Bernardo Congote

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Algo bueno hace la Universidad

La Universidad colombiana está resolviendo en el siglo veintiuno, problemas básicos del siglo diecinueve. Para la muestra, la Nacional, decana de la educación superior pública, está hoy recuperando edificios que vienen deteriorándose hace décadas. Y, amén de los arquitectónicos, casi todas se encuentran resolviendo problemas de retención (restringir la deserción estudiantil) o de cobertura (ampliar el espectro de admitidos) o de formación profesoral (¡!)

Estos logros son loables, pero pueden conducir a engaño. No sólo por su carácter extemporáneo sino porque en el siglo veintiuno la Universidad, por antonomasia, está llamada a resolver los problemas presentes entrenando educandos que los resuelvan también aquí y ahora. Ninguna empresa contrata para resolver problemas inexistentes.

Por lo anterior viene creciendo en el medio social cierto tufillo despreciativo de las habilidades de nuestros profesionales. Y posiblemente con fundamentos. En la medida en que la visión del mundo se ha consolidado compleja (Heissenberg, Feynman, Morin, Nietzsche, Prigogine), probablemente estamos educando profesionales sólo aptos para resolver problemas simples. ¡Tamaña frustración la que les producimos a nuestros educandos y a sus contratantes!

El movimiento de los cuerpos viene siendo comprendido empleando dinámicas probabilísticas, bajo el principio de incertidumbre, generadoras de múltiples trayectorias explicativas de los problemas y, por tanto, de múltiples soluciones en desequilibrio. (Claussius, Carnot).

Pero a nuestros profesionales los seguimos formando bajo principios deterministas propios del newtonianismo del siglo dieciocho. Me refiero al análisis de problemas buscando trayectorias únicas que originen un resultado exacto, predecible, por demás, proclives a montarle al estudiante la película de un mundo equilibrado (Newton. I. PhilosophiæNaturalis Principia Mathematica. Massachusetts: University of Cambridge Press. (Copia personal de Newton de la primera edición y anotada por él).1687.)

De acuerdo con lo anterior, la brecha universitaria criolla entre el presente y el pasado amenaza ser múltiple. Lo que explica que la búsqueda de profesionales con criterio estratégico, prospectivo y flexible esté conduciendo a las empresas a expresar cada vez más crecientes inconformidades frente al profesional que estamos, apenas instruyendo, en la academia superior.

El desfase universitario pasaría de los asuntos formales a los de fondo, porque estaríamos en mora de transformar nuestras metodologías de enseñanza y aprendizaje tanto de ciencias básicas como humanísticas. Y mucha atención: la penosa e inmediata solución que estaríamos hallando, sería la de encumbrar a nivel superior a la educación técnica y tecnológica. Algo así como recomendarle al soldado que huya hacia adelante.

Para acabar de agravar el panorama, las reglas de juego educativas siguen amparadas en una ley que, con más pena que gloria, está vigente desde 1992 (¡hace 26 años!). Y si lo anterior no bastara, el Ministerio de Educación con la aceptación pasiva de casi toda la academia, con algunas excepciones se ha convertido en lugar de paso de algunas agraciadas damas afectas as los personalismos politiqueros en boga. En la Colombia educada ¡estamos pagando favores políticos con la Educación!

Nietzscheana. < ¡Si lo que hasta la fecha ha venido gastando en la construcción de iglesias, lo emplease la humanidad en la educación […] Y si orientase (hacia esta) la inteligencia que actualmente orienta hacia la teología!> (Nietzsche, F, 1974. El libro del filósofo. Madrid: Taurus. P28) (Paréntesis del blog).

Nietzscheana 2. La universidad colombiana se ha especializado en contratar maestros de obra antes que maestros educadores. ¿Resultados? 1. Florecen los edificios y 2. Se marchitan las profesiones.

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano y miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina).

 

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