El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

El queso de la vida: refugiados que hacen del emprendimiento su mejor solución

La historia de una familia que huyó de la violencia en Colombia y trata de sobrevivir en territorio ecuatoriano. Son 175 mil personas que han solicitado la condición de refugiado en el país vecino desde el año 2000. Otra entrega de la colaboración entre el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y El Meridiano 82.

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Por Nery Valencia. Lago Agrio, Ecuador. Acnur.

– “¿Y cómo se elabora el queso?”, pregunté. “Para elaborar cinco libras de queso, necesitamos 26 litros de leche” –dice doña Rosita*-  “y en una olla grande la ponemos en la estufa hasta que alcance la temperatura ideal. Luego ponemos el ácido, el cuajo, la sal… y en el momento preciso la movemos, así… como escribiendo un ocho, hasta transformarla en una masa chiclosa”.

Así nos narra esta mujer colombiana que, junto a su familia, vive desde hace cuatro meses en Lago Agrio (Sucumbíos), la ciudad fronteriza del nororiente ecuatoriano donde llegó huyendo del conflicto en su país.

“En realidad somos tres familias” –dice doña Fabiola- “mi esposo, mi hija, mi hijo y yo”. Y prosigue señalando a los otros miembros de la familia: “Ella es mi mamá, que tiene su niño; y ella es mi tía que tiene a su niña. En total somos ocho”.

Las tres familias parecen una. Desde que salieron de Colombia decidieron hacerlo así para optimizar las fuerzas y dar más rentabilidad a los pocos recursos que encuentran en el camino. La señora Rosita, mamá de doña Fabiola, dice: Lo que es viejo para otros, es nuevo para nosotros”. Sus camas, mesas y roperos, están construidos con materiales reciclados y mucha creatividad e inteligencia. “Este caminar nos enseña valores y nos fortalece el alma” , añadió  don Arturo, el esposo.

En su tierra natal, Colombia, dejaron sus negocios, los helados, el pan y los bizcochos, sus planes y sus sueños, la familia… y se vinieron a Ecuador para emprender una nueva vida en paz.

Esta familia, como las otras 175 mil personas que han solicitado la condición de refugiado en Ecuador desde el año 2000,  llegó a Lago Agrio después de tener que abandonar su vida tal y como la conocían. En Lago Agrio aún conocen a poca gente, aunque dicen que les gusta la ciudad, que es muy bonita, que han tenido la suerte de encontrarse en un barrio muy acogedor.

“El camino no es fácil”  -prosigue don Arturo- “al menos para las niñas y los niños que no saben lo que está pasando… Nosotros también sufrimos mucho, pero le ponemos ganas, alegría y fortaleza”.

Gracias al apoyo de HIAS, agencia socia de ACNUR, se integraron en sus programas psicosociales, donde junto al soporte psicológico se desarrollan programas para la búsqueda de una integración sostenible. Así, fue que participaron en el taller de capacitación sobre Capital Semilla, lo que les permitió pensar en un camino, una solución para salir adelante en este nuevo y desafiante contexto. A la capacitación le siguió la donación de un pequeño aporte económico –grant-, con el cual han adquirido ollas, una estufa, calibradores, cucharón, bandejas, timbos y materia prima para producir queso mozzarella y yogures exquisitos.

“La rentabilidad después de la venta de nuestros productos no es mucha” –dice doña Fabiola-  “pero nos estamos haciendo conocer. Los quesos que estamos haciendo hoy, ¡ya están pedidos!”.

Como sucede con una gran parte de la población en situación de refugio, ya sea durante el proceso como solicitantes de dicha condición o una vez se les ha otorgado la visa, encontrar una forma de vida sostenible está condicionado por dificultades para acceder a trabajos formales o en condiciones dignas, la explotación, discriminación, que se añaden al reto mismo de adaptarse a un nuevo contexto.

Ante estos retos, el ACNUR, en alianza con organizaciones socias como HIAS, ha desarrollado una Iniciativa Integral de Soluciones, un proceso plurianual de planificación a través del cual se favorezca que las personas de su interés alcancen condiciones dignas de integración. “Fortalecer las capacidades y oportunidades de estas personas, que en ocasiones llegan al país en situación muy vulnerable, requiere de un esfuerzo coordinado que permita que estas familias puedan ser lo antes posible autosuficientes”, explica Borja Santamaría, Jefe de la Oficina local de ACNUR. “Ello ayuda, además, a su proceso de autonomía, integración, de participación y reduce los riesgos de discriminación”.

Mientras la señora Fabiola y su tía hacen el queso, la mamá Rosita prepara “tacaho”, especie de bolón de verde y café, que sirven como aperitivo en la mitad de la mañana.

“La fe mueve montañas, hemos aprendido. Y aquí vinimos a echar pa’ lante”, dice la señora Rosita, “y no a llorar. Todo lo hacemos con cariño, por nuestras hijas y nuestros hijos y por este pueblo de Lago Agrio, que nos ha abierto las puertas y permite integrarnos con nuestro sabroso y exquisito queso”.

*Todos los nombres han sido cambiados por motivos de confidencialidad.

FOTO:  ACNUR/ N.Valencia

 

 

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