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Balance del Foro Urbano Mundial en Medellín

Por: ANDRÉS PRECIADO (@andrespreciado3)

Termina el séptimo Foro Urbano Mundial en Medellín, liderado por ONU-Hábitat con el apoyo y compromiso decidido del gobierno local de la ciudad, y se hace necesario hacer un cruce de cuentas de los aportes que deja a la ciudad en oposición a los gastos que generó y del nivel de discusión que mostró en temas centrales de urbanismo.

De entrada defiendo una postura moderada, si se quiere intermedia, entre los utópicos gobiernistas y los distópicos sociales. Los utópicos, por un lado, creen que Medellín es lo que se sueñan de ella; una ciudad innovadora, progresista, que marcha hacia el primer mundo con algunos males menores pero que se ha transformado significativamente de la mano de un par de mecenas que enseñaron el rumbo. Esa Medellín de utopía nace en Carabobo norte en el Explora y el Jardín Botánico, en el Centro Cultural de Moravia, en los Metrocables, bibliotecas y colegios de calidad pero no se detiene a mirar en detalle los problemas estructurales que aun tenemos como ciudad. Es innegable la transformación, pero puede que únicamente pintáramos la fachada de una ciudad que aun conserva por dentro grietas profundas.

En el otro lado, igual de extremista, están los distópicos sociales, aquellos que aseguran que estamos en un momento al borde del colapso, que cada vez estamos peor y que no hay ninguna posibilidad de que las cosas mejoren, en Medellín y el resto del mundo, si seguimos en un modelo capitalista salvaje que acaba con nuestra identidad y mientras el Estado siga acaparando toda nuestra existencia convertido en un mostro de 5 cabezas. Esta perorata seudo anarquista, cuasi comunista y que ralla con la cantaleta la hacen a través de instalaciones artísticas que en realidad son un poco confusas y vía redes sociales como Facebook y Twitter. Lo contradictorio es que los anarquistas del régimen usan teléfonos inteligentes (producidos por el régimen) para difundir su pensamiento a través de redes sociales (nada menos capitalista) en donde se critica fundamentalmente al Estado (aún cuando la mayoría no tiene problema en ir a las instituciones públicas de educación subvencionado por el Estado para luego volverse un empleado del Estado una vez se haga profesional).

Para los distópicos Medellín es el diablo pues creen que la ciudad es el centro de la politiquería, de la corrupción y del capitalismo gobernando una ciudad, que todas las instituciones funcionan mal y que los políticos todos son pésimos. En resumidas cuentas, Medellín para ellos tiene muchos problemas que el Estado no resuelve, sea lo que sea que se haga está mal, y eso si, nunca proponen una idea realista de intervención, a lo sumo su propuesta se centra en desmontar el modelo capitalista de consumo, algo que personalmente veo difícil.

El Foro Urbano fue un escenario parecido, un espacio de gobiernistas e institucionalistas utópicos que hablaron una semana de la Medellín que se sueñan, mientras en otro extremo de la ciudad un grupo de distópicos se juntaban a recordarse que estamos mal y que estaremos peor. No había punto medio y las discusiones, en la mayoría de ocasiones, carecieron de los puntos encontrados y la llegada a consensos.

¿Cómo ciudad que nos deja el Foro? Nos deja la duda en torno a si tenemos claro el modelo de desarrollo urbano que queremos como ciudad. Lo más probable es que lleguemos a la conclusión que no tenemos uno, la tarea entonces es comenzar a construirlo, todos, utópicos y distópicos.

El Foro deja claro que como ciudad ya no somos el pato feo a nivel internacional y que la imagen de Medellín como ciudad que avanza se consolida en el plano mundial. Definamos entonces en una estrategia de internacionalización seria que tipo de eventos como este queremos albergar, no está mal que se hagan, pero no debemos hacerlos todos, comenzar a priorizar y señalar que eventos claves realizamos y cuáles no será clave en el futuro.

Más allá de lo económico, de cuánto nos costó, cuánto dinero entró y demás. El Foro en sí mismo es bueno y valió la pena hacerlo pues al menos nos recordó que aun nos falta muchísimo para avanzar, pero que algo de camino llevamos recorrido.

 

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