El Cuento

Publicado el ricardogonduq

La paz es la camiseta de la Selección

Al inicio de esta semana el general Alberto Mejía, comandante del Ejército, respondió en Blu Radio que su institución es la “camiseta de la Selección Colombia” para pedir que apartaran a los militares de la controversia política del país, ante los rumores de que los coroneles que salían habían sido despedidos porque sus familias estaban en contra del proceso de paz con las Farc. El símil del General apelaba a la unión de los colombianos alrededor de un uniforme, que ahora creo que debería ser por un SÍ en el plebiscito que estamos por votar.

Paz Selección

Por: Ricardo González Duque

En Twitter: @RicardoGonDuq

El logo de la paloma tricolor con la leyenda “Sí a la Paz” es el que ha estado usando el Gobierno en las últimas semanas para la campaña del plebiscito por la paz. Los hay verdes, los hay progresistas, los hay rojo liberal. No importa cuántos más. A pesar de las diferencias y la competencia política entre partidos que buscan vivir literalmente su agosto, el SÍ tiene que ser la “camiseta de Selección Colombia” que nos una a todos.

Y no hablo de usar a James Rodríguez, David Ospina o al revitalizado Falcao García para que en videos o en trinos digan que apoyan el proceso de diálogo del presidente Santos con las Farc. Lo que digo es que la paz es la “camiseta de la Selección” porque tiene que ser el lugar de encuentro del que todos seamos parte, así como cuando estamos paralizados frente al televisor para ver a los jugadores por 90  minutos, acá debemos estarlo para cerrar el horroroso capítulo de nuestra historia que nos ha dejado 200 mil muertos en medio siglo.

Pero acá no podemos ser unos simples espectadores. Esta vez no puede pasar que solo pongamos la foto de perfil y comentemos en redes sociales apoyando el proceso de paz. Aunque me voy a sentir incómodo parafraseando al presidente Santos –que se ha equivocado inmensamente en tantos asuntos que su impopularidad no es gratis– la que está por llegar no es una paz que le pertenezca a él, ni mucho menos a las Farc, ni tampoco será la paz completa, pero sí es el fin de una guerra. Y nuestra generación, muy probablemente también la de algunos de nuestros padres, está por emitir el que seguramente será el voto más importante de nuestras vidas.

¿Vamos a dejar que gane la apatía, la pereza de un domingo o que decidan algunos más viejos y más radicales que ya están de salida en el país y que no quieren que unos “comunistas” dejen de estar en el monte? Tenemos que invitar a  todos a que voten SÍ, no por politiquería, sino por un interés nacional, por una camiseta –una causa– que sea la de darles tranquilidad a cientos de miles de colombianos que en las regiones todavía tienen que padecer muertes, secuestros, extorsiones, reclutamientos o la tensión de un enfrentamiento entre el Ejército y la guerrilla. Si en septiembre o en octubre el plebiscito lo gana el SÍ tampoco sería una victoria de la izquierda sobre la derecha. Sería una victoria de país, sin importar el quién.

Camiseta paz

Hay quienes dicen que si gana el NO, las que ganan son las Farc porque ahora podrían terminar buscando la refrendación en una Asamblea Constituyente en la que se negocie y se modifique toda la estructura del país como lo conocemos. Otros plantean que si gana el NO también se da la posibilidad de “mejorar” los acuerdos a los que han llegando Humberto De la Calle y compañía, que no creo que le estén dando ni siquiera medianas concesiones a las Farc. La paz claro que tiene un costo, pero acá no está siendo la entrega del país. Quizá lo que la ceguera política no les permite entender a esos últimos es que alargar más la consolidación de la paz con las Farc se traducirá en más muertes de lado y lado. ¿O acaso tan rápido se nos olvidó el horror que vivimos cuando la guerrilla a mediados de 2015 levantó su cese al fuego unilateral?

A los que desde ahora están llamando a votar NO difundiendo imágenes de terror: mostrando colombianos muertos, carros incendiados, niños reclutados en la guerra o la icónica iglesia de Bojayá destruida; todo eso es precisamente lo que podría reducirse o acabarse cuando gane el SÍ y se firme la paz con la guerrilla más numerosa del continente, a la que el Estado pudo diezmar pero no derrotar.

Y a los que tenemos puesta esta “camiseta de la Selección” y estamos por el SÍ, no se nos puede olvidar que la paz, el perdón, la reconciliación y tantos valores que salen a flote en un proceso como éste -que es a la vez político- deben ser todos los días y entre nosotros mismos: en la casa, en el colegio, en el trabajo, en la universidad, en la discoteca, en el centro comercial, en la calle. Éste tiene que ser un momento para quitarnos definitivamente el chip de la violencia, para que la paz no se haga solo en Cuba, sino en Colombia.

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