El Cuento

Publicado el ricardogonduq

El pesimista 2016

 

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En un cercano país se creía haber alcanzado la gloria en pocos años, después del éxito de sus gentes. Tanto, que en algún momento parecía ser cierto eso de ser la nación más feliz del mundo: fútbol, música, cine, belleza y otras razones lo dejaban en la cima. Pero todo cambió. Como si fuera un sueño, el colombiano despertó en 2016 sumido en un profundo pesimismo, que ahora nos toca a todos.

Estamos comenzando el tercer mes del año y la publicación de la primera evaluación de cómo va el país en el 2016, el Gallup Poll, deja claro que estamos pasando por una fuerte tormenta de pesimismo en Colombia, con solo algunas posibilidades de escampada pronta.

En solo dos meses fue increíble la disparada que tuvieron los que creen que las cosas en Colombia están empeorando: del 49 al 74 por ciento. El segundo peor momento para el gobierno de Juan Manuel Santos, solo superado por la época del “tal paro agrario” de agosto de 2013 cuando los pesimistas llegaban al 82 por ciento. En este momento los optimistas son, según la encuesta, sólo el 14 por ciento de los indagados.

La razón, creo yo, es una sola. No es ni la paz, ni la comunidad del anillo de la Policía, ni la peligrosa confrontación política con el uribismo más fúrico. “Es la economía, estúpido” como dijo Clinton en la campaña gringa de 1992. Pero no dicha en esas palabras. El Cuento está en que nos están tocando el bolsillo y de qué manera a los colombianos.

El pequeño 24 por ciento que hoy tiene el presidente Santos de imagen favorable se explica en una serie de eventos desafortunados que combinan la mala gestión con una pésima suerte que ha sufrido este Gobierno.

El incipiente incremento del salario mínimo, la amenaza de una cascada de impuestos en la aplazada reforma tributaria, la fallida e ilógica tabla para aumentar el cobro vehicular, el fenómeno de El Niño que aumentó las tarifas de energía, los daños en las centrales eléctricas que nos tienen al borde de racionamientos y la disparada del dólar que incluso terminó encareciendo la canasta familiar. Todo eso nos dejó con menos plata a los colombianos, que ya hemos sido muy pacientes con tanto apretón, mientras hay denuncias por el supuesto derroche del Gobierno Nacional.

Sentimos que estamos empeorando y eso es cada vez más una realidad que una percepción, porque los cinco pesos con los que antes mercábamos, por ejemplo, ahora se han convertido en siete u ocho. La crisis ha tocado la puerta y ha dejado a los colombianos pesimistas en la acostumbrada resaca de inicio de año. En la Gallup Poll publicada este martes, además de la economía que presenta su peor cara con 84 por ciento de calificación negativa, la siguen el desempleo con 72 por ciento y el costo de vida con el 94 por ciento, el peor de la medición.

La tormenta perfecta de la economía ha creado, sin embargo, una víctima aún más grande que el presidente Santos, capitán de este timonel enredado. Al proceso de paz, que el país inevitablemente está asociando directamente con el Gobierno, le están pasando su cuenta cobro. Hoy, los que creen que la negociación con las Farc va por buen camino bajaron del 52 al 36 por ciento y son muchos, muchísimos, los desconfiados con la cacareada fecha del 23 de marzo como día de la firma del acuerdo final. En estos dos meses, aumentaron del 52 al 80 por ciento los que creen que ese día no habrá ningún apretón de manos definitivo.

Posiblemente hay un incendio en la Casa de Nariño; allá donde según nos han ido mostrando en estos años, les importa tanto el qué dirán: de las encuestas y los medios. Pero a tres semanas exactas de esa cita con Timochenko y con la historia en La Habana, el presidente Santos aún tiene un as bajo la manga para revertir este caos que estoy contando aquí, que describe la Gallup Poll y que sienten los colombianos en la calle. Si el presidente firma la paz, las aguas se volverán mansas. Si no, esta crisis económica lo dejará en jaque para gobernar.

Pensando en su éxito, no sería extraño ver en la próxima medición una curva pronunciadamente ascendente en la imagen favorable del Presidente, si logra acabar el conflicto armado con la guerrilla más antigua del continente. Aunque sea solo el fin de una parte de la guerra y aunque haya que tragarse algunos sapos, como despectivamente se dice, el mérito de Santos será inmenso.

Y como en política una semana es una eternidad, probablemente tendremos en poco tiempo un Presidente fortalecido. El capitán del barco, aunque literalmente sin tesoros, podrá llegar a la otra orilla después de capotear la tormenta y podrá también disipar esos rumores de cambio por el segundo al mando.

Un punto de giro: Petro con 36 por ciento de favorabilidad al final de su mandato y Peñalosa con 35 por ciento al inicio del suyo, ¿no es como lo mismo? ¿O le damos una esperita?

 

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