300 GOTAS

Publicado el Bastián Baena

Los habitantes de la Isla de Pascua se quedaron sin agua

Amenazados por el inminente hundimiento de su isla, una embarcación de experimentados navegantes polinesios se lanzó a la tarea de hallar el hogar que pudiera albergar un futuro confiable para su pueblo. Minúsculo, perdido en medio del Pacífico, a 2.000 kilómetros de la costa oeste de Chile, un remoto y misterioso promontorio con forma de triángulo y de escasos 20 kilómetros, emergió solitario entre las grandes mareas oceánicas para ofrecerles ese lugar seguro donde reiniciarían la vida.

Ombligo del mundo, la Isla de Pascua fue el lugar señalado para que floreciera una civilización con más de mil años de historia. En la frondosidad de sus bosques, en sus playas de arena blanca, en la variedad de sus frutos y en la calidez del clima la etnia de los rapanui encontró el lugar ideal para prosperar en el tiempo.

A medida que crecieron en prosperidad, los rapanui comenzaron a multiplicarse y a lo largo de varias generaciones la isla se encontraba sobrepoblada. La tala masiva de árboles erosionó los suelos y disminuyó la producción de cultivos, e impidió construir nuevas balsas para la pesca o incluso para encender el fuego. La fragilidad del ecosistema se alteraría completamente cuando sobrevino el ciclo sin lluvias y se propagaron los estragos de las sequías.

El agua comenzó a escasear, y ahora el reto consistía en encontrar cualquier filtración subterránea o aún las incipientes acumulaciones en concavidades rocosas que pudieran mitigar la sed. En pocas décadas las luchas por los recursos restantes terminarían diezmando a la población.

Dispersos por la isla, cientos de gigantescos y pesados moáis, aquellas representativas esculturas monolíticas con formas de rostros humanos y que fueron esculpidas durante el esplendor de esta cultura, permanecen hoy como testigos mudos de un pueblo que no supo calcular ni dimensionar el tamaño de sus progresos.

Easter Island

Threatened by the imminent collapse of their island, a ship of experienced Polynesian navigators took to the task of finding the home that could accommodate a reliable future for their people. Tiny, lost in the Pacific, 2,000 kilometers from the west coast of Chile, a remote and mysterious promontory shaped like a triangle and just 20 kilometers long, emerged alone among the great ocean tides to offer this safe place where Polynesians would reinitiate their life.

Navel of the world, Easter Island was the place appointed for a civilization to flourish over a thousand years of history. In the luxuriance of its forests, in its white sandy beaches, with a variety of fruit and warm climate, the ethnic group of Rapa Nui found the ideal place to prosper over time.

As prosperity grew, the Rapanui began to multiply and within several generations the island was overcrowded. Massive deforestation eroded soils and crop production decreased; this prevented new rafts for fishing to be built, and even making a fire was difficult. The fragile ecosystem was completely altered when no rain came and the ravages of drought spread.

Water became scarce, and now the challenge was to find any underground seepage or even emerging pools of water in rocky cavities that could quench thirst. In a few decades the battles to monopolize the remaining resources ended up decimating the population.

Scattered throughout the island, hundreds of giant and heavy moai, those representative monolithic sculptures in the shape of human faces that were carved during the splendor of this culture, remain today as mute witnesses of a people who failed to calculate or dimension the size of their progress.

Fuente: starviewwerteam.com / nationalgeographic.com.es

 

La Isla de Pascua  Amenazados por el inminente hundimiento de su isla, una embarcación de experimentados navegantes polinesios se lanzó a la tarea de hallar el hogar que pudiera albergar un futuro confiable para su pueblo. Minúsculo, perdido en medio del Pacífico, a 2.000 kilómetros de la costa oeste de Chile, un remoto y misterioso promontorio con forma de triángulo y de escasos 20 kilómetros, emergió solitario entre las grandes mareas oceánicas para ofrecerles ese lugar seguro donde reiniciarían la vida.  Ombligo del mundo, la Isla de Pascua fue el lugar señalado para que floreciera una civilización con más de mil años de historia. En la frondosidad de sus bosques, en sus playas de arena blanca, en la variedad de sus frutos y en la calidez del clima la etnia de los rapanui encontró el lugar ideal para prosperar en el tiempo.  A medida que crecieron en prosperidad, los rapanui comenzaron a multiplicarse y a lo largo de varias generaciones la isla se encontraba sobrepoblada. La tala masiva de árboles erosionó los suelos y disminuyó la producción de cultivos, e impidió construir nuevas balsas para la pesca o incluso para encender el fuego. La fragilidad del ecosistema se alteraría completamente cuando sobrevino el ciclo sin lluvias y se propagaron los estragos de las sequías.  El agua comenzó a escasear, y ahora el reto consistía en encontrar cualquier filtración subterránea o aún las incipientes acumulaciones en concavidades rocosas que pudieran mitigar la sed. En pocas décadas las luchas por los recursos restantes terminarían diezmando a la población.  Dispersos por la isla, cientos de gigantescos y pesados moáis, aquellas representativas esculturas monolíticas con formas de rostros humanos y que fueron esculpidas durante el esplendor de esta cultura, permanecen hoy como testigos mudos de un pueblo que no supo calcular ni dimensionar el tamaño de sus progresos.  Easter Island  Threatened by the imminent collapse of their island, a ship of experienced Polynesian navigators took to the task of finding the home that could accommodate a reliable future for their people. Tiny, lost in the Pacific, 2,000 kilometers from the west coast of Chile, a remote and mysterious promontory shaped like a triangle and just 20 kilometers long, emerged alone among the great ocean tides to offer this safe place where Polynesians would reinitiate their life.  Navel of the world, Easter Island was the place appointed for a civilization to flourish over a thousand years of history. In the luxuriance of its forests, in its white sandy beaches, with a variety of fruit and warm climate, the ethnic group of Rapa Nui found the ideal place to prosper over time.  As prosperity grew, the Rapanui began to multiply and within several generations the island was overcrowded. Massive deforestation eroded soils and crop production decreased; this prevented new rafts for fishing to be built, and even making a fire was difficult. The fragile ecosystem was completely altered when no rain came and the ravages of drought spread.  Water became scarce, and now the challenge was to find any underground seepage or even emerging pools of water in rocky cavities that could quench thirst. In a few decades the battles to monopolize the remaining resources ended up decimating the population.  Scattered throughout the island, hundreds of giant and heavy moai, those representative monolithic sculptures in the shape of human faces that were carved during the splendor of this culture, remain today as mute witnesses of a people who failed to calculate or dimension the size of their progress.  Fuente: starviewwerteam.com / nationalgeographic.com.es

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