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Publicado el Bajolamanga

No me pregunten por qué escribo

Todo el tiempo nos llaman inconformes, problemáticos e inclusive, revolucionarios. Ya hasta nos miran feo y nos ignoran cuando decimos que no estamos de acuerdo, y ha sido tan evidente este rechazo que últimamente no nos provoca ni hablar. Sentimos que ya no vale la pena luchar por aquello que ya perdimos.

No somos más que diminutos soldaditos con un corazón fuerte pero resentido, habitantes de estas tierras injustas que solo alimentan ese deseo de cambiar lo que no pudo ser cambiado. Nacimos pensando que todo era posible y a medida que el tiempo pasaba, –y la cantidad de causas perdidas incrementaba– fuimos convirtiendo la indiferencia en nuestro mecanismo de defensa, así tuviéramos muy claro que nada de lo que estaba sucediendo debía ser ignorado.

Defensores de las pequeñas causas perdidas somos todos los colombianos de las nuevas generaciones, los que nacimos en los sobrados de la guerra y los mismos que estamos cansados de que nos digan que lo estamos haciendo como no es.

Esta es nuestra revolución pasiva, escrita por un corazón indignado que no tiene ganas de mirar al mundo, en nuestro mejor momento fuimos defensores de las causas nobles pero ni siquiera así pudimos acabar la guerra, y hoy no nos queda de otra más que vivir con ese desasosiego.

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