Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Hilde Domin († 22.02.2006)

Este domingo recién pasado, 28 de febrero, se conmemoraron 100 años de la muerte de Henry James, el novelista norteamericano, y 30 del asesinato del político sueco Olof Palme, ultimado a balazos en Estocolmo a la salida del cine adonde había acudido con su esposa, sin escoltas, y viajando en el Metro. Ambas efemérides han repercutido en la prensa, como era de suponer, lo que me excusa de hacerlo yo.

De manera que quiero dedicarle este espacio a una muerte que sucedió hace diez años, el 22 de febrero del 2006, y que no se ha recordado sino en Alemania: la muerte de Hilde Domin, la poeta coloniense que adoptó ese apellido como seudónimo en homenaje a la República Dominicana, donde se exilió con su compañero, luego esposo, Erwin Walter Palm (de quien recuerdo algunas traducciones de poetas españoles, entre otros creo que Machado).

Para quien desee saber algo de la vida y milagros de Hilde Domin, vaya aquí este enlace con su necrológica en un diario madrileño : http://www.elmundo.es/elmundo/2006/02/23/obituarios/1140708773.html

Hay un poema de la Domin que me encanta por lo que muestra: a la poesía como algo que la salva de una crisis conyugal, añadida a su ya precaria condición de exiliada. Es el poema “Paracaídas”, que aproximo al español sobre la marcha : «Poema arrasado en lágrimas / de la mayor soledad / Red, tú, sobre el abismo / Paracaídas blanco / que te abres al desplomarme» [En realidad es “que te abres en la caída”, pero con “paracaídas” delante sería una redundancia]. Y me encanta asimismo este breve poema que muchas familias de la región de Colonia eligen como epígrafe en las esquelas fúnebres de sus seres queridos : «Con su índice de sombra y de oro / reduce los pájaros al silencio / y cancela el regalo de este día».Y amo estos dos versos, por lo que dicen de una confianza absoluta en el destino: «Ich setzte den Fuß in die Luft / und sie trug» [«Asenté el pie en el aire / y me sostuvo»].

Para redondear el homenaje, les copio dos más de mis aproximaciones a poemas de Hilde Domin, en este caso dos dedicados a paisajes de mi tierra natal, Andalucía.

“Paisaje gaditano” :

«Como el río a la mar corre, / como el mar remonta el río, / agua dulce, / agua salada / de las salinas. // Jardines de llanto / donde los sueños desbordan su orilla. / De flores no, / de sal / los arriates / blancos bajo el sol. // Y al dejar atrás los álamos / a orillas del agua dulce / y descender a la desembocadura, / ríos, jardines, / sueños hechos de sal».

“Tarde del Guadalquivir” :

«Pero la felicidad. // Haz una cruz en el suelo: / Aquí he sido feliz. / Sin ningún motivo, / como se es feliz, sin motivos. / Tarde del Guadalquivir, / el puente lleno de sol, / tú misma un aire danzando, / evanescente. // No es que asciendas. / La felicidad no es un avión, / carece de horarios, / de campos de aterrizaje. / Un gran pájaro / protegiendo / a otro pequeño. / En algún lugar. / Has esperado donde no era. / El santo y seña para la partida / era otro este año. / Quizás una nube en un charco, / una locomotora / con un ramo de flores en el pecho. / (Como es el santo del fogonero, / el tren te saluda / con un centro de flores amarillas). // Fue inútil / dibujar pisadas en el suelo / con colores vivos / o en el húmedo cemento, / y probar tus pies en ellas. / Las huellas de un muerto, / muerto siglos atrás, / no te resultarían menos extrañas».

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