La revista Science publicó un estudió en el que calculó la basura de plástico que arrojamos al mar en unos diez millones de toneladas al año. Entre los muchos impactos ecológicos de estos tantos desechos inorgánicos, se encuentra el inconveniente de un mundo marino que ha comenzado a cambiar su dieta y a transformar su propia genética.
No sólo los grandes peces ingieren pedazos de plástico, sino que también las larvas se están alimentando de estas vistosas micropartículas, las cuales al parecer les están resultando más llamativas que el mismo zooplancton. Estas microesféras plásticas empleadas en la fabricación de productos cosméticos y de aseo se están convirtiendo en una especie de adicción para los peces. Así lo explica uno de los investigadores: “Las micropartículas plásticas tienen algún componente químico o visual que desencadena en los peces una respuesta y les incita a ingerirlos. Así que las larvas ingenuas que se encuentran con esas partículas de plástico las ven como un recurso y creen que necesitan ingerir grandes cantidades. Podría compararse con los adolescentes que solo toman comida rápida.”
Y al igual que ocurre con el consumo de comida rápida, el plástico no tiene cómo aportarle a los peces los nutrientes y la energía necesaria, además de obstruirles el intestino y ocasionarles la muerte. Todo esto está generando además problemas reproductivos, amenazando de esta forma la supervivencia de las especies marinas.
En un estudio que se llevó a cabo se demostró que las larvas alimentadas con plástico tienen cuatro veces menos probabilidades de sobrevivir a los depredadores, así como una duración de vida mucho más corta.
El plástico con el que los estamos alimentando es el mismo que regresa a nuestras mesas después de una larga cadena en la que al final esas toxinas entrarán directamente a nuestros organismos de plástico.
Fuente: playgroundmag.net / elpais.com
Fotografía: actualidad.rt.com
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