Alejandro Pinto

Publicado el Alejandro Pinto

Inteligencia artificial para enseñar matemáticas a niños

Inteligencia artificial para enseñar matemáticas a niños

Un niño, una computadora, 15 minutos de máxima concentración y una sesión de ejercicios de matemáticas totalmente adaptada a su nivel, en línea, sin necesidad de desplazarse a ningún sitio.

La idea era sencilla pero la ejecución, no tanto. Para poner en marcha Smartick, así se llama el método de aprendizaje en línea de matemáticas, Javier Arroyo y Daniel González de Vega, fundadores de la empresa española, tuvieron que seleccionar a un potente equipo de matemáticos, desarrolladores, pedagogos y psicólogos, además de diseñadores gráficos.

El resultado es un método que usan a diario más de 10.000 niños de todo el mundo, por el que han pasado casi 35.000, y que consigue aumentar la confianza con las matemáticas, adaptarse a niños de altas capacidades o los que necesitan un refuerzo, y que, con un poco de gamificación, logra que los niños lo hagan a diario, fomentando así los hábitos del trabajo, la rutina en el estudio y el esfuerzo.

Para conseguir que la inteligencia artificial de Smartick le cocine a cada niño el plato exacto de matemáticas con los nutrientes que precisa, el método le propone un test de entrada que puede durar varias sesiones. Es entonces cuando se consigue situarle en el nivel exacto que precisa, para acometer retos con confianza.

Dependiendo de cómo vayan contestando a las preguntas planteadas, el algoritmo le mueve por el árbol de contenidos, siempre ajustándose a ese estado de “Flow” que, tal y como lo definió Mihaly Csikzentmihalyi, es cuando consigues poner a alguien en el nivel correcto de sus habilidades, cuando está situado en el punto de partida de lo que puede hacer y no en lo que simplemente debe hacer.

Cuando el reto excede a sus habilidades, el resultado es la ansiedad y la falta de confianza y, cuando está por debajo, lo que consigues es aburrimiento.

Por eso, en Smartick, tuvimos claro desde el principio que teníamos que alcanzar ese estado de Flow. Hay muchos niños en clase que se sienten mal porque se quedan atrás y entran en un círculo vicioso: pierden confianza y se van quedando más atrás. Por el contrario, también hay niños que, al dar cosas que entienden demasiado fácil en el colegio, se aburren”, explica Javier Arroyo, cofundador de Smartick, que cuenta casos tanto de niños de altas capacidades como otros con problemas de aprendizaje o lo que simplemente usan Smartick como una vacuna contra el fracaso en las matemáticas.

En la sesión, el algoritmo detecta cuando un niño no está entendiendo lo que se le plantea y les sugiere que vean un tutorial de cómo se hace.

Periódicamente, se plantean sesiones de repaso y, cuando la inteligencia artificial lo ve necesario, una nueva prueba de nivel. Además, cada sesión acaba con problemas de palabras, lo que ha llevado a encontrarse un efecto colateral no pensado y muy satisfactorio: Los niños mejoran su comprensión lectora.

Todas las semanas, además, se pone una sesión de lógica. “Ser una plataforma en línea nos permite enriquecer mucho los contenidos. A diferencia de métodos como Kumon, esencialmente volcado en el cálculo, nosotros metemos mucha geometría para mejorar el razonamiento espacial y filtramos lo que consideramos mejor de cada metodología, como la Singapur o el Rekenrek holandés, un ábaco especial. Hacemos mejoras continuas y subimos una nueva versión cada seis semanas aproximadamente”, explica Daniel González de Vega. Además, claro está, la ventaja de no tener que llevar a los niños a ningún lado, corregir cuadernillos y cronometrar tiempos.

Cuando estos emprendedores crearon la plataforma lo hacían movidos por el reto de solucionar un problema: los datos de la mayoría de los países occidentales en matemáticas en la prueba internacional de PISA, en la que se miden las competencias de distintos sistemas educativos, no eran muy buenos comparados con muchos asiáticos, así como algunos europeos, notablemente el caso de Finlandia.

