Tenis al revés

Publicado el @JuanDiegoR

Julio Victoria: el DJ colombiano que entrenó con Maria Sharapova

La primera vez que vi a Julio Victoria tocando, en agosto del 2008, vestía como tenista y su camiseta estaba salpicada de polvo de ladrillo. Luego de entrenar, me invitó a su casa en el barrio Chapinero de Bogotá para mostrarme los tornamesas Technics que había comprado dos años antes y los vinilos que había traído del sur de Alemania en donde jugó Interclubes durante tres veranos seguidos. La música duró 10 minutos hasta que el portero le avisó por citófono que debía parar por las quejas de vecinos.

Foto/Camila Gutiérrez

 

En ese lapso, mientras movía su cabeza de arriba abajo con un audífono en la oreja izquierda, habló de sus visitas a la tienda Plattentasche (que significa bolsa de discos). Habló de house y techno. Y de lo fascinante que le resultaba esa música. “Hobbie”. Eso respondió cuando le pregunté por qué había comprado todo, pero el tiempo lo contradeciría en 2010 al debutar como DJ en Radio Berlín. (Prográmese para ver a Julio Victoria en vivo)

El tenis todavía era prioridad en 2008, por eso en la sala tenía dos pares de zapatos para jugar, unos para trotar, una canasta llena de bolas viejas, las dos raquetas Wilson K-Blade, un rollo de encordado y un maletín que con el tiempo reemplazaría por vinilos, sintetizadores, monitores de producción, una marimba y los tornamesas. Esos cambios coincidieron con su propia transformación: el tenis lo disciplinó y obligó a dormir temprano por años, y a partir del 2010 la electrónica lo convirtió en un trabajador incansable de noches y madrugadas.

Pero así haya dejado de ser tenista, su historia queda incompleta si solo es contada a través de sus hazañas como DJ. El tenis lo ayudó a conocer la música —pues andaba compitiendo en Alemania cuando se obsesionó con coleccionar vinilos—. Y también hizo parte de su vida desde que a los 10 años aprendió en el Bolo Club de su natal Armenia con el entrenador Germán Hernández, hasta que un accidente en carro le impidió viajar a los Juegos Mundiales Universitarios de 2007 en Tailandia.

Gracias a un fondo sólido y a un físico envidiable, fue por nueve meses el sparring-partner de la exnúmero uno del mundo Maria Sharapova en la academia Nick Bolettieri en Estados Unidos. En julio del 2000, con 18 años, viajó hacia Florida con sus dos raquetas negras con amarillo y rojo, el inglés que aprendió en un intercambio durante 1997 en Oregon y una carta del entrenador Germán Hernández dirigida a su colega Raúl Ordóñez, un caleño que trabajaba en Bolettieri y fue sparring de André Agassi. En el documento le pedía que observara el talento de Julio y se terminó quedando nueve meses.

 

Julio Victoria y Maria Sharapova

Pudo pelotear con las hermanas Venus y Serena Williams, con Tommy Haas, Tatiana Golovin, Daniela Hantushova, Kei Nishikori y se convirtió en el sparring-partner de Maria Sharapova cuando ella tenía 13 años. Entrenaban cuatro horas por las mañanas bajo el sol tirano y la supervisión militar del padre Yuri Sharapov. Julio pegaba con top-spin y ella cortaba el efecto con sus planazos. “¡A esa edad ya gritaba muchísimo!”, recuerda Julio, que a veces debía ponerse bolsas de hielo en sus brazos por la potencia de Maria.

“Era muy amable, muy especial. Siempre hablaba de tenis, pero me preguntaba por Colombia y por mis cosas. También era muy niña y le encantaba patinar cuando no jugaba. Es la persona mentalmente más fuerte que he conocido. Tenía una disposición increíble para trabajar”. Y lo dice él que en Bogotá, cuando empezó la Universidad, subía corriendo hasta la punta de Monserrate, descendía, volvía a ascender y terminaba abajo. Esa sesión contra el reloj la realizaba dos veces por semana.

Después de su paso por Nick Bolettieri, en 2001 se inscribió en mercadeo y publicidad en el Politécnico Gran Colombiano de Bogotá, pero continuó viviendo por el tenis. Un día comenzaba a las 5:30 de la mañana con preparación física en el gimnasio, velocidad en la pista del Centro de Alto Rendimiento o subiendo por una rampa de su barrio una llanta de carro que amarraba con una cuerda a su cadera. Asistía a clase y luego practicaba en cancha hasta decir no más. Su única adicción era el entrenamiento.

Fue campeón nacional universitario y llegó hasta octavos en el Mundial de Turquía en 2005. Por recomendación del extenista Miguel Tobón lo contrataron para que representara a Muggensturm y luego a Biswheier en competencias Interclubes y en su último año como estudiante clasificó al Mundial de Tailandia en 2007, pero no lo pudo disputar por un accidente.

Dos días después de volver de Interclubes en Alemania, todavía estragado por el cambio de horario, se quedó dormido mientras manejaba su Twingo y estrelló la fachada de una casa en el barrio Chapinero. Su mamá había viajado a Bogotá para acompañarlo dos semanas antes del viaje a Tailandia, pero se quedó tres meses cuidándolo de una fractura en el seno frontal y otras heridas.

Aunque regresó a las canchas después de meses de recuperación, la competencia no volvió a animarlo con la misma fuerza de antes. Y la música se fue convirtiendo en prioridad y luego en la forma de ganarse la vida. En trabajo y pasión.

Pero el tenis permaneció en su interior. La disciplina que adquirió en entrenamientos, la independencia por tantos viajes, el trabajo en equipo que aprendió jugando dobles, la malicia que desarrolló en la cancha, el respeto por su cuerpo, la competitividad, la ambición de logros. El tenis condicionó su personalidad.

Por eso en algún momento intentó incluir el sonido de un peloteo en su música. Además, sus manos grandes aún son toscas y venosas. Su andar tiene la prisa de un tenista que va a saludar al rival en la red después de un triunfo. Y aunque baila alegre mientras toca, su rostro se muestra serio como el de un jugador de tie-break.

Julio Victoria sigue siendo un tenista en el DJ booth.

Por: @JuanDiegoR

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