Otro mundo es posible

Publicado el Enrique Patiño

Magela Baudoin, premio hispanoamericano de cuento: «Quiero incomodar al lector»

Magela Baudoin saluda mientras me mira con sus ojos amarillos casi transparentes y de inmediato me genera la sensación de que me ocultará mucho más de lo que podré sacarle de la entrevista. De que es mucho más inteligente y sagaz de lo que me contestará con toda la calma del mundo. Y eso me lleva a ser más inquisitivo. El resultado bien vale la pena.

De hecho, cuando el presidente del jurado del II Premio Hispanoamericano de Cuento Alberto Manguel, afirmó que el libro de Maguela revelaba una escritora de admirable talento que no caía en la tentación de ser explicita o didáctica, pensé que era eso, justamente, lo que me había transmitido su mirada. Lo que dijo Manguel de su libro es lo que expresan sus ojos: misterio.

 

Magela Baudoin. Foto Enrique Patiño
Magela Baudoin. Foto Enrique Patiño

“Baduoin describe, con humor e inteligencia, un complejo universo contemporáneo por medio de una pluralidad de voces que, no obstante su variedad, otorga una elegante coherencia al libro en su conjunto. Cada cuento explora un episodio hasta límites inesperados, y el final, siempre sorpresivo y sutilmente justificado, evita con eficacia una clausura convencional”.

 

Exactamente, una mujer que no responde sin antes pensar, y cuyas respuestas son finales abiertos.

 

Porque la boliviana Magela Baudoin escribe cuento porque le gustan los géneros fulminantes, y porque se siente cómoda en las distancias cortas. Pero sobre todo, porque le gusta incomodar al lector, mirar detrás de las capas de la realidad para encontrar lo no explícito, lo no dicho.

 

Tengo una conciencia muy fuerte del lector. Quiero desplazarlo, incomodarlo. Me gusta un lector inteligente, lento, capaz de volver atrás en la historia, de detenerse, de rayar lo escrito con tal de encontrar las pistas sueltas y de encontrar los objetos ocultos. Me gusta la buena literatura, que no esconde, sino que deja cosas abiertas. Esas que en apariencia quedan olvidadas, pero solo requieren observación”.

 

Pero tal como lo dijo en el discurso de recepción del Premio, el talento de esta periodista, escritora y profesora universitaria para la narrativa viene de su familia.

 

“Mis lecturas iniciales son iguales a las de todo los demás: Sandokan, las historias del Rey Arturo, El fantasma de Canterville. Yo estudié periodismo, pero en realidad la tuve fácil: mi padre era un narrador fabuloso. Me leía a Flaubert, a Víctor Hugo, y de paso mi abuela recitaba fabulosamente poesía de Rubén Darío o de García Lorca. Ese derrotero desordenado de tantas lecturas y mucha oralidad me llevó a no tener un padre literario, sino muchos”.

 

De hecho, la influencia de sus padres fue tan grande, que su trasfondo creador y su estilo quizás viene de esos primeros años, aunque luego influyeran en ellas las lecturas de Silvina Ocampo, Tabucchi, Isak Dinesen o Borges. Magela, de hecho, ha sido fundadora y coordinadora del programa de Escritura Creativa de la Universidad de Santa Cruz, y se formó en Venezuela y Bolivia en el área de comunicación.

 

“Yo jugaba a la literatura. Deformaba los clásicos en la memoria. Hoy, no sé si los leí de verdad o él me los contó. Si eran cadáveres exquisitos, cuentos por terminar, o algo real que me sucedió y leí. Por eso, quizás, aprecio cuando el lector juega porque es claro que si lo hace es porque también le ha propuesto el juego el narrador. Me gustan esas búsquedas con un propósito, me gusta el ritmo y la oralidad”. Y eso, precisamente, hace con La composición de la sal: jugar y retar.

 

Mi mirada estrábica proviene de la lectura de los géneros populares. Me gusta el cine y la música. Me contaminé de géneros y de lo humano que está en América Latina, de esa saturación de lo que se ve en todos lados en nuestra América Latina, pero que no es nunca tan evidente”.

 

Y si decidió escribir cuento es porque considera que la cuentística latinoamericana está muy viva, más que nunca, y que es el nuevo momento esplendoroso del cuento ya que las nuevas tecnologías y la falta de tiempo lo hacen un género valedero de nuevo.

 

“Como seres humanos estamos entrenados para definir las cosas. Pero para eso está la literatura: para contar las cosas que no podemos comprender bien. La gente se merece una mirada distinta, que lo haga quedar impactado, que le haga disfrutar que le mientas”.

 

En el periodismo, la entrevista es el género que más le gusta, aunque se dedicó a cubrir distintas fuentes, desde noticias locales hasta políticas y crónicas.  De hecho, publicó el libro de entrevistas Mujeres de costado (Plural, 2010). Su novela El sonido de la H ganó el Premio Nacional de Novela 2014.

 

Pero también en el oficio aprendió la clave de su libro ganador, La composición de la sal: a mirar debajo de los pliegues, a construir historias que obliguen a mirar más allá. “Es como en la película Ladrón de bicicletas, esa gran historia del neorrealismo italiano, cuando para comprar la bicicleta la familia empeña sus sábanas. Sin una sola palabra se evidencia, en una sola imagen, que hay muchas más familias que han hecho lo mismo que ellos. Eso pretendo con mis libros: que una imagen diga mucho. Que uno sea capaz de emprender la pobreza, la magnitud de la tragedia, la desesperación, con una imagen”.

 

Capa sobre capa. Literatura de capas. Así se define. Cuentos más cercanos a la poesía que a otros géneros. “La poesía da densidad, no en el repujado de la lengua, sino en cómo se estructura la obra. Es el anzuelo capaz de sacar a flote lo que está por fuera de las palabras”. Y eso es Magela Badouin.
Su libro ganador, La composición de la sal, será publicado en Colombia por Ícono Editorial.

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