Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Casablanca : 70 años (y un día)

Ayer, lunes 26, se cumplieron 70 años del estreno de Casablanca, y a fe mía que creo que no hay ninguna otra que haya inspirado tanto y tan bien al resto de la filmografía que le sigue. Casi todo lo que se puede filmar, en materia de sentimientos humanos, estaba ya en esta peli.

Mi gran amiga Lillian Levy me escribió cierta vez que no entendía por qué  nos gusta tanto, y como un solo hombre salté a la barricada y le contesté: «Casablanca tiene un guión de puta madre. Unas interpretaciones prodigiosas de pasión y contención en la pareja protagonista, y que llegan a lo genial en algunos papeles más «secundarios». Refleja un momento histórico muy grave para la Humanidad en un microcosmos que encierra todos los elementos de ese instante de la Historia (esto es quizás lo más difícil de conseguir). Incluye escenas que siguen asombrándonos a pesar de haber visto la peli enésimas veces (el canto coral de La Marsellesa en el bar de Rick siempre pondrá la piel de gallina). Es la primera comedia romántica que termina sin happy end y con una pareja de dos hombres, que, además, uno le dice al otro que ese puede ser el principio de una bella amistad, y hay quienes lo interpretaron, e interpretan, como un final subliminalmente homosexual. Cámara, música y ambiente son un conjunto indisoluble con la historia que se cuenta (lograr eso es tan difícil como hallar una aguja en un pajar). Y en fin, Casablanca enriqueció nuestro ajuar dialéctico con frases inolvidables:  “We’ll always have París», «I think this is the beginning of a beautiful friendship”, «Round up the usual suspects» [Detengan a los sospechosos habituales]. ¿Que no te gusta Casablanca? Estás en tu derecho. Pero no me digás –después de cuanto acabo de enumerar sin ni siquiera haberte platicado la historia principal del guión– que no entendés por qué nos gusta tanto Casablanca. Parece mentira que alguien como vos, tan amante del Quijote, no perciba la presencia subcutánea de Don Quijote y Sancho en ese dúo Humphrey Bogart/Claude Rains, ni a Dulcinea en Ingrid Bergman. Por todos los dioses, si es una de las pelis más quijotescas que se han filmado jamás. Y aún no te he develado su mérito principal, para mí: y es que el tiempo la ha convertido en un fragmento y una lección de Historia: de ser un movie ha pasado a convertirse en un documental. Así pues, querida Lillian, don’t touch Casablanca, please!»

No sé si en la de ustedes, pero esa peli está muy presente en algunas vidas, por ejemplo en la mía. Algo bien fácil de documentar en base a tres recuerdos personales y muy próximos.

La gentil Josefa Cortés, desde Cáceres, me escribió una vez refiriéndose a un recorderis mío de las palabras de Rick al final de Casablanca: «Rick sabía tanto» A lo cual le contesté: «¿Y de qué le valió, si la mujer que amaba se la llevó el otro?»

Y mi querida Arcebelle me escribió desde Toronto, adonde había viajado para ver a sus nietos: «Asunto extraño ocurre este año en Canadá, según me dicen debido a la poca lluvia. A los árboles caducos, en especial a los arces, no se les han caído las hojas como es costumbre. Las hojas quedan en el árbol verdes deslucidas. En otros casos como en el del arce rojo, pasa lo mismo, practicamente se pudren en el árbol para caer luego sin gracia y sin volar. El color incendiario de los otros otoños no existe y es de lo más sin gracia. No es posible encontrar a mi arce para abrazarlo y decirle cuánto lo añoro, porque todos aparecen iguales y no es cosa de andar dando morrongas a todos. Así que el paisaje se ve extrañísimo, le falta vida, y a mí hojas bellas para recoger del suelo y guardar entre los libros hasta que suenen sh, sh o para exhibirlas en cajas con orgullo. Tengo cajas llenas de hojas de otoño y me encanta abrirlas y admirar la perfección de la naturaleza». Le respondí: «Carezco de cualquier otra explicación para ese otoño tan atípico y me siento feliz de que acá haya llovido, si la causa del desotoño canadiense es la falta de lluvia. Lo siento por vos, pero más por los arces; vos, a fin de cuentas, siempre podrás decirte aquello de Rick en Casablanca: “Siempre nos quedará Paris” (= los nietos, en tu caso)».

Last but not least : Días después, a propósito de la tuiteratura y reciclando esa, que es una de las frases carismáticas de esta peli, el patriarca de la literatura chicana, Rolando Hinojosa, me escribía desde Austin/Texas lo siguiente: «Cuando desaparezcan los tuits, como le diría Bogey a la Bergman en Casablanca: “Siempre nos quedará Cervantes”».

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