Unidad Investigativa

Publicado el Alberto Donadio

Nicaragua buscan consolidar triunfo de 2012

Escribe el diplomático José Joaquín Gori Cabrera:

 

EXPERTOS OPINAN EN LA W

 

El pasado lunes 27 la emisora La W dedicó un buen rato de su emisión matutina a la entrevista con el señor Mauricio Jaramillo, quien dice ser docente y experto en derecho internacional. La entrevista estuvo precedida de una  sonora presentación de Julio Sánchez Cristo, y  una breve disertación del Dr. Alberto Casas. Había mucha confusión.  Por ejemplo, en lugar de meridiano hablaban de paralelo; en lugar de Pacto de Bogotá mencionaron una Declaración de Bogotá. El entrevistado dejó entrever que había cosa juzgada con respecto a la pretensión nicaragüense de plataforma continental extendida. Sin mayor discusión se  acogió con entusiasmo la insinuación del candidato y expresidente Vargas Lleras en su escrito del domingo, en el sentido de que gran causa de que nos fuera mal estuvo en que Nicaragua hace décadas sostiene en La Haya al mismo embajador, mientras Colombia los renueva periódicamente. El entrevistado hizo hincapié en que no sólo se trataba de las dos reclamaciones, una por desacato del fallo de 2012 y la otra relativa a la plataforma, sino que se involucran los derechos de los sanandresanos, o los raizales, para usar el término que machacan siempre.

 

Uno de los desatinos que está haciendo carrera es aquello de que si nos hubiéramos retirado de la sociedad internacional no nos hubieran podido demandar. Bajo esa premisa el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia y el Pacto de Bogotá son directos culpables de una derrota que no se sabe en qué consiste, pues no nos han quitado ni el archipiélago ni las islas y cayos en el Caribe.  Las disputas, si no logran arreglarse en forma directa o con buenos oficios, deben ser llevadas a tribunales internacionales. Eso es lo civilizado. Lo contrario es oscurantismo.

 

El entrevistado no quiso vaticinar qué rumbo tomaría el fallo. “Se pueden dar sorpresas” sostuvo. En esto no se equivoca. Son muchas las sorpresas que se presentan. Una, que mientras actuamos como fieras frente a Nicaragua, mantenemos absoluta pasividad mientras lenta, imperceptible e inexorablemente nuestros derechos marítimos en el Golfo de Venezuela se esfuman. Otra, que mientras abjuramos de los instrumentos internacionales para solución pacífica de controversias por la terrible afrenta que nos ha infringido Nicaragua al demandarnos, se nos pasa por alto que con Venezuela no tendríamos más salida que acudir a uno de esos instrumentos que tanto maldecimos ahora. Sorpresa podría ser, también, descubrir que a la hora de la verdad los derechos ancestrales y el medio ambiente han quedado protegidos, sin que ello pueda borrar la mala imagen que irradia el desafío al derecho internacional y el irrespeto al máximo órgano judicial de la ONU. No se entiende, la verdad sea dicha, que mientras nuestros dirigentes hayan tratado con total desprecio el fallo de la CIJ emitido en el 2012, ahora se presenten a las audiencias para sindicar a Nicaragua de formar una tormenta en un vaso de agua y distorsionar el proceso con menciones a la sentencia. Con todo respeto, ¡¿qué parte de la demanda de Nicaragua no quieren entender?!. Recae directamente en el desacato; pero nosotros estamos alegando que no, que hemos sido totalmente respetuosos del derecho internacional, mientras seguimos pisoteando por acción y omisión, de hecho y de palabra un fallo internacional.

 

Le escribí a la emisora sugiriendo que  quizás los elementos nebulosos de esa simpática  entrevista podrían equilibrarse con estas acotaciones:

 

1.- El fallo de 2012 no sentó cosa juzgada con respecto a las pretensiones nicaragüenses de plataforma continental extendida. La Corte encontró que Nicaragua, que es parte de la Convención del Mar de 1982, no había cumplido con ciertos requisitos. Pero eso no le impide ahora replantear la cuestión. Otra cosa es que le fallen a favor esa pretensión. Como Colombia no es parte de la Convención del Mar de 1982 y el derecho consuetudinario sobre estos puntos no ha cuajado,  el máximo tribunal internacional aplicará el colchón de los principios generales del derecho, señalados en su Estatuto; y, concretamente,  la equidad, que busca corregir los resultados de un ejercicio  frío de aplicación de normas y reglas. En ese entendido examina los hechos y la práctica,  la conformación y proporcionalidad de las costas, los hechos históricos, la afectación de las poblaciones locales y toda circunstancia relevante, todo con miras a un resultado equitativo, que al decir de Aristóteles es una dichosa rectificación de la justicia.  Como diría el viejo Bobby, “Dont worry,  be happy”.

 

Nicaragua en realidad  lo que busca es consolidar lo que ya se le adjudicó en el 2012; todo lo demás sería ganancia.

 

2.- La insistencia en renegar del Pacto de Bogotá de 1948 le hace poco honor a la diplomacia colombiana. Fuimos los tutores de ese pacto, que realizaba los deseos del Libertador. La ley que lo aprobó fue firmada por las más insignes personalidades del país.

