes encuentran maneras diferentes de cometer crímenes y, entre estos, los más comunes son los robos. Pero en los últimos años, y más fuerte en el pasado semestre, el modus operandi de estos criminales es, lo llamo yo, atraco motorizado.

Aprovechando que, lamentablemente en Medellín otro gran problema es la pésima movilidad, estos ladrones en una motocicleta paran al lado del carro, cuando este se encuentra en un semáforo o trancón y amenazan al conductor con un arma de fuego, robándole su celular, billetera y su reloj, entre otros.

El pasado diciembre me tocó vivir un caso muy cercano, cuando a uno de mis estudiantes, a las 6 y 30 de la mañana, en la Avenida Las Vegas, llegando al Éxito de Envigado, dos ladrones muy jóvenes le robaron su reloj y su anillo de bodas. Afortunadamente, me dijo él, no le robaron ni su celular ni su billetera. Ante esto, media hora después, cuando lo vi, le pregunté si iba a hacer alguna denuncia y me dijo: “¿para qué?, los policías lo único que van a hacer es recibir mi reporte y archivarlo, porque ellos no van a salir a buscar a los ladrones, y si los encuentran, los dejan libres al instante”.

El mes pasado se vivieron dos casos muy famosos, los cuales se dieron a conocer por medio de fotos publicadas en las redes sociales, en donde ocurría el mismo modus operandi. El último de ellos, la semana pasada, fue públicamente denunciado a través de Twitter por el exconcejal de Medellín, Federico Gutiérrez (@FicoGutierrez). Y la alcaldía, por medio de su secretario de Seguridad, en vez de apoyarlo y tomar medidas frente a esta situación que vive la ciudad, lo critica y dice que ese es un caso aislado, que en ese sector la seguridad anda muy bien y que tienen un excelente esquema de protección. ¡Por favor! La Alcaldía de Anibal Gaviria sólo se ha encargado de crear vicealcaldías, las cuales no han servido de nada al igual que más secretarías para dar la ilusión de que se están haciendo las cosas bien, pero esa no es la realidad que vivimos los ciudadanos todos los días. Lo poco que se ha hecho son paños de agua tibia, pero no se han tomado decisiones que en verdad le cambien la cara a Medellín, de ser, todavía, una de las ciudades más inseguras del mundo.

Algo más triste se vivió el pasado 27 de diciembre, cuando al joven médico Daniel Areiza lo mataron por robarle la moto en el centro de la ciudad. Ante este hecho, el concejal Juan Felipe Campuzano, quien como el procurador también es un fanático religioso de ultraderecha, propuso que a los ladrones “los cuelguen de donde sabemos”. También escribió: “si al sicario le gusta la sangre, hay que ponerlo a sangrar, si le gusta el dolor, hay que infligírselo y si le gusta la muerte… sencillo”. O sea, ojo por ojo, diente por diente. Esto no debería ser así. En este país estamos cansados de tanta violencia, muchos de los conflictos que hemos vivido, los hemos solucionado y estamos tratando de solucionarlos sin sangre. Pero uno de los más recordados es el holocausto del Palacio de Justicia, donde los militares quisieron finalizarlo a sangre y eso fue lo que obtuvieron: magistrados, trabajadores y visitantes ocasionales asesinados y desaparecidos por la fuerza pública.

Me refiero a este lamentable hecho, para finalizar con que la forma apropiada de acabar con la violencia no es más violencia. Se debe mejorar la seguridad, la vigilancia, la convivencia y la cultura al igual que la justicia, pues no se puede ser tan débil, pero tampoco matar en una silla eléctrica, o colgar de una horca a cada ladrón que se atrape.

 

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