Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Respuestas a la segunda lista #30Libros

Hace un par de semanas que publiqué acá la lista, y hubo un par de lectores que dejaron al pie sus respuestas. Honestamente hablando, yo esperaba que fuesen algunos más, y por eso dejé pasar un tiempo antes de publicar mi respuesta a la lista. Hela aquí :

  1. Uno que de todos modos te llevarías a una isla desierta.
La isla misteriosa de Julio Verne
Casi como vademécum y/o manual de supervivencia.

  2. El más desencuadernado de los que poseas.
Winesburg, Ohio de Sherwood Anderson
Por lo muy leído y lo mal encuadernado. Anderson es el eslabón imperdible entre Mark Twain y William Faulkner, y ellos tres la profanísima trinidad de la prosa americana. Epifenómenos como Truman Capote y Norman Mailer son fotocopias deslavadas. Tan sólo J.D. Salinger se les acerca hasta medio quemarse las alas de tan cerca. Y Hemingway juega soccer, no football, a pesar de las apariencias, que tanto engañan.

  3. Uno que compraste intonso (=sin abrir las hojas)
Circe de César González Ruano
Creo (creo, ni siquiera acudo a verificarlo) que sigue intonso. ¡Si lo compré justo por eso!

  4. El que más te gusta de tu escritora preferida.
Caníbales y misioneros de Mary McCarthy
Posiblemente no es tan buena como El grupo o Pájaros de América, pero mi estrecho vínculo personal y familiar con los Países Bajos hace que me resulte muy querida, aparte de que su contenido se ha vuelto cada vez más actual hasta culminar en el 11S de Nueva York (hay otro 11 de septiembre más doloroso para nosotros, los latinos)

  5. Uno que sólo te gusta a ti dentro de tu círculo de amigos y familiares.
La guerra del general Escobar de José Luis de Olaizola
Me costó romper la amistad con un traductor alemán a quien se la enviaron de una editorial –por recomendación mía– para que informase de si era tan buena como yo aseguraba, hasta el punto de que se debía traducir al alemán. El traductor, buen amigo mío, me confesó que la novela sí le parecía muy buena, pero que él se había educado en una cultura antifranquista y en ningún caso podría recomendar la traducción de una novela cuyo héroe era un general de la Guardia Civil. [Entre nosotros: Un general de la Guardia Civil, católico y de derechas, que fue el único de su cuerpo que respetó el juramento de fidelidad a la República agredida por Franco, y guardó esa fidelidad hasta el último momento. Cuando depuso las armas, el general franquista que recibió su rendición le ofreció un avión para que huyese a Portugal, y Escobar se negó a huir diciendo que había que saber perder. A lo que el general franquista le respondió: «¿Y quién te garantiza que nosotros sabremos ganar?» Por último, tras un juicio sumarísimo y pese a la intervención del episcopado español y del Vaticano, Franco denegó la gracia y Escobar fue fusilado. El único honor que le respetó aquel hijueputa inferiocre fue que el pelotón de ejecución desfilase delante del cadáver]. Con ese traductor no he vuelto a hablar, ni quiero hacerlo nunca más, y mira si no seré yo más antifranquista que él. Antifranquista sí, pero cabeza cuadrada, no.

  6. Uno que le regalarías a la persona deseada en silencio, para que lo supiese.
Arráncame la vida de Ángeles Mastretta, pero me temo que mi Desirée ya lo tiene y lo ha leído.

  7. Uno que si hubiera quema de libros (los dioses no lo permitan) arrojarías al fuego.
Es una elección difícil, porque tendría que hacerla entre nada más que dos, y mi lógico impulso sería arrojarlos ambos. Pero hay un freno irracional, hay un diablillo susurrándome al oído que los dos están de todos modos condenados a no ser entendidos sino por cortos de entendederas. Y para terminar de joder la marrana, estoy 100% en contra de la quema de libros, aunque sean tan abominables como esos dos que pretenden ordenar nuestras vidas en nombre de “Alguien” que es imposible que exista y mejor es así para “Ello”, sea lo que fuere, porque lo que esos libros nos cuentan de ese “Alguien” es lo bastante vomitivo como para nunca invitarlo a tomar un trago con nosotros.

