Según una encuesta hecha en nuestro país por la compañía farmacéutica Pfizer (escuchar entrevista), solo cuatro de cada diez hombres usa condón. Si uno elucubra más allá de este dato podría obtener una cifra aún mas alarmante pues la promiscuidad en el mundo es el pan de cada día; es probable que uno o dos de esos…
Según una encuesta hecha en nuestro país por la compañía farmacéutica Pfizer (escuchar entrevista), solo cuatro de cada diez hombres usa condón. Si uno elucubra más allá de este dato podría obtener una cifra aún mas alarmante pues la promiscuidad en el mundo es el pan de cada día; es probable que uno o dos de esos cuatro que no usan el “forrito” tienen relaciones sexuales con más de una mujer. Cuando escuché la noticia pensé que lo mejor para la humanidad en términos de salubridad era recurrir a la masturbación pero francamente esa opción es casi imposible para mí en plena segunda década de mi vida; creo que tampoco para ustedes lo es. Lo cierto es que la masturbación es tal vez la práctica sexual más saludable de todas. Con excepción de la adicción y la práctica conjunta con el voyeurismo, exhibicionismo y el acoso.
Estudié mi bachillerato en un colegio adventista obviamente con un enfoque particular de las vivencias de la juventud. En esa clase, el profesor comenzó a hablar de la “paja” como aberración sexual. Mencionaba que no sólo perturbaba la mente disminuyendo la memoria, sino que también disminuía la visión y podía generar esterilidad. Por obvias razones sabrán que quedé frío y aterrado al escuchar lo que una figura de autoridad me decía. En lo único que podía pensar era en que tal vez recibiría el castigo de Onán por practicar el “coitus interruptus”, muy pronto Dios haría que la tierra me tragara. Hay un antes y un después de mi adolescencia a partir de ese día. No porque la práctica hubiera cesado, sino por el terror que le imprimió a cada una de las sesiones. Lo peor fue que difundí la información entre allegados quienes también se mostraron estupefactos.
Hoy tengo muy buena memoria, pero sufro de miopía. ¿Habrá sido consecuencia de ello?. Para los años siguientes fui encontrando valiosos aportes que me tranquilizaron un poco, aún cuando no provinieran de peritos en la materia. Sus frases usuales eran “el que niega la paja, niega la madre”, “una paja al año no hace daño”, “¿quién no tiene pelos en la mano?” entre otras.
Hoy, ya habiendo conocido las mieles del sexo en pareja y pasado las oleadas de la adolescencia puedo detenerme en este tema con más frialdad y con un poquitico menos de calentura. Los estudios sugieren que el 94% de los hombres se masturban durante toda su vida con una frecuencia variable que tiene su cumbre en la pubertad. Las mujeres no se quedan atrás, son bastante más reservadas con el asunto y eso lo he comprobado. Sin embargo se sugiere que del 85% al 93% de las mujeres se masturban y de ello viene hablando el sexólogo Havelock Ellis desde el siglo XIX. Si bien este ha sido un tema tabú por años, la sociedad actual está más dispuesta a tratarlo con más normalidad. No así en Indonesia, donde la masturbación masculina o femenina se castiga con la muerte por la horca.
Los sexólogos en general se han puesto de acuerdo en afirmar que la práctica de la masturbación reduce la tensión y puede enriquecer su vida sexual; tiene un gran valor gratificante y en mujeres embarazadas que lo practican mejora la dinámica del parto, disminuye la probabilidad de padecer de disfunciones y por supuesto con un 100% de efectividad usted no se contagiará de infecciones de transmisión sexual.
A pesar de mi miopía, sé que lo que el profesor le decía a la clase hace parte de la cultura popular y en el caso de las religiones se tienen como máximas verdaderas aún cuando carezcan de evidencias (en realidad yo soy miope porque casi toda mi familia lo es) con el fin de atemorizar a los jóvenes y mantener limpias las almas. No hace falta decir que en esa misión han fracasado.
Pues bien, para terminar y dejar de escribir tanta “paja”, la masturbación es un hecho por estadística casi inevitable. Si usted está en su adolescencia, no se preocupe por esas ganas, por el contrario ofrézcales alivio. Llegará el momento de su vida en el que poco a poco se irá remplazando por el exquisito e inmejorable sexo en pareja. Nada mejor que compartir el deseo con la persona que te atrae y amas. Aunque, unas “pajitas” al año no hacen daño.
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