Derecho para todos

Publicado el www.redjurista.com

No se desanime, estudie derecho

Como ingeniero que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar derecho, que dirijo este blog que tiene como título “Derecho para todos” y dos editoriales jurídicas, siento que debo dar un mensaje de ánimo a quienes ya son abogados, a quienes están estudiando derecho y a quienes piensan hacerlo.

Porque hay injusticia, corrupción, desorden, inequidad, clientelismo se necesitan más abogados. También –y tal vez lo más importante– porque el progreso alcanzado debe mantenerse y acrecentarse. También porque se necesitan mejores argumentos para las decisiones en nuestro país.

El abogado es quien estudia profesionalmente las normas que buscan ordenar nuestra sociedad, quien las defiende si son justas o quien las ataca si no lo son. También es quien crea las normas. Ser abogado es ser sensible ante el infortunio, es defender a quien lo necesita, es buscar el equilibrio y el progreso.

Nuestra Constitución dice: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, … democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”. Agrega: “Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; … asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”.

Si usted cree que puede ayudar a cumplir esos textos tan trascendentes, sea abogado, ayude a que las palabras se vuelvan realidad.

El derecho, a diferencia de las ciencias exactas, es una ciencia en permanente descubrimiento inherente a la naturaleza humana, a la complejidad de la mente de las personas. Existe porque la mente humana lo creó. Los defensores del derecho natural dirán que ya existía desde siempre y que el deber de las personas es descubrirlo. Independientemente de uno u otro punto de vista, pocas actividades rinden más respeto a nuestra mente, a nuestra capacidad de discernir, de pensar, de razonar, de interpretar, de decidir, de estudiar. A la esencia de lo que nos diferencia del resto del reino animal.

El derecho mezcla la filosofía, la sociología, la antropología, la lógica, la lingüística, la hermenéutica, la crítica. Poco iguala el placer intelectual de buscar la verdad o error de un silogismo, de un problema jurídico; es parecido a deducir el teorema más complejo, a resolver la fórmula más difícil.

Cuando estudiaba ingeniería me preguntaban por qué la estudiaba, contestaba: “porque odio el derecho”. Nada más equivocado. Así estuve hasta que 8 años después de graduado encontré el gusto por el debate jurídico, descubrí como ya se ha dicho en este blog, con palabras prestadas, que somos seres “jurígenos”. Que el derecho está en nosotros, en todas nuestras actividades. Que es inevitable.

Estúdielo para formarse, para ejercerlo, para aplicarlo, para asesorar. En todas las actividades del país se necesitan buenos abogados: para ser juez o notario, para ser fiscal, para defender a las personas, para ser servidor público, para ser político, para ser conciliador, para administrar acertadamente y sin riesgos una compañía o actividad, para orientar y guiar a la sociedad, para interpretar y aplicar las oportunidades del derecho, para ayudar a quien lo necesita; en los campos de la salud, la protección social y laborales, en los asuntos civiles y comerciales, en los asuntos penales y disciplinarios, en el sector financiero, en el de la minería y la energía, en asuntos de familia, en los servicios públicos, en la defensa del ambiente, en las TIC, en la administración de justicia por supuesto, en asuntos castrenses, en las relaciones internacionales, en asuntos canónicos y en la educación, etc.

Es imposible enumerar en este corto espacio las oportunidades de trabajo que tiene un abogado, me atrevo a afirmar que el derecho debiera ser formación básica para toda actividad técnica o profesional.

El derecho puede ser tan práctico y humano como en la siguiente norma: “Aunque la emancipación dé al hijo el derecho de obrar independientemente, queda siempre obligado a cuidar de los padres en su ancianidad, en el estado de demencia, i en todas las circunstancias de la vida en que necesitaren sus ausilios” (Art. 251 del Código Civil, en español de la época).

Tan sabio y bien redactado como en la siguiente: “En materia penal la ley favorable ó permisiva prefiere en los juicios á la odiosa ó restrictiva, aún cuando aquella sea posterior al tiempo en que se cometió el delito” (Art. 44 de la Ley 153 de 1887, en español de la época).

Tan equivocado y presumido como en la Ley 89 de 1890 que tiene como título: “por la cual se determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada”.

No importa, el derecho es como lo quiera la persona que lo ejerce, está asociado a su ser, a su forma de ser, a su sentido de justicia. El abogado no puede ser objeto de prejuicios ni estereotipos.

Las estadísticas engañan, Colombia necesita de muchas buenas personas, de muchos buenos abogados, muchos más que los malos. Que lo son estos últimos no por ser abogados sino por ser malas personas, como lo son la mayoría de los malos ingenieros, economistas, administradores y demás profesionales desacertados.

He tenido el privilegio de contar con la colaboración de más de 200 abogados en la labor que he dirigido desde hace casi ya 20 años, mis clientes son abogados, muchos de mis mejores amigos lo son, en mi familia hay muchos buenos abogados. He tenido profesores de derecho a quienes guardo profundo respeto y admiración. He vivido del derecho, lo encuentro inagotable y maravilloso. En mi labor mi esposa me ha acompañado, la he visto crecer y realizarse.

El derecho me ha permitido conocer seres humanos magníficos, me ha permitido ser mejor persona, me he enriquecido intelectualmente. He conocido abogados inigualables que han terminado una larga existencia siendo abogados, con absoluta lucidez y sabiduría.

He conocido abogados que trabajan en la misma labor que dirijo, quienes se convirtieron en mis maestros y personas a imitar. Su trabajo es admirable.

Si quiere estudiar o ejercer el derecho no se deje influenciar por puntos de vista equivocados, haga el propósito de ser buen abogado, aprenda de sus profesores, investigue, analice, profundice, no trague entero, busque la verdad, manténgase actualizado, el texto escrito por sí solo no es el derecho. Téngalo siempre presente, usted protegerá a muchas personas. No he dicho que vaya a ser fácil, requerirá de toda su humanidad.

Vi y disfruté series de televisión como: “The Paper Chase”, “The Practice”, “Boston Legal”, “The Good Wife”, “Suits” y por supuesto “Ally MacBeal”. Me inspiraron o hicieron reflexionar con frases como las siguientes:

De Mr. Kingsfield: “Through my questions you will learn to teach yourselves”, que traduce: “a través de mis preguntas usted aprenderá a enseñarse por sí mismo”.

De Ally MacBeal: “I don’t want what I want, and I want what I don’t want, and to complicate it even more, I don’t even know what I want or don’t want!”, que traduce: “¡no quiero lo que quiero, y quiero lo que no quiero, y para complicarlo más, ni siquiera se lo que quiero o no quiero!”.

Como también me han inspirado o hecho reflexionar miles de textos legales y apartes de providencias judiciales de la vida real, del derecho colombiano.

Carlos Eduardo Borrero González

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