  8. Uno de un autor africano no blanco.
La préférence nationale, de la senegalesa Fatou Diome
Favor de abrir el siguiente enlace y así me ahorro el trabajo de tener que volverlo a copiar: https://blogs.elespectador.com/ricardobada/2010/04/28/fatou-diome/

  9. Uno de un autor asiático.
Grandes pechos, amplias caderas de Mo Yan
Una obra maestra homologable con Los hermanos Karamasov y con Cien años de soledad. «Lo digo y no me corro», como dejó escrito César Vallejo.

10. Uno de un autor árabe
El collar de la paloma de Ibn Hzam de Córdoba
La cumbre de la literatura árabe, este libro de un andaluz tan universal como Séneca y Juan Ramón Jiménez. Y por cierto que Ibn Hzam está enterrado no lejos de Juan Ramón, en Montija, la finca de Huelva que fue de su familia y a la cual se retiró para morir.

11. Uno de un autor del Quinto Continente.
El taparrabo (A Fringe of Leaves) de Patrick White
Una novela  que tanto me impresionó en su día, hace unos 25 años, cuando se tradujo al alemán. Creo que no está traducida al español. Documenta la odisea de una mujer inglesa, a mediados del siglo XIX, cuando el barco en que viaja naufraga frente a las costas de Australia. Cuenta cómo sobrevive, entre los aborígenes, al final desnuda, sólo cubierta por esa mínima prenda que da título a la narración. Me dije entonces que sólo un homosexual, como White lo era, estaba en condiciones de sumergirse bajo la piel de una mujer en esas condiciones, de poder ser “la otra” entre “los otros”, de narrar su voluntad de sobrevivir en un medio hostil y de descubrir de paso su propia sexualidad, aherrojada hasta entonces por las convenciones sociales. Y qué curioso, dicho sea de paso, el destino de Patrick White: a no ser por el Nobel, ¿lo habríamos leído alguna vez?  En Alemania sólo había un libro suyo traducido entonces, en 1983, y por cierto que por el matrimonio Böll: The Tree of Man. Años más tarde conocí a una ex monja, compositora, que quería hacer una ópera sobre Voss, quizás la mejor novela de su compatriota. Mantuve con ella un brevísimo, intensísimo idilio, pero ella era virgen todavía, y su virgo me contuvo: demasiada responsabilidad para mí. Un día, meses después, me telefoneó desde Londres agradeciéndome que le hubiese reservado su virginidad para el hombre al que amaba.

12. Una autobiografía.
¡Harpo habla! de Harpo Marx
Acépteseme la paradoja: la de Harpo es una de las más elocuentes que se hayan escrito jamás.

13. Un epistolario.
Correspondencia privada (la de Lawrence Durrell con Henri Miller)
Es en verdad fascinante asistir paso a paso al desarrollo de esta amistad que se inicia cuando Durrell le escribe a Miller para decirle cuánto lo admira y anunciarle que le envía un libro que acaba de publicar, y cómo con el tiempo es Miller quien se convierte en discípulo de su antaño discípulo y le escribe para consultarle y pedirle consejo. Lección de humildad tan grande que no me extraña que no se hable de ella entre los literatos del establishment, tan seguros de sí mismos y de su literatura gracias a las cifras que les cantan las sirenas de sus relaciones públicas.

14. Uno que te gustaría ver filmado como peli.
Miss Giacomini de Miquel Villalonga
Es una de esas obras maestras secretas que sería hora de que salieran a relucir y dejaran de seguir vendiéndose en el arca, como el buen paño.

15. Uno que te gustaría ver filmado como miniserie de TV.
La guerra de Galio de Héctor Aguilar Camín, siempre y cuando la miniserie la hiciera la BBC: el escándalo reciente con Rupert Murdoch sería un gancho pintiparado para ello.

16. Uno que habrías querido que el autor te dedicase (el libro mismo, no un ejemplar publicado).
La Odisea de Homero
Pero en el dichoso tiempo cuando se compuso no se estilaba todavía eso de dedicar libros.

