300 GOTAS

Publicado el Bastián Baena

La guerra que ganaron los bolivianos

Obsecuente a las demandas del FMI y del Banco Mundial, el gobierno boliviano cedió una concesión a la multinacional Bechtel para que explotara las aguas de Cochabamba durante cuarenta años. La desprestigiada empresa -que opera en más de cincuenta países- aumentó en pocos meses las tarifas del agua hasta lograr incrementos del 300%.

El Senado promulgó una ley que le ponía precio a la lluvia. Sintiendo amenazadas las costumbres campesinas, Cochabamba se decidió a actuar, y en una reacción espontánea más de 600.000 personas iniciaron una revuelta que se prolongó durante cuatro meses.

Los campesinos bloquearon rutas y carreteras, los maestros se declararon en huelga y los estudiantes se dedicaron a enfrentar al ejército. La multitud  alimentó las hogueras quemando las tarifas de cobro. En una guerra por la dignidad humana, las personas se negaron a pagar por el agua que les pertenecía. Cochabamba se unió en la fundación para la defensa del agua, la comunidad y la vida.

La enardecida turbamulta estaba dispuesta a defenderse hasta la muerte. Se intensificaron los combates y fue entonces cuando cayó la primera víctima. Las autoridades anunciaron a los ejecutivos del consorcio que no podían garantizarles su seguridad. Los empresarios de Bechtel huyeron del país.

Durante el entierro del joven asesinado, un zapatero de profesión, Óscar Olivera, proclamaba la victoria del pueblo. Unos días después, el 11 de abril de 2000, en sesión especial, los senadores bolivianos derogaron la ley de privatización del agua.

Al gobierno de aquel entonces le costó entender que la democracia consiste en escuchar al pueblo y cumplir su voluntad. Actualmente las leyes bolivianas protegen al agua como patrimonio público, decretándola no susceptible de venta a consorcios en el marco de capitalizaciones y privatizaciones.

Cochabamba es símbolo de convicción y lucha en la defensa de lo que es esencial.

The war on water won by the Bolivian people

Being obedient to the demands of the IMF and the World Bank, the Bolivian government gave a concession to multinational Bechtel to exploit the waters of Cochabamba for forty years. In a few months, the discredited company, which operates in more than fifty countries, increased water rates up to 300%.

The Senate passed a bill that would put a price on rainfall. Seeing peasant customs threatened, the people of Cochabamba decided to take action in a spontaneous rebellion and over 600,000 people staged an uprising that lasted four months.

Farmers blocked roads and highways, state teachers went on strike and students faced the army. The crowd fed fires by burning water bills. In a battle for human dignity, the people refused to pay for their own water. Cochabamba came together and started the foundation for the defense of water and life.

The angry mob was ready to defend water with its own life. The fighting intensified and the first victim fell. Authorities announced they could not guarantee the safety of the employees of the consortium. The entrepreneurs of Bechtel fled the country, immediately.

During the funeral of the young man who got killed, a shoemaker named Oscar Olivera, the man who led the protest, proclaimed the victory of the people. A few days later, on April 11, 2000, in a special session, the Senate revoked the law that promoted the privatization of water.

That government did not care that democracy means listening to the people and doing their will. Currently Bolivian laws protect water as public property, by decreeing the resource as a non-tradable good that cannot be capitalized or privatized.

The people of Cochabamba are a symbol of conviction and struggle in defense of what is essential.

Fuente: “Bocas del Tiempo”, de Eduardo Galeano / umss.edu.bo / democracynow.org

 

Fotografía: fotolog.com
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