300 GOTAS

Publicado el Bastián Baena

Del agua en un planeta desechable (I)

Desde los años 70 se dispararon las campañas publicitarias que incentivaban el consumo de agua embotellada y desacreditaban el agua del grifo. Desconfiados de las amenazas de ingerir agua contaminada, los atemorizados consumidores se entregaron a la compra indiscriminada de agua embotellada, haciendo prosperar uno de los negocios más rentables.

Para que la empresa creciera se hizo necesario acabar con la competencia, que en este caso se trata del derecho humano al recurso del agua. La publicidad logró convencernos de que el agua pública es sucia y que el agua embotellada resultaba la mejor alternativa.

Las etiquetas de las botellas de agua intentan seducirnos con imágenes de manantiales prístinos y de glaciales de fantasía, de donde supuestamente proviene el agua que estamos por beber. Pero se ha comprobado que una tercera parte de las empresas embotelladoras -como el caso de “Aquafina” de Pepsi y “Dasani” de Coca-Cola- utilizan el agua del grifo para envasar su producto.

En muchos lugares las fuentes de agua se contaminaron precisamente por la explotación inconsciente de parte de estas empresas. Apenas un 20% de las botellas son recicladas; las demás van a parar al mar o se acumulan en montañas y vertederos de desechos que son arrojados al patio trasero de los países más pobres.

El crecimiento desmedido de este mercado inundó al mundo con botellas plásticas. EE.UU. derrocha medio millón de botellas semanales, suficientes como para darle cinco veces la vuelta al mundo si alineáramos botella tras botella. Más del 90% del costo de producción consiste en hacer la botella: para fabricarlas se emplea la misma energía con la que podría producirse gasolina para abastecer a cientos de miles de automóviles.

Y a pesar de todo esto desechamos a la basura, en cuestión de pocos minutos, lo que la naturaleza tardará siglos en desintegrar.

Bottled water (I)

Since the 70s, advertising campaigns have incentivized the consumption of bottled water by discrediting tap water. Wary of threats of ingesting contaminated water, frightened consumers started an indiscriminate purchase of bottled water, making it prosper as one of the most profitable businesses.

For companies to grow it became necessary to eliminate competition, which in this case is the human right to water sources. Advertising managed to convince the public that tap water is dirty and that bottled water is the best alternative instead.

Labels on bottles of water try to seduce us with images of pristine springs and glaciers, from where supposedly comes the water we’re drinking. But it has been found that a third of the bottling companies, as is the case of Pepsi’s “Aquafina” and Coca-Cola’s “Dasani” use tap water to package their product.

In many places water sources are contaminated precisely by the unconscious exploitation of these companies. Only 20% of bottles are recycled; the others go into the sea or accumulate in landfills of waste that are thrown into the backyard of the poorest countries.

The excessive growth of this market flooded the world with plastic bottles. USA wastes half a million bottles a week, enough to give five spins around the world if we align bottle after bottle. Over 90% of the cost of production consists in making the bottle. To fabricate them, the same energy is used as the gasoline that could be produced to supply hundreds of thousands of cars.

And despite all this we throw away, within a few minutes, what takes nature centuries to disintegrate.

Fuente: Polaris Institute / mejorconsalud.com

 

Fotografía: veoverde.com

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