300 GOTAS

Publicado el Bastián Baena

El ruido en las aguas extravía el rumbo de las ballenas

Desde siempre los ballenatos han nadado con libertad plena. Sin temor a extraviarse, estas crías podían auscultar la inmensidad de los océanos y aún así escuchar el gemido de su madre llamándole desde el otro lado del mundo. Pero debido a la contaminación acústica de las aguas, la ballena se niega a desprenderse de su cría por la imposibilidad de escucharse a pocos kilómetros de distancia.

Las frecuencias de ondas de sonido rompieron con esta comunicación ancestral entre la ballena y su cría, y afectan a todo tipo de cetáceos que se comunican por medio de la ecolocación, como es también el caso de los delfines.

Los sonares militares para detectar submarinos despistan a las ballenas, haciéndolas colisionar contra los buques o ensordeciéndolas hasta el punto insoportable de que prefieren salir del agua para eludir el ataque acústico y morir así encalladas en la costa de la playa.

El agua es un medio donde las ondas de sonido pueden viajar miles de kilómetros sin perder la intensidad. A lo largo de los dos últimos siglos la contaminación acústica en los mares y ríos se ha venido intensificando a consecuencia de las exploraciones gasíferas, el tráfico marino y las frecuencias producidas por los sonares de los radares submarinos.

Nuevas tecnologías, cada vez menos amigables, están dañando los tejidos de los animales, trastornando su comunicación y sus comportamientos alimenticios, y finalmente desplazándolos de sus hábitats.

Ese ruido en las construcciones marítimas y en la explotación de pozos petrolíferos, en el bullicio de los motores de las grandes embarcaciones, en el constante murmullo de las hélices y generadores de los trasatlánticos y en todo ese rumor persistente al interior de los mares, está dejando sordo a un universo marino que no podrá abandonar las aguas por más que quiera rehuir al contacto humano.

Noise in the waters

Historically whale calves swam freely. Without fear of getting lost, small whales could explore the vastness of the oceans and have confidence in being able to hear the groaning of their mother calling from the other ocean. But due to noise pollution of waters, whales refuse to separate themselves from their babies because of the inability to hear them beyond a few kilometers away.

The frequencies of sound produced by boat engines broke with this ancient communication between whales and their calves, and affect other animals that communicate through echolocation, as is also the case of dolphins.

Military sonars that detect submarines mislead whales. The disoriented whales collide with ships or lose their audition, and trying to avoid the acoustic attack come to die on the shore of the beach.

Water is an environment where sound waves can travel for thousands of kilometers without losing intensity. Over the last two centuries, noise pollution has intensified as a result of offshore oil and gas exploration, marine traffic and frequencies produced by submarine sonars.

New fishing technologies -increasingly less eco-friendly- are damaging the tissues of animals, disrupting their communication and eating behaviors, and finally displacing them from their habitats.

That noise in the maritime construction, in the exploitation of oil wells, in the bustle of the engines of large vessels, in the constant hum of the propellers and generators, and in that persistent rumor that crosses the seas, is deafening a marine universe that cannot leave the waters to get away from human contact.

Fuente: ifaw.org / laangosturadigital.com

 

Ilustración: madrimasd.org

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