El Cuento

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“Bogotá fea”

Había una vez unos habitantes de la calle a quienes preferían ver en un caño de la ciudad (quizá ahogándose) que en el centro, a pocos metros de la oficina del alcalde. A ellos los quisieron esconder, como a los grafitis quisieron borrar de un tajo. Gris y sin indigentes, creen que Bogotá se ve “mejor para todos”. Pero estamos tapando el sol con un dedo.

Indigentes

Por: Ricardo González Duque

En Twitter: @RicardoGonDuq

Tanto se ha repetido esa frase de “quien no conoce su historia está condenado a repetirla” que ya parece de cajón, pero por estos días en Bogotá parece que es perfecta para definir lo que puede llamarse la metástasis, atomización o diseminación del Bronx, la calle intervenida por la alcaldía de Enrique Peñalosa hace tres meses, presentado como uno de los grandes logros del inicio de su administración, pero sobre la que hoy hay inmensas dudas porque tendrá el mismo epílogo de la calle del Cartucho.

Hace algo más de una década, la ex senadora y ex funcionaria del alcalde, Gilma Jiménez, escribió con orgullo en la revista Semana un artículo que ha vuelto a relucir en los últimos meses en el que decía:  “En 1998, el entonces alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, tomó la decisión política de intervenir radicalmente el sector (el Cartucho) Su razón principal era precisamente que era urgente salvar a las miles de personas atrapadas en ese lugar, especialmente a los niños, las mujeres y los ancianos (…) había que recuperar para toda la ciudad el centro (…) A partir de este año Bogotá podrá decir que ya no tiene en sus entrañas un gueto, un infierno…”

El infierno siguió y lo seguirán prolongando como van las cosas. La secretaria de integración social, María Consuelo Araujo, reconoció esta semana en Blu Radio que después de la mega intervención, no todo estaba listo para atender a los habitantes de la calle del Bronx, lo que terminó en el drama de las decenas de personas que se ubicaron en el caño de la carrera 30 buscando un lugar donde estar, con tan horrorosa suerte que muchos de ellos terminaron arrastrados por la creciente de las lluvias. Y por poco en una tragedia mayor.

«Preferimos a los habitantes de la calle en el caño, que en otro Bronx» decían por estos días algunos funcionarios del Distrito. Secundados por la misma secretaria Araujo que le contestó a El Tiempo que “nos acostumbramos a ver habitantes de calle como parte del paisaje”. ¿Así que todo se trata del paisaje, de que no haya ciudadanos “poco agradables a la vista”, que no tengamos una Bogotá fea?

La Alcaldía ha dicho que desde el 28 de mayo que ocurrió la toma del Bronx, se han atendido a más de 3 mil habitantes de la calle de esa zona, sin embargo la realidad de hoy es la confirmación de que esa intervención fue solo cosmética, sin una estrategia social de fondo con el objetivo principal de “embellecer la ciudad”, una frase que el alcalde y su equipo repiten en trinos, discursos y comunicados de prensa.

Esas reglas de la estética, de lo que es “bonito” y es “feo”, nunca salen bien cuando queremos convertirlas en absolutas, en una norma para todos, pero la alcaldía de Peñalosa le ha querido jugar a esa lógica. Parece que prefiere una ciudad sin habitantes de la calle a costa de lo que sea y gris, sin grafitis.

Grafiti Rosa Elvira

Porque ésa ha sido la otra cruzada, quizá silenciosa de la administración actual, que ante la bulla que hizo a comienzo de año el secretario de Seguridad, Daniel Mejía, anunciando que borraría grafitis; ahora le está dejando la tarea a la policía, la misma fuerza que fue intolerante, por decir lo menos, con Diego Felipe Becerra en 2011.

“Ahora sí se les acabó el reinado” me cuenta Parásito, una grafitera de Bogotá, que les ha dicho la policía este semestre cuando ven que están grafiteando en un mural. Y aunque no lo ha vivido todavía, cuenta que sus compañeros le han dicho que la frase va seguida de agresiones.

La nueva Alcaldía ha querido borrar toda clase de “mamarrachos” en las plazas de la ciudad, pero en esa iniciativa se han quitado mensajes y murales que, vamos a ver puede ser la misma polémica sobre las corridas de toros, son considerados arte. “A mí me taparon uno en homenaje a Rosa Elvira Cely” me termina diciendo Parásito, sobre su obra en la calle 13 con carrera 52.

¿En serio queremos tapar el sol con un dedo y guardar la “basura” debajo del tapete? ¿Para qué una Bogotá “más bonita” si realmente no es “mejor para todos”?

Un punto de giro: Parece que con el paro cívico los chocoanos ya ganaron algo de intervención del Estado, la del ESMAD, que llegó a combatirlos por reclamar justamente por el abandono de este y todos los gobiernos. ¿Podrán llevar algo más que tanquetas?

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