En una escala de valores, nuestra cultura le confiere al dinero un lugar predilecto. Ganancias a corto plazo desplazan toda idea futura, toda previsión, y acaban por imponerse por encima de los cuidados ambientales.
Confiados en la idea de que el planeta es un inagotable surtidor de materias primas, despilfarramos los recursos que la naturaleza nos ofrece sin considerar el daño irreversible que estamos perpetrando como especie.
En casi todos los sitios donde el agua parece abundar, o al menos donde no es una preocupación cotidiana, el desperdicio del recurso alcanza niveles altísimos. Es por esto que algunas políticas han tomado medidas en el asunto, diseñando estrategias que afecten lo que más preocupa a las causas humanas: el dinero. Para ello adelantan campañas que consigan, por medio de multas y sanciones, restringir el abuso y los excesos en el consumo de agua.
Erigida en el desierto, la ciudad de Mendoza regula el uso del agua y prohíbe que sus habitantes derrochen el preciado recurso. Las Vegas ha conseguido corregir su tanto despilfarro instaurando un cuerpo de inspectores que vela por un consumo racional y consciente, y que sanciona a todo aquel que utilice el agua de manera indiscriminada. En lo corrido del 2.015 se han impartido en Colombia más de un millón de multas para aquellos que hacen un uso inadecuado del agua.
Asimismo la tendencia se despliega hacia otros continentes. El empleo de mangueras para lavar autos, regar jardines o limpiar calles pavimentadas está siendo controlado por distintas administraciones empeñadas en abandonar este tipo de conductas que atentan contra el bien común.
Y es que quizás perdiendo dinero las personas atiendan y valoren la importancia de preservar un recurso que no se repone con papel, y que encima se constituye como elemento esencial para la vida en este planeta.
Money to penalize water waste
On a scale of values, our culture confers to money a favorite haunt. Short-term gains displace any idea of future, all expectations, and eventually prevail over environmental care.
Confident in the idea that the planet is an inexhaustible supplier of raw materials, we squander the resources that nature gives us without considering the irreversible damage we are perpetrating as a species.
In almost all the places where water seems to abound, or at least where it is not a daily concern, the wasting of this resource achieves very high levels. That is why some policies have been taken in the matter, designing strategies involving the greatest concern to human causes: money. To do this, governments carry forward campaigns, through fines and penalties, to restrict the abuse and excess of water consumption.
Built in the desert, the city of Mendoza regulates water use and prohibits their citizens to squander the precious resource. Las Vegas has managed to correct its waste by establishing an inspectorate which ensures a rational and conscious consumption, and punishes anyone using water indiscriminately. So far in 2015 in Colombia, over a million fines have been held against those who make improper use of water.
This trend is being deployed to other continents. The use of hoses for washing cars, watering gardens or cleaning paved streets is being controlled by different administrations committed to abandon this type of behavior that undermines the common good.
Maybe by losing money people will appreciate the importance of preserving a resource that is not replenished with paper, and that overall constitutes an essential element for living on this planet.
Fuente: elespectador.com / aguasdelnortesalta.com
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