Para nadie es un secreto y creo que en alguna etapa de nuestra vida nos enamoramos de la persona equivocada y metemos corazón en donde no debemos y así es que empiezan las relaciones que no van para ningún lado, las relaciones que dejan personas lastimadas, corazones rotos y fracasos sentimentales. Hoy hablaremos de…
LAS RELACIONES TÓXICAS
Yo tenía novio, el acababa de terminar una relación, pero aun así́ decidimos enamorarnos. Al menos eso creía yo.
Noviembre fue espectacular, conquistamos lugares estratégicos, vimos todas las películas de la cartelera, comimos barato y fino, nos arrunchamos a la mínima oportunidad. Yo era fan de estar en su cama, en nuestra cama, eso decía él desde que lo ayudé a comprarla y ponerla a mi gusto. Ese lugar para mí era un paraíso, ahí́ comíamos, jugábamos y nos reíamos de las mil y un historias de mi vida, que también parecían de la suya pues teníamos vidas paralelas.
Llegó diciembre y yo cada vez más enamorada y confundida, con ganas de dejar a mi novio pero con un miedo que me invadía y no me dejaba tomar la decisión. Al final del mes las cosas se empezaron a poner turbias, noté su esfuerzo por tratar de no enamorarse de mí, y mi reacción fue recuperarlo, no dejarlo ir, tratar de que se sintiera seguro, porque pensaba que si algún día íbamos enserio, él seria el siguiente cachoneado. Entonces me lancé al vacío y lo decidí́, dejaría a mi novio.
Comenzó́ el año y llegó el día, termine una relación de 3 años. Muy incoherente yo, como siempre, lloré y me arrepentí a los 5 minutos, en un intento de afrontar mi decisión tomé fuerzas para seguir adelante con mi otra relación. Le di la noticia a él, de que ya no era mi mozo, que podíamos conquistar toda la ciudad sin miedo, porque ya no nos teníamos que esconder. Al parecer la noticia no le cayó tan bien, porque siguió alejándose cada vez más, hasta que un día yo hice lo mismo y entonces volvió para recuperar lo que estaba perdiendo, volvió́ para decirme que me amaba también y que quería ir en serio conmigo, y yo, le creí́.
En ese momento comenzó la relación más corta y tibia de mí vida, con el man que prometía ser mucho más que el anterior y no fue ni un poco de todo eso.
Era de esperarse que todo terminara como empezó́, rápido, mal y con un corazón roto, como el de mi ex.
Tóxica
Él fue una adicción que me cambió la vida, sí, una adicción porque más que amor para mi él era una necesidad.
No sé en qué momento empezó a enredarse todo, yo sabía que él acababa de salir de una larga relación, que todavía no estaba listo para empezar otra, que yo iba a ser su rebound y nada bueno saldría de eso. Pero la fuerza de voluntad se acabó de un momentos otro, es como si mi consciente dijera que no y mi subconsciente diera un salto al vacío por el sí.
Déjenme explicar, si tú no te quieres involucrar con alguien, tu no permites que esa persona te recoja todos los días para llevarte a la universidad, pasas todo el día con él hasta que te lleva a la casa de lunes a viernes y los fines de semana te inventas planes con tal de verlo. Ahí empezó mi incoherencia.
Del no pasé a un beso sin compromiso, a un todavía no, a un esperemos, a un ok intentémoslo y como toda adicción todo fue una maravilla al principio. Días enteros de felicidad, él dejaba todo de lado por estar conmigo y yo hice mi vida a un lado para estar con él, me alejé de mis amigos, de mi familia, pasaba TODO el tiempo con él.
Síntoma 1: No me podía alejar. Me despertaba a enviarle un mensaje de texto y entre ese momento y la hora de dormir no pasaba un momento que no estuviésemos juntos o en contacto virtual. Pero claro eso era porque “nos amábamos demasiado”. Nos amábamos tanto que a mí me interesaba todo acerca de su vida, me involucraba más en sus estudios y trabajo que en los míos, cuanta cosa le gustaba a él a mí me encantaba.
