Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Evita y los recursos humanos

Hace algunos años, el primer canal de la TV alemana presentó, dentro de su espacio Espejo del Mundo, un reportaje sobre un programa de gran éxito en la TV argentina. Un programa que se titula Recursos Humanos. Ignoro si se seguirá transmitiendo, pero quiero recuperar aquí el texto de la crónica que le dediqué entonces como corresponsal de mi querida HJCK.

Ustedes saben, sin necesidad de que les explique, la calamitosa situación por la que está atravesando la Argentina. La corrupción y la incompetencia han sumido en la miseria y el descrédito a uno de los países teóricamente más ricos y en la práctica uno de los pocos autosuficientes del mundo: por tener, tiene hasta petróleo. Hoy por hoy, dicho sea con mucha pena, la Argentina es uno de los parientes pobres a la mesa del banquete.

Ahora bien, eso no quiere decir que con la pobreza, con la miseria, con el hambre, no se pueda ganar capital. Los productores del programa de TV argentina Recursos Humanos son la mejor prueba de ello. El programa consiste en seleccionar a dos personas jóvenes y sin empleo, y hacerles contar sus respectivas historias al público telespectador para que este vote por cuál de los dos jóvenes siente mayor simpatía, y el que gana la votación recibe en el acto, en el mismo estudio del canal, un contrato de trabajo, creo recordar que por un año.

Por supuesto, los jóvenes son elegidos con sumo cuidado, y uno de los productores no vaciló en explicar que ellos se guiaban por criterios telegénicos; en otras palabras: pobres y feos, mejor abstenerse, pueden seguir muriéndose de hambre. Y una vez elegidos los candidatos (y dos suplentes, por si acaso alguno de los titulares se depaupera antitelegénicamente en el tiempo de preparación del programa), comienza una investigación filmica de la familia de ambos, se los visita en sus casas y se les hacen entrevistas a la mamá que necesita un trasplante de riñón, a la hermanita que no puede ir a la escuela, al padre baldado en una silla de ruedas y sin pensión de jubilación, con lo que ya se pueden ustedes figurar que las glándulas lacrimales de las familias, de los candidatos y de los telespectadores se ponen a funcionar a tiempo completo, o sea, full time, que es como decimos los castizos.

Con la consecuencia de que, quieras que no, recordamos una vez más el viejo cliché del argentino llorón y se nos vienen a la memoria esas letras de tango a las que sólo les falta el seco ruido del disparo suicida que ponga fin a tantas penas: hay que ver cómo sufren los argentinos, che.

La verdad es que me pregunto de qué mente (me atreveré a decirlo) deformada, ¿por qué no?: depravada, puede haber surgido la idea de hacer un programa como este de Recursos Humanos, cuyas siglas, RH, presentes todo el tiempo en imagen, me hacían pensar en el macaco Rhesus, y el pensamiento seguía por esa senda y me hacía ver como simiesco todo el espectáculo, dicho sea con perdón de los simios.

Al terminar de informar sobre Recursos Humanos en el espacio dominical Espejo del Mundo, su conductor en el primer canal de la TV alemana no pudo evitar añadir este comentario: «Ustedes dirán que soy un cínico, pero se me ocurre que si algún día el productor de este programa se queda sin trabajo, ya sabe donde debe acudir a ver si lo consigue».

Por mi parte yo no hago más que darle vueltas al asunto en mi pobre cabeza, y mucho más esta mañana, cuando los calendarios me dicen que hoy hace cincuenta años que murió María Eva Duarte de Perón, a quien todos conocemos como Evita. Recuerdo a Evita, «La Perona», como la llamábamos en España, cuando visitó el país, en 1947. Estuvo también en mi ciudad natal, en Huelva, para visitar el monasterio de La Rábida y el puerto de Palos, y pasó en coche descubierto por los jardines del Punto, donde estaba la casa de mis padres, donde nací, y yo, un muchacho de ocho años, la vi pasar desde la azotea de esa casa, como una aparición de hada bienhechora.

No, no soy peronista, quiero que quede claro. Pero los españoles le tenemos mucho que agradecer a Perón en el plano económico y político, y a Evita en el terreno de la veracidad. Ella fue, en sus discursos encendidos, que la censura franquista no podía evitar, quien nos dijo que éramos pobres, que estábamos aislados en el mundo y que pasábamos hambre. Pero que ella estaba con nosotros. Nunca lo olvidaremos. Y hay una cosa de la que me siento bastante, bastante segurode que Evita miraría con mucho desprecio un programa llamado Recursos Humanos.

*************************************************************************

Comentarios