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El reto de la paz con el ELN

Por: Camilo Arango 

El día de ayer se llevó a cabo la primera alocución televisada del Presidente Santos en 2015, donde volvió a tratar de forma muy general los propósitos de su segundo gobierno que seguramente ocuparán la agenda de formulación del nuevo plan nacional de desarrollo. Pero cuando habló del objetivo de la paz, volvió a mencionar la cercana posibilidad de conformación de una nueva mesa de diálogos de paz en este caso con la guerrilla del ELN, justo en una semana llena de noticias y reacciones en relación con el proceso de paz con la guerrilla de las FARC que el pasado 4 de enero cumplió dos años y cuatro meses desde su instalación.

Los medios de comunicación empezaron el año recogiendo diferentes manifestaciones en relación con el proceso de paz, desde invitaciones a marchas de unos sectores con la pretensión de conciliar los intereses del Centro Democrático con los demás partidos que apoyan las negociaciones, hasta el comunicado publicado por las FARC en su página web en el que expresan un reconocimiento por la conmemoración de los 50 años de lucha armada del ELN, haciendo un llamado a la unidad insurgente que finalmente cautive un interés legítimo del gobierno por hacer la paz.

Lo cierto es que la noticia de la instalación formal de una mesa de negociación de paz con la guerrilla del ELN, esperada desde hace meses cuando se filtró en medios de comunicación los acercamientos entre el gobierno de Santos y esa guerrilla, sería une excelente anuncio para iniciar el 2015 siempre que se tomen los correctivos para no volver sobre las lecciones aprendidas que ha dejado la negociación con las FARC, y se tenga en cuenta que la agenda de negociación debe ser completamente diferente.

Lo primero es que se debe verificar la real voluntad de negociación de del ELN para llegar a la mesa de negociación, luego de cerca de un año de acercamientos previos con el gobierno nacional y varios mensajes contradictorios desde su comandancia. Es fundamental que el gobierno otorgue las garantías al grupo negociador que delegue esa guerrilla, pero que se blinde de la posibilidad del afán mediático del ELN de llegar con una postura fuerte a la mesa de negociación para no parecer un proceso de menor importancia al que se lleva con las FARC. En segundo lugar, es que el equipo negociador que conforme el gobierno deberá están en capacidad de entender las particularidades de un nuevo proceso con una guerrilla diferente, que podrá tener similitudes con la experiencia recorrida en estos dos años, pero teniendo claridades sobre las diferencias en las agendas de negociación entre una guerrilla y otra que requerirán de decisiones al interior del gobierno igual de complejas que las avanzadas con las FARC.

El gobierno por su parte debe dejar dos cosas claras en la formulación del plan nacional de desarrollo. La primera, es demostrar que la consolidación de la paz si es un escenario prioritario y que es el primer punto de la agenda política, ya no con discurso sino con propuestas, programas y proyectos, dejando la puerta abierta con mecanismos jurídicos que permitan enmarcar el nuevo proceso de negociación con el ELN y tomar las decisiones que allí se precisen. La segunda es que debe mantener una posición fuerte al momento de negociar el cese definitivo al fuego en los dos procesos, para avanzar en la creación de mecanismos de verificación y control robustos y suficientes que garanticen el fin del conflicto. No será un año fácil, pero esperemos  que como lo dijo en su alocución del día de ayer, éste si sea un año que nos acerque a la paz.

 

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