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Gustavo Cerati y un par de botellas lanzadas a su “luna roja sobre el mar negro…”

Gustavo Cerati. Tomada de: blogamole.tr3s.com
Gustavo Cerati. Tomada de: blogamole.tr3s.com

Aquiles Cuervo (*)

Gustavo Adrián Cerati Clark lleva un año viajando a través de su propia Fuerza Natural. Desde esa dramática noche de Caracas, Cerati no ha vuelto a recuperar sus sentidos. Mientras tanto, sus amigos y seguidores no han dejado de enviarle haikus virtuales más o menos memorables.

“Se bucear en silencio”, Soda Stereo, Zona de Promesas

Dicen que cuando Cerati alcanza a percibir misteriosamente algún sonido exterior, en especial la música de Spinetta, sus vibraciones corporales marcan algo en una máquina. Dicen que Cerati ya no se despertará. Dicen que sus demonios lo llevaron a su situación actual y se enumeran las “víctimas” del rock, como si se hiciera una lista de mercado. Lo que no se dice en voz alta es que Cerati sigue componiendo a través de su trance natural: se bifurcan sus viejas canciones en otros senderos que sólo él puede recorrer y retratar. Es un viaje místico que tal vez comience a través de su canción Planta, esa que dice: “tanto irme por las ramas/ ahora recojo las heridas…” (http://www.youtube.com/watch?v=GcfEBroI8AE&feature=related). Y así, su “voz vegetal”, su “amor vegetal” se une a su “canción animal” y Cerati sigue respirando, así sea artificialmente. 

Quiero decirle a Cerati que seguimos esperándolo. Hay muchas zonas de promesas que no tienen plazos. Llegará un día en el que una luz le mostrará el camino de regreso…a casa. “Casa” es además una de las palabras más palpitadas por Cerati en sus canciones: casas hechas de amor amarillo, colores santos y bocanadas. Pero, más allá de todas las casas que ha tenido y concebido Cerati, yo diría que su Casa siempre ha sido el mar. Un mar de zooms azulados. Un mar de náufragos malditos que aman desesperadamente el silencio y las flores rotas. Un mar donde no existe el olvido: un mar negro bajo una luna roja. Esa es su casa y la nuestra…

Un año después Cerati sigue buceando como el joven Archimboldi de Roberto Bolaño (2666) y mientras contempla y acaricia algas fosforescentes y alucinógenas, nos manda mensajes de ultramar. Y desde allí, “oye las sirenas en el mar/ si es que aún no lo entiendes”(http://www.youtube.com/watch?v=NuB1v85kexk&feature=BFa&list=AVGxdCwVVULXc1q3eJ-k1mdij6mSA3XJlg&index=27). Y entonces Cerati canta también con sus nuevas musas, con esas sirenas en forma de cactus y de amebas (sueños en stereo llegan hasta mí desde sus profundidades) y a veces, en Altanoche, en las horas más húmedas, ciertos ecos me lanzan a esos abismos ceratescos y tiemblo. Su voz me llama y se estrella contra mi piel desnuda. Son imágenes retro…

Queda entonces una plegaría sonora y pagana en el aire para ti, Gustavo Adrián, para que no dejes de girar y hacernos girar, para que vuelvas o vueles:  “gira el sol, gira el mundo, gira Dios…” (http://www.youtube.com/watch?v=Axv6mWkwNGg&feature=BFa&list=AVGxdCwVVULXc1q3eJ-k1mdij6mSA3XJlg&index=18).

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(*) Colaborador.

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