 

3.- Hay que agregar que la estrategia se basó, precisamente,  en el Pacto de Bogotá. Acudimos a la Corte Internacional de Justicia bajo las disposiciones de ese tratado, y como excepciones preliminares planteamos que la Corte debía declararse incompetente porque de conformidad con el propio Pacto de Bogotá quedaban excluidos los asuntos resueltos por tratados; y todo estaba resuelto porque el tratado de 1928 había establecido como frontera marítima el Meridiano 82 de Greenwich. En su fallo preliminar de 2007 el tribunal consideró que el meridiano de marras nunca se acordó como frontera marítima y por ello se declaró competente para fallar de fondo.  Buscábamos una carambola a tres bandas y tacamos burro. Pero no perdimos 70, ni 80 ni 90 mil millas de mar, ni derechos adquiridos o que estuvieran ejerciéndose, ni se lastimó nuestra soberanía en el Caribe. ¡No hay que echarle la culpa al billar!.

 

4.- La tesis de que el otro factor que nos perjudicó fue la rotación de embajadores ante el gobierno de los Países Bajos, mientras Nicaragua ha mantenido por décadas al embajador Carlos Argüello, adolece de serias inconsistencias. Primero, denigra de quienes fueron embajadores en los últimos años, entre ellos el ex canciller y actual embajador en la ONU, Fernández de Soto, y nuestro agente estrella, Carlos Gustavo Arrieta. En segundo término, es ofensivo para los Países Bajos, pues los embajadores se acreditan ante el gobierno y la corona neerlandesa, no ante un tribunal internacional, cuyos magistrados tienen que actuar con la máxima independencia. En tercer lugar, es una insidia contra los propios magistrados. Parece un poco ingenuo creer que el embajador Argüello compra a los magistrados con pico de gallo o los perjúmenes de mujer. Por último, como el propio embajador Argüello alguna vez se los hizo ver, Colombia tuvo agentes con toda la continuidad necesaria, tanto a cargo de todo el manejo, como aposentados en La Haya.

 

5.-Es incuestionable que todo derecho de la población colombiana, sea isleña o continental, serrana o llanera, debe ser defendido a capa y espada. Lo que ocurre es que en La Haya se discutió primero la adjudicación de espacios y derechos marítimos, y ahora Nicaragua reclama responsabilidad de Colombia por desacato del fallo de 2012, aunque el proceso nominalmente se refiera a “violación de ciertos derechos soberanos y espacios marítimos”. La defensa colombiana ha sido involucrar derechos ancestrales que reclama para los ciudadanos oriundos o nativos del archipiélago. Pero la disputa no es sobre esos derechos. Venezuela obtuvo que en un arbitraje le reconocieran isla de Aves por contigüidad, adyacencia o anexidad, siendo que están a  más de 500 millas de su costa. Ese banco de arena era usado por pescadores de Saba y San Eustaquio, posesiones de los Países Bajos.

Reclamaban el islote  España, Reino Unido, Francia, Estados Unidos y los Países Bajos; pero al final Venezuela y los Países Bajos quedaron de punteros y la controversia fue resuelta con un arbitraje de la reina Isabel II de España a favor de Venezuela, a condición de que se respeten los derechos de pesca de los nativos de San Eustaquio, Saba y Saint  Maarten, la parte holandesa de la isla San Martín, que comparte con Francia.

 

Al igual que ahora, la disputa fue entre naciones y no sobre derechos de pesca o de los pobladores, que siempre han de respetarse. El Frente Polisario, que no tiene personería internacional pero representa al movimiento independentista saharuí acaba de lograr una resonante victoria. Se trata de lo que llaman “noticia en desarrollo”:  el hecho conocido es que la justicia europea acaba de anular dos acuerdos entre Marruecos y el bloque europeo que se referían al Sahara Occidental, que es el territorio que pertenecería a la República Árabe Saharuí Democrática, RSAD, la del Frente Polisario. Uno de los acuerdos anulados se refiere a la pesca, y lo que dice el fallo es que no pretende darles derecho sino imponerles obligaciones a los habitantes del Sahara Occidental, cosa que no se puede hacer sin su consentimiento.

 

No están en peligro, pues, los derechos de los colombianos en el territorio insular; que son derechos soberanos de la propia República.

 

José Joaquín Gori Cabrera

 

NB

 

Es cierto, sin embargo,  que una misión diplomática bien engrasada y que funcione como mecanismo de relojería puede constituir una pieza fundamental.  Es la idea de la diplomacia. Cuando fuimos a un arbitraje con Venezuela nuestro Plenipotenciario ante la Corona de España, Carlos Holguín, fue instrumental en la pesquisa incesante en el Archivo de Indias, que llevó a conseguir documentos de la Colonia,  decisivos para el laudo arbitral de la reina regente María Cristina de Habsburgo –  Lorena. Mientras Holguín trabajaba como ratón de biblioteca, el  general Guzmán Blanco, agente de Venezuela y quien se  hacía llamar el “Ilustre Americano”, se paseaba y orbitaba por las grandes cortes europeas, pero  por Madrid sólo se apareció para unas exequias. Su obsesión era la disputa entre Venezuela y Guyana por la región del Esequibo. Pero ahí tampoco le fue bien.

 

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