Sin Margenes

Publicado el Tathiana Sánchez Nieto

El problema de Batuta no es Cuellar ni la Ministra de Cultura

@tathysan

El tema de la salida del Maestro Juan Antonio Cuellar de Batuta ha generado la indignación del sector musical. Culpan a la Ministra de Cultura por afirmar que están buscando un perfil más gerencial. Pero este es sólo el reflejo de un problema mayor y profundo que aqueja a nuestra sociedad colombiana desde hace décadas. El problema es que los músicos y los artistas en general, creen que de su arte no van a vivir en este país, y por eso buscan enfocarse en estudiar gestión cultural, gestión musical y otros temas aún más comerciales para poder sobrevivir en Colombia.

La partida de Cuellar de la fundación Batuta me parece una triste noticia para el sector social más que para el cultural, porque él, además de tener un talento indiscutible que se refleja en sus composiciones, entiende como nadie cómo la música y el arte es un elemento transformador de vidas. Y eso lo dejó demostrado en su gestión de 6 años, donde casi que cuadruplicó la cantidad de niños de pobreza extrema que pudieron beneficiarse con los programas que ofrece esta fundación. Sin embargo, me llenó de extrañeza la indignación de tantos músicos por la salida del maestro. Y por qué me extraña se preguntarán ustedes. Pues porque muchos de ellos, que además fueron estudiantes del Maestro Cuellar, son quienes, desde que eran estudiantes, se lamentaban de que la música, y específicamente sus carreras, no les iban a dar la suficiente estabilidad económica para vivir. Por eso terminaban decidiendo, en vez de hacer lo que sabían que era su arte, irse a otros países a estudiar maestrías o doctorados en gestión cultural, gestión musical, emprendimiento artístico entre otros temas que aunque tiene su relación con cultura, su objetivo principal es enseñarle a los artistas a hacer plata con sus creaciones. Parece entonces que muchos de esos músicos evidencian lo que finalmente argumenta la ministra de cultura: se necesitan perfiles más comerciales.

Y es que el trasfondo de esto es que ni dentro ni fuera de Colombia las empresas quieren invertir en cultura o apoyar fundaciones como Batuta. Si esto fuera al contrario – y si son verdaderos los argumentos del gobierno- la fundación no estaría financiada en un 75% por el Estado. Y aunque antes era más lo que daba el gobierno y con Juan Antonio Cuellar se consiguió mayor apoyo externo, lo cierto es que las prioridades del sector privado no son la inversión en programas artísticos. Lo digo yo que llevo más de 5 años trabajando en radio cultura y siempre he tenido que hacerlo por amor al arte porque las empresas prefieren pautar en otros temas. Aquí hay que preguntarse entonces por qué las empresas en Colombia no invierten en cultura, y por qué ni siquiera en una fundación de tanto reconocimiento como Batuta, que hace que la música le robe niños a la guerra y los vuelva ciudadanos sensibles y aun mejor, talentosos y brillantes, con futuro.  Creo, y espero equivocarme, que piensan que lo que mejora la calidad de vida de los colombianos no es rentable para sus intereses, o peor aún, que la cultura no cambia vidas.

Hay que preguntarse también por qué Colombia es la respuesta para invertir en tantos sectores del país menos en el cultural. Y me atemoriza pensar que es porque muchos de nuestros artistas y músicos no creen en que su arte «dé plata» y por eso hay que cambiar de enfoque. En mi experiencia personal crecí con artistas, trabajé con artistas y me dediqué al periodismo, y al cultural específicamente, porque amo la cultura y busco que otros la conozcan y vean su poder de cambiar el alma así como yo la veo. Y precisamente en ese afán me especialicé en mercadeo, porque quería ayudar a los artistas a impulsar su arte. Por eso, en esa vida que he decidido llevar, he comprobado junto a músicos, videoartistas, escritores, actores y más, que ellos deben hacer lo que saben hacer, arte, porque es lo que necesitamos en Colombia, y qué mejor que lo hagan bien, sin desgastarse pensando que están perdiendo el tiempo o deben dedicarle menos, porque no han salido a «vender».  Y la parte comercial que la haga un apasionado por promover a músicos,  conseguir patrocinio, pensar en todas las formas de mostrar lo que hacen.Y no digo que no haya artistas que no puedan hacer esto. De hecho una de mis más grandes amigas, música clásica, flautista, decidió que más que ser intérprete, que fue a lo que se dedicó desde su infancia, prefería promover artistas, y por eso se especializó en mercadeo. Es gracias a ella y a su trabajo que está fuera de los escenarios, que hoy nosotros podemos deleitarnos con tantos conciertos maravillosos en la Sala de Música de la Biblioteca Luis Ángel Arango.

No justifico al Ministerio de Cultura. Creo que tampoco ellos mismo han entendido que hay modelos innovadores y que se pueden aplicar a casos como este, donde no sólo hay un gerente sino dos, uno con énfasis artístico y otro con énfasis comercial. Finalmente siempre estará una junta directiva por encima de ellos que decide cuál será el futuro de la institución. De hecho este sistema es el mejor para que una empresa cultural de verdad consiga sus objetivos tanto artísticos como financieros. Creo que en este punto se bifurca el camino de los artistas, y es aquí donde ellos deben decidir qué rumbo quieren tomar y no tratar de hacer todo. O se trabaja por ser buen maestro, buen músico,  buen ejemplo para los niños de Batuta como lo hizo Juan Antonio, o se dedica ese mismo tiempo y esfuerzo por conseguir financiación y trabajar porque otros vean el resultado de esa excelente educación, o en otras palabras, se dedican a vender la cultura.

Hay que dejar de creer que los problemas coyunturales son siempre culpa del pez gordo. Claro tienen todo que ver, pero reflejan desajustes sociales aún mayores. Para mi gracias a esta lamentable salida de Juan Antonio Cuellar queda en evidencia esa crisis de la que he sido testigo a lo largo de mi vida, esa que hace que los mismos músicos -y menos mal no son todos y espero que no la mayoría- no creen en que la música cambie algo en el país ni en sus vidas, y por eso buscan hacer de su hoja de vida más gerencial, acciones que tristemente evidencian los argumentos que la Ministra no se ha cansado de dar.
*****Nota sin margen a Vicky Dávila*****
Detesto, definitivamente detesto el tonito de Vicky Dávila y de todos esos a los que infortunadamente la gente identifica como los grandes periodistas del país, que se escudan en que ellos como periodistas deben preguntar, pero lo que hacen es juzgar, dirigir preguntas de forma malintencionada, no escuchar y finalmente opacar posiciones haciendo que sus audiencias formen opiniones sesgadas. Yo como periodistas no me siento representada por ellos, me siento más bien ofendida cada vez que mesas de trabajo como la de Vicky sacan ese argumento de «es que soy periodista y por eso pregunto».
Falta técnica, aprendizaje o simplemente actitud para poder ver todas las caras de la noticia y lograr que los demás ciudadanos las vean. No se puede ser tan pretencioso. Los periodistas no somos super héroes que vamos a defender a los menos favorecidos, somos simplemente mediadores para acercar realidades y esclarecer hechos. Se que como todas las críticas que ella recibe diariamente, esta también le importará poco, nada o nunca se enterará de que existió. Pero entonces yo por eso le pido a usted amigo lector, como televidente, radioescucha o audiencia en general, que no se deje convencer por esos tonos irreverentes que sólo dejan malestar y no terminan dando información robusta para que usted sea quien finalmente se forme una idea de los hechos y determine su posición.

Comentarios