El Magazín

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La candelaria 1:33 a.m.

 

Flower 1, Flickr, Christos Tsoumplekas
Flower 1, Flickr, Christos Tsoumplekas

Juan Villamil *

Es hora ya de dormir

esta pesadez que tu cuerpo dejó en el mío

pero no puedo no puedo.

Si estuviera lo suficientemente loco

daría tu forma a las sábanas

y dormiría en ella

aferrado a una idea de tus senos

tal vez susurrándote al oído

si no es molestia cuánto te deseo

pero no puedo no puedo.

Es la noche un trecho muy largo y el día

una hipótesis sin grandes argumentos:

quiero esperar despierto

tu próxima llegada

y la fantasía que le siga a los ligueros

pero no puedo no puedo.

Cedo mansamente al ensueño

al tiempo que escribo

sobre el recuerdo extenso de una tez blanca

y ojos café.

Es tiempo de abandonar la hoja y con ella

la imagen vívida de tu cuerpo:

¡debo dormir!

pues ya no estás y no estarás

más que al cabo de los días

pero no puedo no puedo.

Es tan pequeña la cama si está vacía…

No quedan más que dos caminos: caer

no inopinadamente en tu docilidad

en tu pasión de sueño ligero

sino a un costado

hacia el abismo final de la realidad

en que habito

anhelando crearte de la nada blanca.

Dormir nada más en el mismo lugar

en que antes bebimos del placer

una y otra vez

una y otra vez

como un agónico animal sediento

es un corto destino de normalidad

que intento aceptar esta noche

pero no puedo no puedo.

Tendré que abandonar la habitación

y deambular por las aceras

interrogando a desconocidos

por el perfume que persiste en mi pelo

o si acaso han visto a una mujer

de mirada café y ligueros

a quien prometí olvidar por unos días

pero no puedo no puedo.

 

Agni- The Fire God- Free Texture, Flickr, Eddi 07
Agni- The Fire God- Free Texture, Flickr, Eddi 07

 

LUNES A LA TARDE EN EL MUSEO

 

Ardo

y son las llamas de tus mejillas

después del beso

que rompió barrotes de pudor

enfrente del pequeño lago

de Renoir.

 

Ardo

y es un puente de manos tendido

entre dos cuerpos

que abdican del arte contemporáneo

absortos en un tríptico

de Luis Caballero.

 

Ardo

y al final de la súbita caricia

reniegas

como si nada más importara

“¡Arrojaría ya mismo el paraguas…!

pero mira: un Dalí”.

 

Ardo

y es tu humedad roja

y mi síndrome de Stendhal:

 

Suena la alarma

acuden los vigilantes

se disculpan en inglés los guías

maldices jadeante:

¡Esto es arte, señores!

 

A broken promise left me here, Flickr, Edgar Dacosta
A broken promise left me here, Flickr, Edgar Dacosta

 

LA OTRA POESÍA

 

Si estuvieras aquí

¡qué distinta sería la noche!

 

No habría comido

esa fea

sopa recalentada

ni fumado uno tras otro

los últimos veinte

cigarrillos.

 

Estaría tranquilizando

a los vecinos

y jurándoles mayor recato

la próxima vez

 

en lugar de acudir a la ventana

a confirmarles

que aún no he muerto

sólo no estás aquí

y así

mi poesía es tímida, callada.

 

 Woman_Silhouette

 

AL FINAL, ELLA

 

Si pudiera hacer la habitación a un lado

y quedarme en el centro

del cubo blanco

me arrancaría la piel

y escribiría con la tinta de mis manos.

 

Dejaría correr hilos de sangre

en endecasílabos

o libremente

pero correr por las paredes

e ir a juntarse en el suelo

en un último montoncito de ideas

y de sueños y de imágenes:

 

la silueta de una mujer

es todo lo que anhelo.

 

 

0257, Flickr, Cia de Foto
0257, Flickr, Cia de Foto

 

SOBRE UNA ESQUINA

 

Estoy enfermo

y mi enfermedad se llama ausencia.

¿Hay en verdad un gato

en el tejado

que como tú ronronea?

¿O es sólo la locura?

 

Puños aguardan

en mis bolsillos

y ni a un imbécil se le ocurre

sacarme de quicio.

¡¿Dónde se ocultan los hambrientos

cuando uno, encolerizado,

los necesita?!

A nadie le importa

el corazón

de un cuerpo que palpita.

 

Estoy enfermo

y mi enfermedad se llama ausencia.

¿Qué es la inesperada esquina

de una avenida

sin tu bragueta?

¿Qué es así la vida?

 

Los sujetos más tristes

se pasean frente a mí

a punto de caer.

Los envidio.

Quiero poder tumbarme en una acera

sin otra ocupación

que fallecer.

Una botella de vino tinto

una helada escalera

un gato que ronronee

y el aire ácido de tu piel.

 

¡Quiero ser un mendigo y morir

con la mano extendida!

(¿Existe otra manera?)

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(*) Colaborador.

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