Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

El ingenioso Karel van ‘t Reve

Karel van ‘t [o bien “van het”] Reve es uno de los escritores neerlandeses contemporáneos que tendrían que estar ya, pero ya-ya, requetetraducidos al castellano. Aunque sólo fuese para que los lectores en nuestro idioma se fueran acostumbrando a la dolorosa tarea de pensar.

De a deveras, como dicen los mexicanos, que no conozco muchos ensayistas en ninguna lengua con la sagacidad tan afilada, la erudición sin prepotencia, y la ironía, a veces el abierto sarcasmo, que derrocha este Karel van het Reve, nacido en Amsterdam en 1921 y fallecido allá mismo, en 1999. 

Este debelador (con “b” de Bogotá) y develador (con “v” de vallenato), este, pues, debelador y develador de Freud, demostró con pruebas fehacientes cómo es que el método analítico del psicoanalista austríaco está calcado directamente del método deductivo de Sherlock Holmes; y ésta es nada más que una de las muchísimas sorpresas pedagógicas  que uno se puede llevar leyendo a Karel van het Reve, cuya ironía tanto recuerda la de Bernard Shaw.

Me complazco en traducir para ustedes la frase final de su ensayo “Freud y Sherlock Holmes”, que dice así:

«[La novela de Conan Doyle] El signo de los cuatro apareció en 1890, Psicopatología de la vida cotidiana de [Sigmund] Freud en 1901. De ello no se desprende en ningún caso que los torcidos argumentos de Freud hayan surgido bajo la influencia de los torcidos argumentos de [Sherlock] Holmes, ni siquiera si se llegase a demostrar que esa influencia ha existido en los hechos. Una considerable diferencia entre Freud y Conan Doyle consiste en que Conan Doyle publicó sus historias como ficción, y que incluso dentro de esa ficción, al menos en El signo de los cuatro, Sherlock Holmes es lo bastante honrado como para admitir que sus deducciones suponen “un resumen de probabilidades”, con lo que da a entender que son posibles otras conclusiones a partir de sus observaciones. Freud, por el contrario, hace como si todo lo que sostiene hubiese sucedido de veras, y además de ello no admite otra explicación que la suya propia».

Esta cita la quisiera completar con otra de su ensayo titulado “Freud acerca de Dostoiewski”:

«La teoría de Sigmund Freud se apoya en gran medida en su práctica como neurólogo: a través de la curación de sus pacientes demostró lo correcto de su teoría acerca de sus enfermedades. Ello fue posible gracias a una circunstancia extremadamente curiosa: la curación consistía en ayudar al paciente a creer en la teoría [del Dr. Freud], y una vez que se había convencido de por qué estaba enfermo, mejoraba su estado y desaparecía la neurosis. En la vida sucede con frecuencia que se suele conocer la causa de un hecho y sin embargo uno es impotente contra el mismo. Uno puede por ejemplo saber con todo detalle a qué conjunción de circunstancias se debe la pérdida de una pierna o de un ser querido, sin que por eso nos restituyan a la vida ni la pierna ni esa querida persona».

Esta cáustica nueva cita de Karel van het Reve recuerda mucho el comentario de Anatole France cuando visitó la basílica de Lourdes. Al ver en la gruta amontonadas muletas y anteojos, France preguntó: «¿Cómo? ¿y no hay piernas artificiales?»

En un ensayo justamente célebre de Karel van het Reve, acerca de la filología y su relación con la parasicología, encuentro la siguiente reflexión acerca de la veracidad en las narraciones, pero no sólo en ellas, y que dice lo siguiente:

«La literatura conoce diversas posibilidades de la garantía de autenticidad. Como instancia confirmatoria suele servir muchas veces el mismo hecho cuya aclaración es la propia historia. (…) Más de un teólogo ha utilizado el surgimiento del universo como argumento para la exactitud del relato bíblico de la creación del mundo».

Hasta aquí la tercera y última cita que hago de la obra de Karel van het Reve. quien, miren qué simpático, se inició literariamente escribiendo una novela policial, y dos años después, a los cuarenta de su edad, publicó una segunda novela, una sátira sobre cómo se crean y se difunden las sectas, una novela titulada sintomáticamente Una noche en el Monte Pelado. Después se le agotó la vena novelística, y eso hemos salido ganando quienes creemos que se trata de uno de los mejores ensayistas del siglo XX.

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