Síntoma 2: Sus gustos eran mis gustos. Desde la música, el cine, su trabajo, sus estudios hasta el sexo, todo lo que a él le gustaba yo lo apropiaba como mío. Escuché música que solo me gustaba porque me hacía pensar en él, vi películas porque a él le parecían interesantes y las amé, discutía con él sobre sus clases y como punto positivo aprendí un montón de derechos gracias a él y en la cama fue toda una época de experimentación, a todo lo dije que sí, todo lo intenté y para ser sincera al principio todo lo disfruté.
El sexo es la forma más fácil de perderse en alguien, darse cuenta que algo va mal cuando estás en modo conejo es casi imposible. -Sigues hablando con tu ex-, pero cuando me di cuenta me diste un beso, tuve 3 órganos mientras me prometías que yo era la única mujer en tu vida. -Tú ex te mando fotos desnuda-, 3 orgasmos después te creía que todo era un error, que eran unas fotos viejas, las estabas borrando y presionaste el botón que no era.
Síntoma 3: la negación. La verdad cuando lo veo en retrospectiva yo simplemente no quería abrir los ojos, porque señales las tuve todas, pero yo no quería ver, creer que todo era un malentendido era más fácil y complaciente que aceptar la realidad.
Él era un mentiroso patológico yo lo veía como mentía descaradamente todo el tiempo, le mentía a sus amigos, a su familia, a sus profesores, a sus jefes era algo absurdo pero yo convencida que él nunca me mentía a mi porque yo era el “amor de su vida”. La primera vez que me di cuenta de una de sus grandes mentiras supe lo que era un ataque de pánico, me temblaba el cuerpo, no podía pensar, no podía hablar, no sabía que decir… No dije nada, él se equivocó y yo no quería recriminarle sus errores yo quería ayudarlo a superarlos, entonces quería demostrarle que yo era toda la mujer que él necesitaba y mi lugar ideal para hacerlo, la cama.
Síntoma 4: adiós dignidad. Si antes el sexo era abundante, se convirtió en el foco de mi vida por un par de semanas, me convertí en la más puta de todas y me encantaría decir esto con orgullo, pero no, porque no era la más puta porque yo lo disfrutara, era la más puta porque en mi ignorancia pensé que él jamás me dejaría si yo era el mejor polvo de su vida.
Todo en exceso es malo, y aunque a mis 25 años suene extraño decirlo, fue demasiado sexo, demasiado. Eventualmente lo inevitable pasó, él ya no quería más, ya no quería estar conmigo y me terminó. Un adiós que solo fue inesperado para mí y si hasta el momento la historia es un desastre, fue ahí donde empezó la fase más oscura.
Síntoma 5: síndrome de abstinencia. Esta empezó en ese preciso momento cuando me quitaron mi droga, -no puedo seguir contigo- desencadenó una serie de temblores, ataques de ansiedad, insomnio, depresión, pensamientos suicidas toqué fondo, buscando recuperar mi droga me humille, intenté comprar con sexo dosis de cariño, fue sin duda la peor etapa de mi vida.
Las adicciones se aprovechan de esos vacíos que no nos preocupamos por llenar, en esos pequeños espacios que dejamos descuidados son un ecosistema perfecto para que crezcan esos parásitos que nos succionan la vida sin darnos cuenta. Tratamiento lo primero fue aceptación, entender que él no era bueno para mí, no porque fuera una mala persona simplemente porque estar juntos era destructivo, lo segundo fue perdón, a él porque fue el villano de esta historia y a mí por permitirlo, tercero, llenar vacíos y fue en ese tercer paso que entendí que esa relación fue lo peor y lo mejor que me ha pasado.
Cuando caes en ese oscuro lugar, con cero autoestima, cero identidad y una dependencia a una persona que no es parte de tu vida no te queda otro camino que trabajar en tú, enfocar todas tus energías en cambiar tu vida, en creer en ti misma, en buscar tu felicidad. Dar el primer paso es lo más difícil, pero una vez te decides cada paso es el impulso para el siguiente, cuando recuperas la confianza en ti misma, sientes ganas de enfrentarte a un reto más exigente cada vez y aunque a veces fallas, no te das por vencida porque ya te has demostrado una y otra vez que si puedes y un día sin saberlo terminas en un lugar que jamás pensaste, un lugar feliz, donde tu adicción no es un mal o buen recuerdo es simplemente la razón por la cual decidiste cambiar tu vida.
