Por: Camilo Arango (@camiloarangoo) y Laura Gallego (@LauraGallegoM)
Convulsionados han resultado los últimos días en varios de los partidos políticos que están llamados a tener un lugar relevante en las próximas elecciones regionales en el país. De cuenta del otorgamiento de los avales para las campañas de candidatos a las alcaldías y las gobernaciones, algunos directores de las colectividades han renunciado a su posición por considerar inadecuados los mecanismos de elección de los candidatos, han denunciado prácticas clientelistas e incluso han expresado en algunos casos su incapacidad para liderar un partido político que avala a candidatos cuestionados o sancionados anteriormente por casos de corrupción.
Primero fue Cambio Radial que anunció el retiro de Carlos Fernando Galán de la dirección del partido, luego de que éste cuestionara con vehemencia el otorgamiento de avales a las candidaturas de su partido a las gobernaciones de Antioquia y La Guajira, y denunciara comportamientos irregulares en cargos internos de la organización, como la secretaría general.
Ahora es el partido Liberal. Viviane Morales presentó su renuncia a su posición de codirectora de la colectividad, argumentando su inconformidad con el incumplimiento de los procesos de designación de los avales al interior del partido, citando expresamente los casos de las candidaturas a las gobernaciones avaladas por el liberalismo en varios departamentos. “En algunos lugares se privilegió únicamente la voluntad de los congresistas que prevalidos de los resultados electorales del año pasado apabullan y desconocen a otros sectores militantes en un ejercicio lamentable de cacicazgo político. No de otra manera se puede entender por parte de la opinión pública la reiterada negación de un aval a quien puntea en las encuestas pero que se enfrenta a la caprichosa oposición de los congresistas de la región, o la entrega de avales a personas cuestionadas o sin trayectoria alguna en lo público cuyo único título es la bendición del respectivo parlamentario”.
Lo cierto es que nadie quiere asumir desde la dirección de los partidos políticos la responsabilidad política y jurídica que les asiste en la designación de los avales a candidatos cuestionados o incluso sancionados penal, fiscal o disciplinariamente en al pasado, pero tampoco se toman medidas al interior de las colectividades para evaluar la pertinencia y mantener o revocar los avales otorgados. Mientras toda la atención mediática se centra en la discusión de los directores salientes con las alas políticamente poderosas de los partidos, el tiempo sigue su curso y los candidatos cuestionados avanzan en la consolidación de sus estrategias electorales para ser elegidos el próximo 25 de octubre.
Con buen tino afirmó Galán en su acto de renuncia, que “la crisis que viven los partidos políticos en Colombia los obliga a tomar decisiones que lleven a la recuperación de la confianza de los ciudadanos. Para eso se deben privilegiar las ideas y coherencia, en lugar del pragmatismo que rodea el propósito de simplemente sumar votos”. Pero si las renuncias y el cubrimiento mediático a las situaciones denunciadas no dan lugar a la toma de decisiones de fondo al interior de los partidos, de nuevo los que volvemos a perder en una situación como la descrita somos los electores, y otra vez los elegidos para los próximos cuatro años, serán esos candidatos cuestionados, sancionados en el pasado, corruptos y clientelistas.
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