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Publicado el Juan Carlos Torres

Deporte en Colombia: “Oro en abandono”.

No hay motivación que una más a los colombianos, sin distingo de militancia política, convicciones, clase social, raza o regionalismo; que los eventos deportivos gánese o piérdase. Es tal el sentido de pertenencia  que nos caracteriza y el punto de enorgullecimiento que acabamos alegando “ganamos” o “perdimos”, como si hubiésemos participado de la justa; lo que es muy válido, pues es  el fervor patrio el que nos incita a apropiarnos de tal ilusión, máxime en un país divido y  polarizado por la guerra interna y las diferencias sociales.

Es tal el orgullo nacional que hasta el Estado se ufana por aquello que no ha podido darle a nuestros deportistas. No es un secreto que muchos de los que han triunfado en el exterior han debido bregar por su sustento desde el proceso de formación física e integral y alimentación, hasta el patrocinio ineludible para cubrir los gatos de logística; tanto, que además de la especialidad en la respectiva  disciplina, los deportistas ostentan posgrados en  la facultad de rebusque en la universidad de la vida. Es de caracterizar los numerosos vendedores ambulantes de  maní, agua, flores, libros, rifas; etc.;  albañiles, coteros, escobitas, porteros, taxistas, cuidanderos de carros y aseadores, entre un sin fin; que recurren a estos menesteres como fórmula para garantizar su sostén y cobijar los gastos que acarrea una representación nacional o internacional.  En muchos   casos los deportistas deben partir hacia otros  horizontes en busca de oportunidades para la realización de sus sueños.

Como corolario de lo anterior, Catherine Ibarguen debió partir hacia Puerto Rico donde aún reside, el país que le ha dado todo lo que tiene, desde su casa, hasta la carrera de enfermería que cursa actualmente. Producto de sus logros, hoy el estado colombiano le reconoce tres millones quinientos mil pesos mensuales y a su entrenador un salario que equivale a la mitad de ese valor; y eso por sus triunfos en representación de Colombia, sino sería una más de la perenne lista de los deportistas abandonados. Gracias a su nobleza y amor de patria, esta colombiana representa la tricolor nacional, pudiendo haber defendido la bandera centro americana, so pena de herir susceptibilidades, lo que no es mi intención.

En otro de los casos, quien creyera que hace solo 5 años, en los inicio de su carrera, Nairo Quintana, nuestro compatriota que se hiso héroe en el Tour de Francia  solicitó a la liga Santandereana de Ciclismo quinientos mil pesos para defender los colores de la tierra de la hormiga culona en la vuelta al Porvenir, los cuales fueron negados por falta de recursos económicos.  También lamentamos que nuestros único marchista colombiano en mundial de atletismo de Moscú, Fredy Gonzales, debiera abandonar la carrera durante la prueba  de marcha  de cincuenta kilómetros. Nuestro atleta terminó disgustado renegando por la falta de apoyo, al negársele  un entrenador y no garantizársele  una concentración que implicara entre otros, su recuperación muscular.

Hoy por hoy estos tres atletas que simbolizan a los cientos de héroes colombianos que no están en el collage de Coldeportes, son el fiel ejemplo que los deportistas no son bien valorados y que deben mendigar para poder surgir. Sin embargo han mantenido su determinación y sueños para lograr sus objetivos, éstos si son los ganadores del premio al gran colombiano, compatriotas ejemplares, campeones de la vida, fruto del esfuerzo, dedicación y perseverancia. Las políticas del mezquino gobierno ha sido la de apoyar y pensionar solo a quienes suben al pódium mundial, con ridículos  millón doscientos mil pesos. Para eventos significativos como los olímpicos de Londres existen partidas presupuestales generosas, olvidando todo el proceso previo de alimentación y preparación de los deportistas. Lo pintoresco de esto, es que con los triunfos, los gobernantes que dieron dos pesos o los empresarios que bordaron su marca en las camisas de los deportistas se vanaglorian y sacan pecho con el éxito como si fuero de ellos.

