A 70 kilómetros de Ho Chi Minh (antigua Saigón) vive Nguyen Tan Loi, ese inventor vietnamita de 17 años que también sueña con salvar al mundo. Después de una visita a las zonas costeras de su país, Loi comprobó la poca disponibilidad de agua dulce con la que apenas sobreviven millones de personas. Fue así como se le ocurrió que tal vez él podría mejorar el fallido diseño de un par de estudiantes de su institución, y perfeccionar una máquina que fuera capaz de transformar el agua salada en agua dulce y potable.
La idea no es particularmente novedosa. A gran escala, descomunales plantas desalinizadoras apostadas en todo el mundo son las encargadas de tratar el agua salada del mar, hasta transformarla en agua que pudiera ser utilizada para nuestras principales labores agrícolas y del hogar. El ingenio de este joven consistió principalmente en desarrollar un equipo simple y práctico, de bajo costo, pequeño y enfocado en la cotidianidad del hogar.
El dispositivo se abastece de energía solar. Los paneles solares son la alternativa que la convierte en una máquina sustentable y respetuosa con el medio ambiente. La capacidad de la máquina para producir agua dulce es todavía muy limitada: alcanza lo suficiente para que una persona pueda beber durante el transcurso de un solo día. Sin embargo para el próximo modelo, Loi promete que la máquina podrá procesar lo suficiente como para lograr producir cerca de 30 litros diarios de agua dulce.
Pensando en la problemática que padecen más de 800 millones de personas en todo el mundo (que son los que no cuentan con una fuente fiable y cercana del recurso hídrico), Loi espera producir su invento en masa y ofrecerlo en el mercado por un valor irrisorio que pudiera permitirle a millones de personas acceder a él.
Fuente: elciudadano.com / elperiodico.com
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