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Venganza

"La piel que habito" de Pedro Almodóvar.
"La piel que habito" de Pedro Almodóvar.

Pedro Almodóvar regresa con “La piel que habito”, una película cruda y visceral con la que hace un retrato de la locura, de las obsesiones. Antonio Banderas, como protagonista, hace el mejor papel de su carrera.

Lorena Machado Fiorillo (*)

Él la mira en la pantalla, la contempla por horas, como un cazador cuando espera a que la presa se aproxime siquiera un poco más para poder lanzar el dardo, la bala. Y sí, ella está presa, atrapada en esas cuatro paredes en las que durante tantos años sólo ha escrito, con carboncillo, la palabra respiro, porque el aire se le va, y así la vida, y mientras se fuga por la rendija de la puerta ella es otra, alguien que no es, alguien que no quiere ser, alguien que no se reconoce, un espejismo.

Hay otro ser, menos analítico, mucho más feroz, quizás ahogado en el placer que le causa el dinero, en la obsesión que le provoca esa joven que lo confunde y excita. De pronto él en sí mismo es un distractor, una caricatura del instinto esbozada por Pedro Almodóvar, quien traza a la torpeza en un personaje al que apodó Zeca, aquel que en una rabieta ató con una cuerda a su mamá y le hundió una servilleta de tela en la boca dos veces.

La nueva película del español sacude el más ínfimo pedazo de piel, lo arranca sin una dosis de pudor, de un solo tirón. Cualquiera está loco, todos fingen ser quienes dicen llamarse y en su camuflaje acusan al dolor como derecho a tener una venganza. Esa demencia, dicen, surge de las entrañas de una mujer a quien la vida le arrebató un reconocimiento como madre.

‘La piel que habito’, basada en la novela del francés Thierry Jonquet, del 95, reivindica a Antonio Banderas en el cine con un papel perturbador, dueño de una mente calculadora, milimétrica, con una presencia impecable que expele terror. Si bien interpreta a un cirujano, se involucra en un juego de largo tiempo, donde es Frankestein y mueve a la humanidad a su antojo. Él es un dios y le tienen que rendir pleitesía.

Rodada con extremo detalle, la cinta acude a los primeros planos de unas manos que recortan la piel, la cámara se inmiscuye en la medicina como si fuera un espía de los procesos, los guantes, la bata, las tijeras, el paciente que quiere un cambio de sexo, el doctor que es cómplice, los papeles falsos, la búsqueda de una piel resistente al dolor, pero el dolor se lleva por dentro y carcome la utopía.

Reparto: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Jan Cornet.

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(*) Periodista de El Espectador, es la coordinadora de El Magazín y publica una columna sobre cine cada sábado en la versión del iPad de El Espectador.

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