17. La mejor novela de detectives que has leído en tu vida.
La llave de cristal de Dashiell Hammett
Léanla y tal vez no coincidan con mi elección porque haya otras que les parezcan mejores, y es seguro que lo sean. Aunque también estoy seguro de que sabrán por qué la elijo entre todas.

18 La mejor novela de ciencia ficción que has leído en tu vida.
Jesús de Josef Ratzinger
A su lado, la saga de Harry Potter es una tira de Superman en un diario de provincias.

19. Uno de historietas cómicas o chistes gráficos.
Cualquiera de los de Yrrah, hubiera sido mi respuesta automática, pensando en ese inmenso humorista neerlandés. O cualquiera de la serie canónica de Mafalda, también hubiera podido ser otra respuesta automática, dependiendo en ambos casos de dónde, cuándo, cómo y por quién se me formulase la pregunta. Después de pararme a meditarlo decido que sea el # 15 de la serie de Inodoro Pereyra, por la dedicatoria autógrafa: «Para el amigo Ricardo, el negro Fontanarrosa»,  y una tarjeta dentro, con don Inodoro brindando con vino tinto y Mendieta muy circunspecto a su lao, y otro autógrafo: «Ricardo & Diny: recibí el envío y, aún antes de escuchar los compacts les mando un abrazo. Comencemos de nuevo y hagámoslo perfecto. Feliz milenio. El negro Fontanarrosa». Fueron unos CD que le envié con mi queridísima deuda estherna [la escritora argentina Esther Andradi] y el negro me los retribuyó de esa manera inolvidable.

20. Uno que te hayan robado.
O verde violentou o muro de Ignacio de Loyola Brandão (con una dedicatoria autógrafa del autor)
Llegó de visita un muchacho brasileño, recomendado por un buen amigo común, y como en esos momentos no podíamos alojarle en casa le conseguí hospedaje en la de su compatriota Estelina, compañera mía en la emisora. Me pidió algo para leer, y como me había dicho que de Colonia viajaría a Berlín, le presté –no sin reserva, pero sin recelos– este libro que estaba en portugués y donde mi gran amigo Loyola cuenta con mucha gracia su experiencia en la ciudad todavía dividida por el muro. Yo terminé escapando con sólo esa pérdida, la del libro, pero en cambio Estelina, pobrinha!, casi sufre un infarto cuando le llegó a fin de mes la factura de la compañía telefónica: sin decirle nada, ¡este hijueputa había hecho llamadas a Brasil por valor de casi 800 marcos de los de 1985!  Excusado es decir que tanto Estelina como yo nos aplicamos a sendos muñecos de cera donde clavamos tantos alfileres como pudimos, al mejor estilo vudú. Ojalá que ese tipo ande sordomudo y manco desde entonces, tal y como se lo deseamos.

21. El que más te gustó de los leídos en su idioma original, distinto del español.
La colección de silencios del Dr. Murke de Heinrich Böll
Mucha radio, mucha Colonia, mucha ironía, mucha incorrección política, una mezcla irresistible para mí; pero es que, además, el Dr. Murke ha sido uno de mis héroes desde que tuve la fortuna de entender a cabalidad su portentosa hazaña: cronometrar en un minuto exacto la inexistencia  de Dios en un programa transmitido por la WDR [=Radio Colonia]. ¡Salve, Doktor, y que Ese Superior Que Nosotros Adoramos le conceda una larga y venturosa vida!

22. Una antología de cuentos.
Cuentos breves y extraordinarios, un libro de Borges y Bioy Casares, de 1953
¡En él está representado Kafka con los dos minirrelatos que son mis favoritos entre los suyos!  Así, mi alegría proviene de dos motivos: 1°, que sin saberlo acerté en el mismo gusto con Borges y Bioy; y 2°, que cuando leo sus traducciones me parece estar leyendo las mías, que coinciden ± un 75% con las de este libro, y que imagino se deben a Borges. Cuentos, dicho sea de paso, es un libro totalmente distinto de su Antología de la literatura fantástica, donde por cierto también figuran otros dos relatos de Kafka, pero distintos de mis predilectos.

