Bajolamanga.co

Publicado el Bajolamanga

¿Mejor malo conocido?

El contenido de la sabiduría popular, materializado en los bien conocidos refranes, es una herramienta de vital importancia en la toma cotidiana de decisiones. Los refranes nos han enseñado que madrugar permite que las labores cotidianas rindan un poco más, que dormirse en la toma de decisiones puede acarrear problemas camaronudos, que el amor con amor se paga, que la confianza no está dada para los cuervos y que la fama cura el sueño. No son pocas las ocasiones de la vida en que un refrán elimina un dolor de cabeza, o permite saltarse el proceso racional de toma de decisiones en virtud de estar parados sobre la sabiduría colectiva. Con refranes vamos y con refranes venimos.

No obstante, el absolutismo de estas expresiones –propias de la naturaleza lingüística de las mismas- debe ser analizado con lupa -toda vez que el diablo está en los detalles. Así pues, quien se permita examinar en algún punto de su vida el refrán “Al que madruga Dios lo ayuda”, aun decidiendo que la palabra divina se refiere a la vida misma y a lo que colectivamente hemos decidido nombrar como destino, no encontrará fácilmente puntos de acuerdo sobre las ventajas de madrugar al conversar con sus amigos. Mientras que para un profesor de cátedra una clase a las 6 de la mañana puede representar la mejor manera de arrancar un día y aprovechar el tiempo sobrante en sus demás ocupaciones, de seguro sus estudiantes no pensarán lo mismo cuando la palabra fenomenologíaretumbe dolorosamente en el frío de las 6:15 de la mañana.

Ahora, entre todos los refranes que podríamos examinar para entablar tertulias y debates cerveceros –vineros para los más exquisitos-, hay uno que me genera una particular intriga para los días que se avecinan, a saber: “Mejor malo conocido que bueno por conocer”. Con las elecciones cada vez más cerca, aceptar que la sabiduría popular lleva la razón en este refrán –que escucho todos los días en las calles de Medellín- no es otra cosa que reconocer que en política es mejor votar por los más conocidos así sean corruptos y malos ejecutores, que arriesgarse por las nuevas voces que intervienen en el escenario público por culpa del miedo que los corruptos y malos ejecutores han generado. Palabras más palabras menos, que es mejor votar por el corrupto para que luego no aparezca uno más corrupto.

Como producto de esta circunstancia, frases como “No importa que roben, lo importante es que por lo menos la plata se vea” o “Les prometo que no hay serrucho, y si serrucho no es mucho” se sumergen peligrosamente en nuestra cotidianidad. El exabrupto del apoyo irracional hacia los malos políticos se haya inserto, claramente por una instrumentalización que estos mismos han encabezado, en el comportamiento de nuestra ciudadanía.

Las campañas que empiezan en 15 días tienen ante sí un reto de carácter ciudadano. Les compete a todos los candidatos hablar desde la verdad, con transparencia y haciendo que en el debate público primen las ideas. Les compete entablar un proceso pedagógico para que la deliberación sea la herramienta ciudadana que permita disfrutar de estas elecciones venideras. Y a los ciudadanos, nos queda el reto de identificar a los más malitos para denunciar sus intenciones de mantenernos engañados. No es mejor malo conocido.

Los invitamos a seguir Bajo La Manga en Twitter: @bajo_lamanga y a visitarnos en www.bajolamanga.co

Comentarios