El deporte en Colombia ha pasado de ser un derecho fundamental  a un privilegio, propiedad de los clubes sociales privados, ignorando a los sectores más vulnerables y desfavorecidos. Si bien la agenda deportiva se encuentra presente en todos los programas de gobierno pre-electorales, los gobernantes no le dan la jerarquía que merece, dentro de la disposición de los  recursos tanto a nivel nacional, regional y local. Aunque no deja de ser importante, el apoyo económico no es suficiente, se aúna a la problemática  la  precaria estructura de los escenarios deportivos con los que cuenta el país y la falta de organización del sistema deportivo.

El deporte en Colombia está consagrado en la constitución de 1991 como derecho social, reconocido como gasto público social, considerado como condición esencial para dignificar la vida de las personas por cuanto contribuye al mejoramiento de la calidad de vida, y catalogado como indicador de desarrollo social y humano; lo que supone una inversión prioritaria paralela a otros sectores de inversión social como la educación y la salud. Articulados podrían contrarrestar  flagelos que someten a  nuestra juventud y creciente niñez como la drogadicción, la delincuencia y la prostitución. Así como se cuenta con una estructura para la economía y para la guerra entre otros; debería haber una para el deporte. Ya es hora de que el gobierno vea el deporte como lo ha hecho con la seguridad y la prosperidad democrática. El deporte debe entenderse  como un símbolo de vida, progreso y bienestar.

No podemos seguir permitiendo que nuestros deportistas abandonen sus sueños, por tener que dedicarse  a trabajar como única posibilidad de salir adelante. Otros países que no cuentan con nuestro presupuesto, como Cuba, tienen políticas deportivas  claras y priorizadas. Mientras un atleta estadounidense se come diez huevos, un atleta colombiano debe compartir un huevo entre diez personas. Está claro entonces que Colombia si tiene talento, aquí lo que hace falta es apoyo.

Debemos exigir la rendición de cuentas frente a las inversiones de los entes del estado en materia deportiva, ¿qué sucede con los recursos, que aunque son poco,  cuál es su destino? ¿Cuáles son los criterios para asignación y priorización de los mismos? ¿Qué  han hecho los órganos de control frente a la contratación pública de escenarios deportivos inconclusos? Son muchos los interrogantes a considerar, en un país con una tendencia de atraso y abandono en el deporte. No podemos seguir condenados a solo ver el futbol como el deporte nacional que  lo da todo y no ha dado nada.

En materia de deporte, Colombia  atraviesa uno de los mejores momentos en la historia, tal como quedó demostrado en los juegos olímpicos de Londres, donde la delegación  nacional obtuvo 8 preseas olímpicas, el oro obtenido por Catherine Ibarguen en Moscú, el primer puesto en la montaña en Francia y segundo en la general de Nairo Quintana ; y la posición actual de la selección Colombia en el ranking mundial de la Fifa, así como la posibilidad palpable de la clasificación a Brasil 2014; entre otros.

Es el momento de hacer un alto en el camino y reflexionar sobre la problemáticas en el deporte nacional, las cuales se conocen y se repiten, solo cambia de actores, por lo general cada cuatro años. No necesitamos más intelectuales del deporte, cada vez se hace  más es imperiosa la necesidad de una reforma a los esquemas deportivos desde el marco normativo y presupuestal. Debemos propender por el diseño de una política pública deportiva que involucre la creación de un Fondo de Inversión para el Deporte, que bregue por la construcción de escenarios deportivos acorde a la necesidades reales, aunado a un sistema de sustento de los deportistas, donde éstos encuentren la solvencia y la tranquilidad; elevando en ultimas, las diferentes disciplinas al grado de profesionalismo. Un sistema que entienda el deporte como una inversión y no como un gasto.

Si hemos alcanzado todo lo conseguido hasta ahora sin los recursos suficientes, imagino lo que lograríamos blindado a nuestros deportistas, aprovisionándolos  de todas las condiciones y herramientas necesarias para su formación integral. Sin duda, Colombia sería una temida potencia deportiva habida cuenta del nivel de otras naciones que si le apuestan a sus deportistas.

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