23. Una antología poética.
21 poetas alemanes, hazaña llevada a cabo por Felipe Boso
Aunque cierto nepotismo editorial hace que aún siga inédita su genial y congenial traducción de “Engführung”, el poema-insignia de Paul Celan, e impide que se lea su versión, donde «Gras, auseinandergeschrieben», ese primer verso emblemático que en todos los idiomas ha sido servilmente vertido como «Hierba, escrita separado», o «dispersamente escrita», o cualquier otra apisonadora semántica de la misma calaña, por obra y gracia de Felipe se convierte en esta joya: «Grama, deletreada».

24. Uno que le regalarías a tus hijos a sabiendas de que nunca lo van a leer.
Paso. Aquí habría que contar con demasiadas variantes. Tenemos tres hijos que son como muy, muy diferentes entre sí. Para empezar, dos son hembras y uno varón. La única posibilidad harto remota de un libro que ninguno de los tres leyera, sería por ejemplo un diccionario de húngaro–guaraní, pero quién quita que alguna vez no lo hojeasen y ojeasen por pura curiosidad…

25. Uno que compraste en un mercado de pulgas.
De Palos al Plata de Ramón Franco y Julio Ruiz de Alda
Fue en Usaquén, el mercado de pulgas al norte de Bogotá, en mayo 1998, el último día antes de nuestro regreso a Colonia. Acudimos allí como turistas y con una firmísima determinación de no comprar nada. Pero me paré delante de un puesto de libros y tomé al azar uno encuadernado a la antigua, con título estampado en oro y filetes en el lomo. ¡Era el relato del vuelo del Plus Ultra, el hidroavión español que en 1926 cruzó el Atlántico Sur, desde Palos a Buenos Aires!  ¡Y este maldito libro contenía las primeras tomas aéreas de Huelva que se conocen!  De manera que mi firmísima determinación de no comprar nada se fue al mismísimo carajo.

26. Uno que ganó el Premio Goncourt.
El primer desgarrón costó 200 francos de Elsa Triolet
No recuerdo absolutamente nada de ella y al recurrir a los servicios de mi amiga Miss Hortensia Google y leer una extensa sinopsis, paradójicamente recuerdo todavía menos. Si permanece en mi memoria es a causa de su título, que al parecer es lo único memorable en todo el libro.

27. Uno que no te importaría leer en pantalla.
La novela con que me amenaza S***.

28. Uno del que sueles citar dándole el crédito el autor.
Nosotros, los Borges de Miguel de Torre Borges
No me cabe otra porque para Miguel de Torre Borges, el personaje Borges era sencillamente Tío. Un tío que acostumbraba hablar de Rabindranath Tagore llamándolo por el apelativo familiar, Reventarah Cagore; un tío que en la intimidad hogareña le recitaba coplas procaces, tales como «Por metérsela a una mina / muy estrecha de cadera / la poronga me quedó / como flor de regadera»; un tío que le contaba lo que decía su amigo Nicolás Paredes de una mujer fácil: «Si habrá visto cielorrasos»; un tío, en fin, de quien recuerda su inveterada manía de responder a la vida esgrimiendo el arma de la literatura, y así por ejemplo, al recibir una mala noticia replicaba citando una rima de Bécquer: «Cuando me lo contaron sentí el frío / de una hoja de acero en las entrañas». Este libro es tan obscenamente intrafamiliar, que cuando cito a Borges a partir de él sólo puedo hacerlo diciendo que me lo contó su sobrino, porque si no nadie me creería.

29. Uno al que no te importaría taladrarle un agujero grande en el interior, invisible desde afuera, para que así te sirviese como caja fuerte.
Bueno, ese lo tendría que conseguir ex profeso. Una posibilidad muy seria sería la edición de los discursos de George WC Bush ¡siempre que me la regalasen!, por supuesto, porque invertir en mierda ya se sabe que no conduce sino a ella.

30. Uno (o tal vez, mejor, “El”) que te hubiera gustado escribir
El difunto Matías Pascal de Luigi Pirandello
Quienes ya lo conozcan entenderán por qué, y los que no, pues que lo lean y me entenderán.

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