Qué se estaba haciendo mal para que tantos niños encontraran las matemáticas aburridas y fracasaran con ellas era la pregunta que se hacían. Había estudios que señalaban las notas en esta asignatura en los primeros años como el mejor predictor del desempeño académico posterior y, al contrario, como un mal vaticinio de posible fracaso escolar. Por eso, decidieron fijar la franja de edad entre los 4 y los 14 años: Smartick sería como una vacuna contra el fracaso escolar.

Los datos en Colombia en matemáticas no eran muy esperanzadores tampoco. Al idear la plataforma en línea, a diferencia de otros métodos como Kumon, sabían que tenían la ventaja añadida de nacer de una manera global.

Cualquier padre, en cualquier parte del mundo, les podría encontrar y así fue cómo se encontraron con familias repartidas por América, como un padre ingeniero de Medellín, muy interesado en que su hija se sintiera cómoda con las matemáticas.

Javier Arroyo, uno de los fundadores, cree que Smartick no sólo tiene mucho recorrido en Colombia por el deseo de mejora de los resultados en matemáticas, también reconoce que el esfuerzo de la iniciativa del Gobierno del reparto de tabletas por todo el país hará que muchos empiecen a pensar que pueden recibir recursos educativos de calidad por esa vía.

Pero las tabletas solas, de por sí, no mejoran nada. Se trata de ver qué hacen los niños con ellas. De hecho, muchos de los padres Smartick nos cuentan que usan los 15 minutos de la sesión de matemáticas como condición para que los niños luego puedan jugar a otra cosa. Al menos saben que, durante un mínimo de 15 minutos, los niños van a estar mejorando sus habilidades cognitivas”, agrega Javier.

En el programa, cada niño tiene un avatar que puede ir personalizando al comprar accesorios en una tienda virtual en la que se paga con los tiquetes que se ganan en cada sesión. Además, el avatar podrá decorar su habitación y comprar alguna mascota.

Es el mundo virtual de Smartick que se abre al acabar la sesión de matemáticas. En él, los niños pueden acceder a una biblioteca donde estarán colocados los diplomas que gana cada vez que acaba una lección.

Los diplomas los dan matemáticos famosos, porque creemos que también hace falta divulgación, que los niños sepan que están aprendiendo un lenguaje, el matemático, que es universal y que se empezó a entender en la Grecia antigua”, explica Daniel González de Vega, de ahí que sean matemáticos como Pitágoras pero también Ada Lovelace, la primera mujer programadora.

En ese mundo, los estudiantes Smartick pueden acceder a una serie de juegos diseñados por expertos para mejorar las capacidades cognitivas. Los hay específicamente para mejorar la atención, la memoria, la lógica, la agilidad mental. En esa parte, no hay más límite de tiempo que el impuesto por los padres. Estos, a su vez, en cuanto los niños han acabado la sesión reciben un correo electrónico con un resumen de cómo lo ha hecho, qué hora han estado conectados y la agilidad que han tenido al hacerlo. En el caso de que quieran profundizar, hay una web para los tutores donde pueden ver la evolución del niño de manera más detallada.

El 85% por ciento de los niños que han usado la plataforma han mejorado sus notas en matemáticas, pero los dos fundadores se sienten orgullosos de algo más intangible: “Nos encanta cuando nos dicen que se ha acabado la angustia frente a la asignatura o el aburrimiento en clase. Para nosotros, ese es el gran logro de la educación adaptada a cada niño. Y, sobre todo, en matemáticas, eso significa que habrá cada vez más niños con todas las puertas abiertas a sus posibilidades. No queremos que nadie diga, de adulto, me hubiera encantado estudiar algo técnico, pero no pude con las matemáticas”, concluye Javier Arroyo.

Yaret Campos
Smartick – Aplicación invitada.

*Fotografía www.freepik.es/foto-gratis/ninos-jugando-sobre-el-cesped_854912.htm

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