El Cuento

Publicado el ricardogonduq

Como por arte de magia



Un día después de que las Farc entreguen su última arma, el Senado debería prepararse para posesionar a nueve comandantes de la disuelta guerrilla que ocuparán el mismo número de nuevas curules. Así lo sugiere una propuesta de la Fundación Paz y Reconciliación que promueve este “regalo”, sin que hayan depositado un solo voto por ellos. La democracia está sobrevalorada, han dicho algunos, pero no se puede negar que ese aterrizaje en la política de los guerrilleros suena por lo menos ruidoso y peligroso. 

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Por: Ricardo González Duque

En Twitter: @RicardoGonDuq

Los defensores de la idea de Ariel Ávila y él mismo, apuntan a decir que las Farc, con la Unión Patriótica como su brazo político en los años ochenta, lograron 14 curules en el Congreso y que éstas deberían ser restablecidas cuando se firme el acuerdo final. Pero ese argumento no creo que sea suficiente.

Guardadas proporciones, un partido como el Liberal podría alegar ahora que le devolvieran las decenas de curules que perdió en 2002 por las presiones del paramilitarismo, que logró atomizar los votos en pequeños partidos, después disueltos por el escándalo de la ‘parapolítica’. O Cambio Radical podría pasar una cuenta de cobro similar por la ley que permitió el transfuguismo y les arrebató congresistas en épocas del intento de segunda reelección de Uribe. Pero quienes deberían reclamar con toda la razón son los partidos de izquierda en el país.

Entregarles nueve o cinco curules directas en el Senado a las Farc, como lo sugiere la reciente edición de Semana, sería regalarles a sus comandantes la misma o mayor participación en el legislativo que partidos como el Polo Democrático o Alianza Verde, que sin violencia han logrado un espacio en una democracia que censuraba, aborrecía e incluso mataba a los líderes que se atrevieran a decir que son de izquierda. Cuando se firme el acuerdo, pero sin que hayan dicho la verdad ni hayan recibido una condena así sea alternativa, no puede ser que Timochenko quede al mismo nivel de Jorge Robledo o Claudia López.

A última hora, sin que el acuerdo sobre participación política lo dijera, están abriendo la posibilidad a una fórmula que dejaría a las Farc con un poder grandísimo, sin merecerlo todavía. Y hablo de merecerlo porque en política las conquistas se logran con ideas, con propuestas, aunque lamentablemente también con promesas incumplidas y con compra de votos, para qué negarlo. Pero jamás debería serlo con armas y en eso es lo que han estado las Farc, a pesar del gran proceso de paz que han hecho.

La solución estaría en condicionar esa concesión para hacer política, que es en últimas el objetivo principal de unos diálogos de paz: para este caso que las Farc cambien las balas por votos. Por un lado, aunque suene molesto y antidemocrático, en algún momento y en un período limitado, creo que sí hay que pensar en que los guerrilleros tengan curules directas, en eso tiene razón Ariel Ávila. Pero no deberían ser tantas, ni tener el mismo estatus de un congresista elegido por voto popular. Tal vez una fórmula podría ser que existieran uno o dos representantes que tengan voz, que puedan convocar a debates, radicar proyectos, pero no votar.

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Y por otro lado, con las Farc sí que funcionaría eso de que el tiempo cura las heridas. No puede ser que los comandantes que cometieron y ordenaron crímenes de lesa humanidad, estén al día 181 de firmar la paz, envestidos como congresistas. Tendrá que haber un duelo con las víctimas, un duelo que implique verdad, reparación y justicia, así sea en una granja, en una finca o con restricción de la movilidad, digamos en las noches. Como la propuesta del senador Navarro: “congresistas de día, presos de noche”.

Ideas como la de Paz y Reconciliación que le entrega tanto a los miembros de las Farc, terminaría siendo contraproducente para la votación del plebiscito, una “ayuda” como esas que daba el ex fiscal Montealegre; pues los colombianos no votarán con el mismo entusiasmo por el sí al saber que eso significará que los guerrilleros, sean congresistas automáticamente, insisto sin siquiera haber pasado por la justicia transicional.

Claro que tienen que habilitarlos para hacer política, pero no puede ser que parezca que las Farc se encontraron la lámpara de Aladino y lleguen al gran poder legislativo como por arte de magia.

Un punto de giro: A los que están en Bogotá, ¿no les parece que la ciudad está más sucia, llena de basura, últimamente? O los recicladores no le están caminando al alcalde o la transición al nuevo modelo de basura no les está funcionando. O ambas.

*Fotos: Montaje de Semana.

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