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Los apologistas del paramilitarismo

 Por: Sergio Mesa (@sermeca)

De un tiempo para acá, no sé cuánto, pero he leído varias columnas de prensa al respecto, y releído columnas de varios uribistas, he notado que ahora que se negocia en La Habana una salida negociada el conflicto armado, aquellos que alguna vez elogiaron la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y su sometimiento a la Ley de Justicia y Paz (975 de 2005) se oponen a la participación política de las FARC. Hipócritas.

Para entender por qué es fundamental discutir el tema de la participación política de los grupos alzados en armas, tomaré algunos apuntes del libro Guerras recicladas, de María Teresa Ronderos, quien en una exhaustiva investigación revisa los orígenes del fenómeno paramilitar y sus transformación y expansión como estructura de ofensiva criminal contra la izquierda y el comunismo.

Antes de entrar en detalle quiero revisar una discusión ideológica que se ha estado dando en las últimas semanas en el diario El Colombiano.

El columnista Raúl Tamayo Gaviria, cuñado de los hermanos Gómez Martínez: Juan María, exsenador y exgobernador, y Ana Mercedes, exdirectora del diario y actual senadora del Centro Democrático, le dedicó una nota sectaria a otro columnista, de origen judío y muy crítico, Yohir Akerman, en donde le decía que sus columnas en un diario insigne de la moral y el conservadurismo son como mosca en leche. Éste le respondió en otra columna de manera muy decente, documentada y con datos que muchos no recordábamos, como que el señor Tamayo, franquista y admirador del Opus Dei, elogiaba a Carlos Castaño y la pacificación que hicieron las AUC del Urabá (ver columna: http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/paramilitarismo-platonico-DF465324).

Las palabras publicadas en un diario o en las redes sociales, ahora que opinamos en la web, siempre serán parte de nuestra historia.

“(…) fui testigo de la pacificación y tranquilidad que nos dieron las AUC en Urabá. Tengo miles de testigos, ganaderos y bananeros, que se beneficiaron con el Élmer Cárdenas y el Bloque Bananeros. Más efectivos que cualquier autoridad (…) La gratitud es un deber”, escribía Raúl Tamayo hace unos años. Nostalgia de la criminalidad que reinó durante dos décadas en Colombia (ver columna: http://www.elcolombiano.com/refritos-peligrosos-IA570684).

Volviendo al tema de los apologistas leí con rigurosidad el libro de María Teresa Ronderos y me quedé sorprendido de los datos que aporta, uno de ellos que sirve para ilustrar lo que se negocia en La Habana y lo que pensaban en su momento los paramilitares de una mesa de negociación y posterior sometimiento a la justicia: “…Carlos Castaño consiguió reunirse con el ministro del Interior, Horacio Serpa, pero como este sólo le ofreció desarme y sometimiento a la justicia, no aceptó. Las ACCU [Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá] querían un tratamiento generoso como el que planeaban darle a las FARC: seguir derecho a la salida, sin pasar por la cárcel ni perder propiedades” (Ronderos, 2014).

Hace unos días la revista Forbes incluyó en un informe sobre los grupos terroristas del mundo con más recursos económicos, para financiar su guerra, a las FARC, calculando su fortuna en $US 600 millones, lo cual será un tema duro de tratar en la mesa de negociación, si vamos hablamos de reparar a las víctimas del conflicto. Lo mismo se les propuso a las AUC y hasta el momento no han cumplido con la entrega de todo su dinero, producto de la droga y el financiamiento de los comerciantes, además de la cooptación de los dineros públicos en diferentes municipios costeros, como lo cuenta James Robinson en Por qué fracasan los países.

Ahora que hay tensión en La Habana por el secuestro de un general, de quien hasta el momento no se sabe por qué se metió en una zona guerrillera que él bien conoce, los apologistas del paramilitarismo regresan con sus historias de pacificación, de cifras de guerrilleros muertos y su discurso de paz. Así no es la cosa. Yo no he confiado en el proceso de paz, pero eso no es razón para que yo añore el paramilitarismo, como lo hacen muchos radicales.

Da escalofrío leer a Raúl Tamayo, quien cada sábado lanza dardos terroríficos desde su caverna. O sino vean esta perla: …mis artículos fueron, en su época, un reconocimiento a esos movimientos [paramilitares] porque gracias a ellos, pudimos los urabaenses volver a recuperar nuestras tierras y dar trabajo a los campesinos honrados perseguidos por el terrorismo”. Es así como se elogia la suplantación de la fuerza legal del Estado.

Y se hacen llamar legítimos, mientras añoran las fuerzas ilegales que controlan el orden, matan inocentes y limpian a la sociedad de los incómodos. Y luego responsabilizan de lo que les pasa a su integridad, después de comulgar con los criminales.

Coletilla: este mes se publican dos libros que esperamos leer con muchas ansias. Así empezó todo, de Enrique Santos Calderón, hermano del presidente Santos, quien escribe sobre el inicio del actual proceso de La Habana, porque él es un hombre que ha hecho parte de la izquierda y de varios procesos de paz, siendo periodista e intelectual, aportando datos desconocidos. Y el otro libro es La oculta, de Héctor Abad Faciolince, quien regresa con una novela sobre la colonización el suroeste antioqueño y la historia de una finca, que tiene raíces familiares, entre Betulia y Jericó; será presentado en el Museo de Arte Moderno de Medellín el próximo jueves, 27 de noviembre, a las 7.00 p.m. Sí hay qué leer.

 

 Esta y otras columnas podrá leerlas en www.bajolamanga.co (@bajo_lamanga)

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