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29 años desde que ardió la justicia

Por: Luis Gabriel Merino (@luisgabrielmeri)

El próximo jueves se conmemoran casi tres décadas de la “Operación Antonio Nariño por los derechos del hombre”, en la que 40 hombres del comando Iván Marino Ospina del M-19 se tomaron durante dos días el Palacio de Justicia ocasionando la confrontación con el Ejército Nacional donde 87 personas perdieron la vida y 11 fueron desaparecidos. El mismo jueves 6 de Noviembre, saldrá a la venta un nuevo libro sobre Pablo Escobar Gaviria, escrito por Sebastián Marroquín, quien desde Buenos Aires, tal vez tratando de expiar los crímenes de su padre, se propone aportarle algo de verdad a Colombia.

La fecha no es coincidencia, pues uno de los objetivos del libro es aclarar la estrecha relación entre el Movimiento 19 de Abril y el narcotraficante, más específicamente la responsabilidad directa del “Patrón” en la toma. Obviamente este no es un dato nuevo, pues el contubernio guerrilla-narcotráfico está totalmente comprobado y lo hemos padecido de sobra desde mediados de los 80’s. Pero nos cuentan que esta vez el libro revela secretos importantes, como el verdadero paradero de la espada de Bolívar, robada de la Quinta de Bolívar en 1974, la cual habría terminado en manos de Pablo Escobar como agradecimiento por parte del grupo por la financiación de la toma; o nueva información sobre la Constitución del 91 la cual supuestamente se habría conformado, en parte, por presión directa del narcotraficante para asegurar completamente la no extradición de nacionales a otros países.

A esto se le suma que esta semana se conoció la polémica confirmación del Tribunal Superior de Bogotá a la condena del General Arias Cabrales, el cual fue sentenciado a 35 años por su responsabilidad en la desaparición de 5 personas durante los hechos y quien supuestamente es “Arcano 6”, quien dio las instrucciones para la retoma del Palacio.

Sé que a algunos les parecerá suficiente con los múltiples libros, películas, telenovelas y documentales sobre el criminal, pero creo que todo esfuerzo de memoria es válido, más aún cuando se trata de aclarar uno de los períodos más nefastos de nuestra historia. Lo que parece inadmisible es que sea el hijo de Escobar el que 29 años después nos revele información clave y no hayan sido los esfuerzos institucionales los que arrojaran un poco de luz sobre estos periodos oscuros, confirmando una vez más que la verdad en Colombia permanece oculta hasta que los criminales, o en este caso sus familiares, tengan la voluntad y el interés de contribuir con la justicia.

Esto tiene lugar también en la misma semana donde se debate en el congreso cual será el verdadero papel del gobierno en la reparación a las víctimas de las FARC y en la que conceptos como Verdad, Memoria y Reparación se convierten en elementos claves para la última etapa del Proceso de Paz. Me niego a creerle a Kundera, cuando dijo que “Todo será olvidado y nada será reparado. El papel de la reparación (de la venganza y del perdón) lo lleva a cabo el olvido. Nadie reparará las injusticias que se cometieron porque todas las injusticias serán olvidadas”.

Solo espero que en este caso sea la justicia y las iniciativas institucionales las que nos cuenten la verdadera historia de las FARC y que no tengamos que esperar décadas, para que los hijos del secretariado en un intento de extirpar culpas transgeneracionales, nos relaten en un libro cuales fueron los crímenes de sus padres. 29 años después, cuando ya no tengamos a quien judicializar.

 

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