En época electoral salen a flote las peores prácticas de la política colombiana. Los “Jochos” prometen casas a cambio de votos, los contratistas financian campañas con la convicción de que les devolverán el favor, los empleados públicos reciben la orden de por quién votar para no perder el puesto y como siempre, los políticos prometen todo lo contrario a lo que hacen cuando quedan elegidos. En esta oportunidad, los abanderados de esa nefasta tradición son los partidos de la unidad nacional.
La buena noticia es que la Colombia de hoy no es la misma que la de hace algunos años. Las diferentes luchas ciudadanas, en auge desde el 2011, le han enseñado al país a no quedarse callado y a exigir sus derechos. Esa creciente indignación enfila baterías contra la mermelada marca JMS. Los clientelistas tienen cada vez más problemas para “amarrar” sus votos. Sus electores se preguntan ¿Dónde estaban durante el Paro Agrario? ¿Por qué votaron a favor los TLC? ¿Por qué privilegian a las EPS en lugar de los pacientes?
Con todo y eso, se está produciendo un interesante fenómeno político en estas elecciones. La indignación de la gente es enorme y en lugar de estancarse o retroceder, sigue creciendo. Coexiste un rechazo generalizado al continuismo que encarnan Santos, Zuluaga, Peñalosa y Ramírez y un impulso hacia el cambio. El gran reto es canalizar esa indignación de la mejor manera.
El voto en blanco ha emergido como una posible forma de canalizar la indignación, sin embargo, esta táctica no castigará a los políticos que compran votos pero si a los pocos, pero valientes, que luchan por el voto consciente. Por fortuna, la utilidad del voto en blanco se ha desvirtuado paulatinamente. (http://bit.ly/1iNlSrd)
El voto de opinión se convierte entonces en la mejor alternativa. Los partidos políticos han puesto figuras de resonancia nacional a encabezar sus listas al Congreso tratando de cautivar ese voto de opinión. Lo ha hecho el Centro Democrático, los Verdes, los Liberales, y claro, el Polo, partido que tiene su fortaleza en el voto de opinión.
Sin embargo, si se observa la trayectoria de la mayoría de los “cabeza de lista”, se encontrará que han estado presentes de una u otra forma en la construcción de la Colombia neoliberal, causa principal de la indignación nacional. Hay desde ex ministros del gobierno de la Apertura, ponentes de la Ley 100, protagonistas del proceso 8.000, hasta embajadores de Uribe.
Varios de esos políticos han hecho carrera sobre las prometidas bondades del libre comercio, que por cierto nunca llegaron. En cambio las consecuencias advertidas por sus críticos si se están materializando. No es un secreto que varios de los “cabeza de lista” ya no convocan como antes y que hoy están más cerca del ocaso de sus carreras políticas y que de un reencauche.
La excepción está en el Polo. Primero como profesor y ahora como referente de la oposición en el Congreso, Jorge Robledo le ha cantado la tabla como nadie a los gobiernos de Uribe y de Santos. Sus más de 120 debates sobre los más variados temas en defensa del interés nacional lo convierten en el senador que más ha hecho control político en la historia del Congreso.
La carrera de Robledo va en ascenso y cada vez gana más respaldo. Llegó al Senado por primera vez en 2002 con 45.700 votos y hace cuatro años, antes del Paro Agrario, la MANE y los TLC sacó más de 160 mil votos. No sería extraño que el próximo 9 de marzo emerja un refrescante fenómeno político que demuestre que Colombia sí tiene arreglo.
@juanslopezm