Coma Cuento: cocina sin enredos

Publicado el @ComíCuento

Ignacio Medina: juzgando la cocina bogotana a través del ojo de la cerradura

Por: @Gastropolitica

 

Ayer tuve la oportunidad de leer la “crítica”, titulada Milagro en Bogotáque Ignacio Medina (reconocido periodista gastronómico español) publicó en el Diario El País sobre Bogotá y un restaurante de la ciudad. Debo confesar que en un principio su tono mordaz me hizo gracia… me regodeé en sus palabras cargadas de sarcasmo e irritación por lo que parecía ser un escrito sobre un restaurante que no le gustó “ni cinco” – o ni cuatro como él mismo describe – “[…] una cocina antigua, pasada de moda, plagada de lagunas técnicas y sin raíces. Cuatro en uno”.

Rápidamente mi entusiasmo inicial dio paso a la sorpresa cuando contundentemente afirmó a renglón seguido: “Es la primera pero no será la única; la experiencia se repite a lo largo de cuatro días. Hay excepciones, pero me sobrecoge lo que veo en esta rápida visita a la capital colombiana”. Espero… sigo leyendo para entender qué pasó en su visita. Con estupor leo la siguiente aseveración: “Nunca había encontrado una ciudad tan volcada en sus restaurantes y que al mismo tiempo viva tan de espaldas a la cocina”.  ¿Pero dónde estuvo este señor? ¿Qué más hizo? ¿a dónde fue?

Quedo a la expectativa de que amplíe sus impresiones pues al fin y al cabo critica la restauración de toda una ciudad. Me pregunto si está viviendo entre nosotros para poder realizar semejantes juicios de valor. En mi opinión, para emitir un concepto sobre la cocina de una ciudad hay que vivirla a fondo: se degusta a lo largo de muchas experiencias, y luego la información se decanta; a partir de ese momento ya se puede empezar a hablar con un poco de propiedad sobre un lugar que nos es desconocido. Porque una cosa es hablar de una noche en un restaurante, y otra muy distinta es generalizar sobre la cocina de toda una ciudad.

Fotos: @Igmedna en Bogotá
Fotos de @Igmedna en Bogotá

Más adelante Ignacio Medina intenta excusar sus afirmaciones diciendo: “Es pronto para sacar conclusiones, pero durante cuatro días me sentí invadido por una sensación recurrente: no sabía si me había equivocado de país, de siglo o de continente”. ¿Cómo así? ¿Es pronto para sacar conclusiones, pero igualmente lo hace? Quedé muy confundida.

A continuación sigue describiendo la pesadilla gastronómica que vivió en el restaurante (sin nombrarlo), y de las disculpas del cocinero que cae en la trampa de justificar su cocina a pesar de él mismo… “es que los clientes no lo dejan cambiar nada (bla bla bla)”. Hay que decir que el periodista tiene razón en este punto: al cliente hay que hacerlo sentir como un rey, pero nunca hay que dejarlo gobernar. En este sentido, sus palabras me parecen acertadas.

Para terminar, compara el postre reencauchado del restaurante con sus versiones originales (que datan ya de tiempo atrás) y lo fulmina con la frase final: “De repente, el cliente conservador e inmovilista se ha convertido en un aficionado al aparato, la novedad y la sorpresa”.

Sin embargo, nunca se atreve a nombrar al cocinero o al restaurante. Es una nueva adaptación de El Traje del Emperador: todos sabemos de quién habla, pero no nos atrevemos a decirlo en voz alta. ¡Vaya crítico! ¡Tiene toda la autoridad moral para hablar de la realidad gastronómica de una ciudad con casi 10 millones de habitantes, pero no tiene las agallas para nombrar a quien critica!

Fragmento de la foto: Un postre preparado en un restaurante colombiano. Samuel Sánchez
Fragmento de la foto: Un postre preparado en un restaurante colombiano. Samuel Sánchez. http://elpais.com/elpais/2016/04/28/estilo/1461875981_409788.html

Indagando un poco más en el tema, confirmo que estuvo en otros lugares de Bogotá: en su Instagram publicó fotos de la Plaza de Paloquemao y algunos restaurantes… pero de eso no menciona ni una palabra; no se aventura a decir si fueron tan espantosos como el restaurante “misterioso”. Tal vez sí le gustaron, pero no se atreve a desmentir sus propias generalizaciones. No entiendo, ¿por qué habla de excepciones y no las menciona? Dice que le hubiese encantado ir a Leo, pero que no pudo: “Pagué las consecuencias”.

¿Por qué no pudo? ¿Venía en un fugaz viaje con una agenda coordinada por otros? ¿Qué tipo de “crítico” no se informa sobre el lugar que visita, crea su propia ruta y se deja llevar como un bebé a donde lo lleven cargado? Las respuestas a estas preguntas van más allá de mis limitadas posibilidades, pero las dejo planteadas porque me parece que en su escrito, Ignacio Medina da cátedra sobre lo que no conoce, critica soterradamente a quien le place, excluye a quien no debe, y no habla de las razones (y el patrocinio) de su corta estadía en Bogotá.

A pesar de las críticas que desde este espacio se le han formulado a muchos restaurantes y cocineros que encajan dentro del perfil del misterioso restaurante, creo que es una falta de respeto hacer una pseudo-crítica de un restaurante sin dar la cara, y sin decir claramente que también estuvo en lugares de dudosa calidad y concepto culinario como El Cielo… ahí sí bien calladito el señor Medina, ¿no?

Foto: @igmedna
Foto: @igmedna

Hasta donde tengo entendido, el señor Medina hace parte de la plana mayor de la lista St. Pellegrino World 50Best Restaurants (si estoy desinformada, lo invito a que me corrija). No tiene presentación criticar tan ácidamente a un restaurante cuyo prestigio ha sido cimentado por el listado que uno construye, y por lo tanto se es a la vez artífice directo de la figuración internacional del mismo.

Esta es una invitación a responder (nuevamente) cuáles son los criterios que se utilizan para seleccionar dichos establecimientos, y especialmente a los jurados que votan en cada uno de los países. No se puede ser juez y parte, ser crítico y no ser directo, hacer afirmaciones y excusarse.

Finalmente, ¿quién soy yo para cuestionar al gran crítico español que nos hace el favor de venir a darle vuelta a las Colonias para darnos su aprobación? Sin embargo, hay que ser muy obtuso para creerle a quien fundamenta sus apreciaciones en una visita guiada y patrocinada por generosos mecenas innombrados…

 

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