Dispersa
Bueno, creo que este tema toca unas fibras muy profundas en mí. Pensar en relaciones tóxicas y en la dependencia emocional que yo genero con ciertas personas me llena de traumas y rencores conmigo misma. Son episodios olvidados, episodios del pasado pero que por más que yo quiera dejarlos atrás vuelven y retumba mi cabeza.
Siento que este tipo de relaciones son adicciones, adicciones como el cigarrillo, como el alcohol, como la lectura, como la Coca-Cola. Adicciones que generan dependencia y necesidad y te llevan al límite siempre. He tenido muchas relaciones tóxicas, me han roto el corazón una y otra vez y yo también he roto corazones.
Hoy me quiero referir a la historia más tóxica que he tenido. Él era un hombre maravilloso, un hombre que me complementaba, que me hacía feliz, un hombre que encendió en mi todo lo que creí que se demoraría en llegar. Yo tenía 22 años, estaba iniciando mi vida laboral en una buena empresa, rodeada de personas maravillosas.
Me lo presentó una amiga. Desde que lo vi algo recorrió mi cuerpo y supe que lo quería conocer, que quería tener algo con él. Fui yo la que tomó la iniciativa y le envíe un mensaje de texto coqueto, muy coqueto. Él, muy asombrado, respondió con mucho entusiasmo. Me invitó a salir, fuimos a cine, nos tomamos una cerveza y me llevo a casa.
Fue una cita que había querido tener hace mucho, me sentía en confianza, como si lo conociera tiempo atrás. A mi mamá no le cayó muy bien la idea de que estuviera saliendo con alguien y aun así yo seguí haciéndole risas cada vez que lo veía y saliendo cada vez que se podía.
Como en toda relación, los primeros meses fueron magníficos, teníamos discusiones pero se manejaban. De un momento a otro, a mí me empezó la inseguridad, algo que solo me ha pasado con él, algo que no tiene explicación, simplemente pasó. Esos celos enfermizos que te hacen cometer mil y una estupideces hasta llegar al punto de perder a la persona que quieres.
Mis celos eran de otro nivel, yo no permitía ni que él respirara al lado de una mujer, no le tenía confianza, me dolían las cosas que hacía con otras personas, yo lo quería solo para mí.
Pues sí, esa fui yo. La relación más tóxica que he tenido fue con el “amor de mi vida”. Después de cierto tiempo y varias discusiones por lo mismo (celos enfermizos) nos comenzamos a faltar al respeto. Y era una guerra de egos extremadamente grande, en donde si tú dices algo feo yo te puedo decir algo peor y así.
Llegamos a un punto en el que él se arrodillaba en la calle a suplicarme que no me fuera y yo le llevaba serenatas a su casa suplicando lo mismo. Un amor descontrolado, sin freno alguno que nos lastimó enormemente y que aunque sabíamos que no podíamos seguir así e intentamos arreglar las cosas por más de cuatro años, al final solo había una decisión que tomar… terminar.
A veces por más duro que resulte pensar que la única solución es terminar, es lo más sano para los dos. Las relaciones así solo acaban alejando a dos personas que en verdad se quieren y quieren entregar lo mejor de sí pero lo único que se despierta es una rivalidad y un trauma del cual es difícil salir.
Cuando no se genera confianza, cuando no se genera respeto, cuando la inseguridad e incertidumbre es más que el amor que sientes por tu pareja, cuando no eres la única, cuando permites que no tengan una etiqueta (novio, esposo, amigo), cuando permites que jueguen contigo estás en una relación tóxica.
Ahí debes hacer un alto en el camino y soltar, dejar ir. Porque por más que uno quiera y ame a alguien más, primero debe amarse uno mismo y ser lo suficientemente fuerte para saber qué es lo que te lastima y así hacerse a un lado.
Ayelen